Capítulo 15

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15.- ¿Quién está celoso ahora?

Y así fue como Draco hechizó la reliquia familiar de los Malfoy. Aquel collar esmeralda se convirtió en mi protector.

Esa noche, Draco y yo dormimos mirándonos el uno al otro. Con las cabezas apoyadas en nuestras almohadas, mirándonos a los ojos. No se cuanto tiempo estuvimos así, pero, solo cuando el sueño me venció, fue cuando cerré los ojos.

George llamó a la puerta de casa a las cinco en punto, como me dijo que haría. Abrí la puerta con una sonrisa de oreja a oreja, la cual me devolvió, aunque se desvaneció casi al instante cuando vio como Draco se paraba a mi lado con cara de pocos amigos.

—Como le pase algo... —comenzó a amenazar al pelirrojo.

—Draco —lo regañé. Lo que menos necesitaba ahora es que le metiese miedo a George. Ninguno de los dos lo necesitaba.

—No pasará nada. Solo nos lo pasaremos bien con amigos —le explicó George a Draco, aunque a final de frase me miró a mí con una sonrisa.

Parecía de todo menos asustado por Draco y, aun así, Draco lo fulminó con la mirada y, finalmente, se giró hacia mí.

—No vuelvas tarde.

Lo besé en la mejilla a modo de despedida, aprovechando para susurrarle en el oído:

—¿Quién está celoso ahora?

Él sabía que me refería a la tarde tan... interesante que pasamos junto a su querida amiga Pansy. Fue por ello que entrecerró sus ojos, observándome desafiante.

No le di importancia y me fui junto a George.




La casa de los Weasley se hacía llamar La Madriguera, ubicada en el campo. Era una casa antigua y encantadora, construida con varias adiciones y amplificaciones. Un lugar bullicioso pero acogedor, y parecía lleno de amor y calidez familiar, aunque también era algo caótica y llena de objetos encantados.

Draco me había hablado sobre la familia aquella mañana, al igual que sobre Harry y Hermione. En aquella casa vivía un matrimonio el cual había tenido nada más y nada menos que siete hijos, todos ellos varones excepto la menor. También me dijo que uno de esos hijos, gemelo de George, murió.

George me invitó a pasar dentro y lo seguí escaleras arriba, algo incómoda y nerviosa. Se comenzaron a escuchar voces y risas más fuertes a medida que nos acercábamos a una de las puertas.

El pelirrojo, sin intención de llamar a la puerta, la abrió de golpe y entró con una gran sonrisa.

—Volví, se que me echábais de menos —dijo George en tono burlón, revelando nuestra presencia.

Todos los presentes se sorprendieron de verme allí, especialmente Ron y una pelirroja, que catalogué como Ginny, quienes fruncieron el ceño casi al instante. Hermione y Harry también me miraron con curiosidad, pero al menos trataron de mantener la compostura.

—George, ¿qué haces aquí con ella? —preguntó Ginny con un deje de desaprobación en su voz.

—Oh, relajaos, amigos míos. Diora es una amiga muy especial y pensé que sería divertido pasar un rato juntos. Además, ella no tiene la culpa de estar comprometida con Malfoy —respondió George, intentando romper el hielo.

George y su permanente actitud burlona y despreocupada.

El ceño fruncido de Ginny se hizo aún más visible.

Ron no parecía muy convencido y se cruzó de brazos, mientras Hermione me miraba con una expresión más neutral.

—Hola, soy Diora —dije tímidamente, alzando la mano en dirección a Ginny, la única de esa sala que aún no conocía.

Entre promesas y mentiras | Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora