Capítulo 3

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3.- Volver con su dueño

No fue hasta llegar a la mansión Malfoy que me di cuenta de lo mucho que había echado de menos este lugar.

Sentí un cosquilleo extraño al estar parada frente a la inmensa y refinada mansión, como si en lugar de meses hubieran pasado años desde la última vez que estuve aquí y todo se encontrase igual a como lo recordaba pero, pese a todo, sentir que había perdido el tiempo estando fuera y no haber creado nuevos recuerdos aquí.

Draco y yo traspasamos la puerta principal con nuestras manos entrelazadas y me recibió el dulce aroma a sándalo que siempre había relacionado con este lugar. Al instante, escuché unos pasos rápidos que se acercaban desde el pasillo contiguo. Volteé la cabeza y vi a Narcissa avanzando hacia nosotros con una expresión de alegría en el rostro.

—Diora, cariño, has vuelto. —Su voz denotaba una calidez que me hizo sentir bienvenida, al igual que aquella primera vez que llegué.

Me encogí un poco de hombros con una leve sonrisa.

—Recuerdo que alguien me dijo que luchara por lo que amaba.

Noté un destello en sus ojos.

—El destino siempre junta a lo que junto debe estar. —Me sonrió con complicidad. Sonrisa la cual le devolví con ganas.

Draco, a mi lado, no comprendía de lo que hablábamos, aun así, me apretaba la mano, como si tuviera miedo de que me fuera.

Narcisa desvió la mirada hacia su hijo, y la felicidad que se le notaba en la cara se desdibujó un poco.

—Los demás os esperan en la sala.

Fruncí un poco el ceño.

¿El resto?

Draco le asintió a su madre y comenzó a caminar hacia el salón, tirando ligeramente de mi para que lo siguiese. Al pasar junto a Narcisa, esta me rozó el hombro de forma cariñosa.

Quise preguntarle a Draco a quien se refería su madre con el resto, pero llegamos rápidamente al salón y pude comprobarlo por mi misma.

Hermione fue la primera en darse cuenta de nuestra presencia. Su rostro se iluminó al verme y saltó del sofá.

—¡Diora!

Vino corriendo hacia mí y nos fundimos en un abrazo en el que sentí la emoción de su gesto. Sobre el hombro de Hermione pude ver como Ron y Harry también se levantaban del sofá y venían hacia nosotros.

—¡No puedo creer que estés de vuelta! —dijo Ron sumándose al abrazo.

—Cómo me alegro de veros —les respondí al separarme.

Estaba un poco desconcertada de verlos aquí, en la mansión Malfoy, y supuse que debía tratarse de algo importante. Aun así, la felicidad del recibimiento ganó por el momento.

Ambos dieron unos pasos atrás para dejarle paso a Harry, que se había quedado un poco rezagado.

A pesar de la alegría de verlo, no pude evitar al mirarlo a los ojos recordar que la última vez que nos vimos él estaba a punto de ser asesinado por Voldemort y yo me interpuse, a punto de morir yo por ello. Él también parecía tener esos recuerdos en mente, pues su rostro expresaba tristeza, preocupación y sobre todo culpa. No hizo falta que me dijese nada para saber que se sentía responsable de que yo casi muriera por interponerme entre él y Voldemort. Yo no le echaba nada en cara, fue mi decisión querer salvarlo, y estaba segura de que lo haría de nuevo si tuviese otra oportunidad.

Le sonreí, mostrándole lo feliz que estaba de verlo, y me acerqué a él para abrazarlo con fuerza. Este me correspondió al abrazo al instante.

—Que feliz estoy de ver que estás bien —me susurró al oído.

Entre promesas y mentiras | Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora