(Se recomienda leer después de Hasta que las estrellas dejen de brillar pero no es necesario para entender la historia).
Cualquiera que ve a Allan White piensa que su vida es perfecta y que no hay dolor en su corazón, pero la verdad es que solo fin...
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Aún es temprano pero Mica y yo queríamos tener el desayuno listo para despertar a los niños. Cassie duerme en su habitación y dudo que se despierte pronto. Y es el cumpleaños número seis de Cal y Draco. No puedo creer que ya pasaron seis años desde que llegaron a mi vida y la llenaron de sonrisas y alegría.
Mica y yo siempre reímos sobre el hecho de que nacieron en halloween. Son nuestros mini monstruos, los más hermosos de todos.
—¿Ya es hora? —pregunta mi esposa.
Asiento.
Tomamos las bandejas y vamos a su habitación. Está a oscuras, a excepción por una luz veladora en el medio de las dos camas (petición de Cal). Dejo mi bandeja en la mesita y abro las cortinas. Draco gruñe.
—¡Feliz cumpleaños! —exclamamos Mica y yo al mismo tiempo.
Cal abre los ojos de golpe y sonríe al vernos. Es una sonrisa enorme, una que hace que mi corazón se hinche de alegría y orgullo por saber que es mi hijo y es feliz.
Draco, por otro lado, se tapa la cabeza con la almohada y murmura algo que suena como: “déjenme dormir”. Suelto una carcajada y me acerco a su cama mientras Mica abraza a Cal.
—Hey, ¿no quieres ver tus regalos? ¿O comer el desayuno que te hicimos? —Bajo la voz para que Mica no me escuche—. Tengo una tableta de chocolate escondida para ti.
Eso hace que abra los ojos de golpe. Adora el chocolate y Bill y yo tenemos toda la culpa de eso. Creo que lo consentimos demasiado.
—¿Chocolate?
—Ajá. Te la daré cuando mamá vaya a vestir a Cassie. ¿Te parece?
Sonríe. Le faltan dos dientes.
—Sí. Gracias, papá. Te quiero.
Sus bracitos me rodean con fuerza.
—Y yo a ti, pequeño. Feliz cumpleaños.
Mica se acerca así que voy a felicitar a Cal, que ya tiene en sus manos una galleta de la bandeja. Se ve adorable con su pijama de dinosaurio.
—Hey, feliz cumpleaños, mini dino.
Lo abrazo y le doy un beso en la frente.
—¡Mírate! Estás más alto.
Los ojos de Cal se abren.
—¿En serio?
Asiento pero Draco ríe.
—Te está mintiendo.
—Por supuesto que no. Los dos están más altos. Un centímetro al menos.
—¿Y cómo lo sabes? —contraataca mi sabelotodo.
—Los padres sabemos esas cosas. Son parte de nuestro superpoder.
Eso lo hace dudar.
—¿En serio tienen superpoderes?
Mica interviene con una sonrisa.
—Claro. Eso es lo que nos ayuda a cuidarlos y saber lo que necesitan. Así como saber cuando crecen.
—¡Eso es genial! —exclama Draco.
—¡Quiero ese superpoder! —le sigue Cal.
Mica me mira con una ceja alzada.
—Aún son pequeños para tenerlo pero algún día lo harán. Ahora… ¿vamos a comer?
De inmediato saltan de sus camas y se acercan a las bandejas.
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Draco y Cal están obsesionados con Bluey, es por eso que ahora Draco está disfrazado de Bluey, Cal de Bingo, Cassie de Muffin, Mica de Chilli y yo de Bandit.
Los niños adoran halloween así que cada año sus fiestas de cumpleaños son de disfraces. Hay pequeños Winnie The Poo, princesas, piratas y hadas corriendo por nuestra casa. Draco y Cal ríen mientras juegan junto a uno de sus amigos disfrazado de Mckenzie y nada podría hacerme más feliz.
—¿Puedes sostenerla un segundo? —Mica aparece con Cassie en brazos. Mi niña se ve hermosa con su disfraz. Al verme, sonríe y hace ruiditos adorables de bebé.
—Ven con papá, princesa. —La tomo y acaricio su mejilla con mi nariz—. Te amo.
Mica colapsa en la silla frente a mí.
—Luego de esta fiesta voy a necesitar vacaciones.
—Podríamos ir a algún lugar que…
—No. Nada de eso.
Aprieto los labios.
Desde que dejé mi equipo para pasar más tiempo con ella y los niños Mica ha estado cuidando nuestro dinero muy concienzudamente. La entiendo pero estamos bien, hice más dinero del que necesito, podemos permitirnos unas mini vacaciones.
—Podríamos ir a Nueva York. Emilie dijo que quiere conocer a Cassie.
Mica sonríe. En los últimos años ella y Emilie se han vuelto buenas amigas y hablan bastante seguido. Siempre que vamos allí salen juntas. Incluso yo puedo decir que me llevo bien con Aiden, salimos varias veces juntos con los niños para darles a las chicas un descanso. Es una gran persona.
—Está bien. ¿Tal vez en las vacaciones? No quiero que Draco y Cal pierdan clases.
Sonrío.
—En las vacaciones suena perfecto.
—¡Llegaron los tíos favoritos! —Allie grita apenas llega.
Marcos levanta la cabeza de inmediato, indignado.
—¿Perdón? Xan y yo somos los favoritos.
Xan lo mira y asiente.
—En sus sueños, tal vez. —Allie sonríe—. El otro día Draco me dijo que Zack y yo somos sus favoritos.
El ceño de mi cuñado se frunce.
—Imposible. Cal dijo que Xan y yo éramos sus favoritos.
Suelto una carcajada y dejo de prestarles atención para hacerle cosquillas a Cassie. Capto los ojos de Mica fijos en el patio y cuando sigo su mirada veo a Bill levantando a Cal en el aire para fingir que vuela. Draco espera pacientemente junto a ellos pero puedo ver su sonrisa cuando su abuelo llega hasta él y lo alza.
Creo que si mis hijos aman más a alguien que a nosotros es a su abuelo. Y sé que él los ama más que a nada.
Mica adora verlos, creo que piensa en los años que perdieron, esos que nunca van a poder tener a vuelta, pero sé que la hace feliz saber que nuestros hijos tienen un abuelo tan amoroso.
No puedo decir lo mismo de mis padres, que si bien sé que los quieren a su manera, no tienen un vínculo con ellos. No creo que les importe.
—Creo que lo están pasando bien —murmura Mica, sonriéndome.