Capítulo 1

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1.- ¿Verdad o reto?

Él otoño se hizo paso a lo grande. El frío te calaba hasta los huesos como no tuvieses un grueso abrigo. Con suerte, dentro de este bar, el calor se conservaba lo suficientemente bien como para poder quitártelo.

—¿Quién es el siguiente? —preguntó uno de mis amigos, con una sonrisa amplia en la boca tras haberse bebido un chupito del tirón.

—Diora, ¿verdad o reto? —Alcé la vista para observar a mi rubia amiga.

—Verdad —contesté sin pensarlo.

—O vamos, llevas eligiendo verdad durante todo el juego. No seas miedica.

Todos comenzaron a repetir "reto" cada vez más fuerte

—Está bien, está bien —dije con tal de que dejasen de gritar. Las mesas de al lado comenzaban a mirarnos extraño—. Elijo reto.

—Reto... —La rubia miró a su alrededor.

—No seas mala —advertí.

—Debes acercarte a esa mesa, y hablar con aquel chico solitario.

Miré la mesa a la cual estaba señalando. Suspiré.

—¿Durante cuánto tiempo? —Ni siquiera sabía lo que estaba haciendo.

—Nosotros te avisaremos. Tú solo ve.

Me levanté resignada de mi silla y me encaminé a la mesa que estaba casi al otro lado del bar. Agarré una gran bocanada de aire antes de sentarme frente a aquel chico.

—Hola.

El chico solitario llevaba en la misma posición desde que mis amigos y yo habíamos llegado: con los codos sobre la mesa y las manos entrelazadas tras su cabeza, con la mirada hacia abajo. Pero al escuchar mi voz, alzó la vista.

Tenía el pelo de un rubio tan claro que casi parecía blanco, y estaba alborotado. Su tez era clara, incluso más que la mía, que ya era decir. Sus rasgos eran finos y elegantes. Y sus ojos... Sus ojos eran fríos y grises. Parecía el típico jugador de hockey que vuelve loca a todas las chicas del instituto.

—Hola. —Su voz era grave, arrastraba las palabras. Si aquel chico estaba extrañado de que una desconocida se hubiese sentado en su mesa, no lo demostraba.

Saqué todo el valor que tenía para seguir hablando, aunque por dentro me estuviera muriendo de vergüenza.

—Me llamo Diora Douglas —me presenté, extendiendo la mano sobre la mesa para estrechársela.

—Draco Malfoy.

—Encantada.

Nos quedamos en silencio. Repiqueteé los dedos en mis rodillas, sin saber qué más decir. Aquel chico me observaba con una mirada impenetrable.

—Vale, yo no puedo con esto. —Solté un suspiro. El rubio alzó una ceja, entre divertido e intrigado—. ¿Ves esa mesa de ahí? —Señalé con la barbilla a mis amigos, que hablaban tranquilamente, como si no supiera que nos estaban observando—. Son mis amigos, me han retado a venir a hablarte.

—Ajá —fue su respuesta.

—Sé que es raro solo... déjame quedarme hasta que estén conformes, por favor.

—Bien. —Aquel chico no mostraba ningún sentimiento, su cara era neutra.

Silencio incómodo.

—Bueno pues... ¿Qué edad tienes?

—¿Por qué te lo diría?

Boom.

—Era solo una pregunta. Tampoco es que sea algo confidencial, no te pedí el número de la cuenta del banco. —Mi respuesta pareció divertirle, pues mostró una sonrisa ladeada.

—¿Cuánto me echas?

—Mmmm. —Lo observé más detalladamente—. Dieciocho.

—Casi, diecinueve. —Me analizó—. Y tú debes tener... dieciocho.

—Bingo. —Le sonreí.

Se pasó la mano por el pelo, despeinándose aún más de lo que ya estaba. Apoyé mis codos en la mesa y descansé mi barbilla sobre una de mis manos.

—¿Por qué estás aquí solo? —No pude evitar preguntar.

Su cara se endureció.

—No te interesa —dijo de forma cortante.

—Bueno, perdón. Solo quería saber.

—Haces muchas preguntas.

Lo miré con el ceño fruncido.

—No deberías ser así de grosero con la gente. Normal que estés aquí solo.

De nuevo elevó su ceja. No pareció afectarle el insulto.

—Y tú no deberías ser tan intensa. No se como tus amigos te aguantan.

Doble boom.

Estuve unos segundos en silencio, sin saber qué contestar.

—Creo que... sí. Creo que me caes bien.

—Tú a mi no. —Fruncí el ceño.

—Eres cruel.

—Gracias.

Noté por el rabillo del ojos como mis amigos me hacían señas para que me acercase a ellos.

Me levanté rápidamente de la mesa. Draco se me quedó mirando.

—Mi tiempo aquí ha terminado.

—Gracias a Dios... —dijo este.

—Adios a ti también, idiota.

Pude escuchar su risa mientras me alejaba.

Entre promesas y mentiras | Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora