Extra navidad

23 5 29
                                    

Draco, 15 años de edad.

Si hay algo que me gusta de la navidad, es pasarla en familia. Por alguna razón, para mis padres “en familia” significa con prácticamente cada persona que conocen. No me quejo, los amo a todos y me alegra tenerlos aquí pero es demasiada gente en una casa que, si bien es grande, se siente pequeña.

Mis tíos Marcos y Xan llegan primero, junto con Sun-hee, su hija. Me abrazan y luego desaparecen en el patio para ayudar a papá con la parrilla. Apenas unos minutos después, llega mamá con mi abuelo. Tiene el cabello blanco por las canas y un montón de arrugas alrededor de los ojos y boca. Pero no se siente viejo. O al menos eso es lo que me dice siempre. “Me siento vivo, Draco. Me siento vivo como cuando era joven”.

Mamá sonríe y despeina mi cabello antes de ir a buscar un vaso de agua para el abuelo.

—¿Cómo estás, Draco? —me pregunta sentándose en un sillón. Lo imito.

—Bien. Me fue genial en los exámenes.

Sonríe y sus arrugas se acentúan.

—Sabía que lo harías bien. Eres un pequeño genio.

Resoplo.

—No soy pequeño.

—Para mí lo eres. —Pasan varios minutos antes de que se acerque y me pregunte—. ¿Alguna chica? ¿O algún chico?

Mi abuelo es la única persona que sabe que soy bisexual. Es a quien le conté cuando uno de mis compañeros comenzó a gustarme y tuve una crisis sobre mi sexualidad. Él me ayudó a investigar hasta que me di cuenta de que bisexual era la palabra para mí. Me gustan las chicas, siento atracción hacia ellas, pero también me gustan los chicos y no hay nada malo en eso. Sin embargo, aún no le he dicho a nadie. Sé que mi familia me apoyaría si me parara ahora mismo y les dijera que soy bisexual. Pero, por alguna razón, no quiero hacerlo. No aún.

—No. No hay nadie. —Sonrío, y es de esas sonrisas que mi papá siempre dice que están llenas de travesuras—. ¿Tú? ¿Alguna mujer ha conquistado tu corazón en Texas?

Sonríe un poco.

—Mi corazón está con tu abuela, lo sabes. Nunca podría enamorarme de nuevo.

Mi sonrisa desaparece. Nunca conocí a mi abuela. Falleció poco después de que mamá y mi tío nacieran pero cada vez que mi abuelo habla de ella, siento que está aquí, que la conozco y me ama. “Te amaría”, me dice él cada vez. “Te amaría con locura”. Y yo le creo y la amo, aunque sea una extraña, porque para mí no se siente así.

Suena el timbre y me tenso. Mi abuelo levanta las cejas. Mamá va a abrir y pronto se escuchan los saludos y las risas.

—¡Cassie, Draco, Cal, vengan a saludar!

Aprieto los labios pero me obligo a ponerme de pie.

Conozco a Emilie y Aiden Pierce desde que tengo memoria. Incluso cuando vivíamos en Texas, veníamos en las vacaciones por unos días y salíamos todos juntos como una gran familia.

Papá es amigo de Emilie desde jóvenes y ahora todos son amigos y tienen esa complicidad propia de años de conocerse. Adoro a Emilie y Aiden y sé que ellos me adoran pero su hijo… Sirio es demasiado. Demasiado ruidoso, demasiado energético, demasiado todo. Dudo que sepa lo que significa quedarse quieto. Seguramente nació y se puso a gatear por las paredes del hospital. No me importa que eso sea imposible, seguro él encontró la manera.

No es que me caiga mal, es que me exaspera. Me gusta el silencio y la tranquilidad y esas palabras para él son desconocidas. Incluso ahora, está prácticamente dando saltos mientras saluda a todo el mundo, como si tuviera demasiada energía y necesitara dejarla salir.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Dec 30, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Hasta que aprendas a volarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora