5.- Es tu cuarto, yo solo soy una invitada.
Draco se hizo a un lado para dejarme pasar primero a la habitación. Y vaya habitación...
De tonos oscuros, con paredes revestidas por terciopelo gris carbón y suelo cubierto con una exquisita alfombra de felpa en tonos similares. En el centro de la habitación, un espacioso sofá tapizado de cuero negro con cojines mullidos, y junto a él una mesa de centro de cristal, adornada con detalles dorados.
La iluminación ambiental estaba cuidadosamente diseñada para crear una atmósfera acogedora y sofisticada. Una lámpara de araña colgante con gigantesca, que proporcionaba una luz suave y tenue.
Una grande cama de matrimonio con sábanas de tonos oscuros en una pared, y en la opuesta, dos puertas hechas de madera maciza.
—¿Te gusta?
Me giré hacia Draco. Este se adelantó por la estancia, quitándose la camisa ensangrentada. Su abdomen, a falta de la herida que le había causado tanta pérdida de sangre, estaba muy, muy bien trabajado.
Aparté la mirada.
—¿Tenemos que compartir habitación?
Él se giró hacia mí mientras se pasaba sobre la cabeza una camiseta básica de color gris.
Se encogió de hombros. Esa fue toda respuesta que necesitaba.
—Las puertas a tu derecha son el baño y vestidor. En él hay ropa para ti. Creo que... deberías darte un baño.
Bajé la vista para verme. Mis manos con manchas de sangre reseca al igual que mi vestido. Su sangre.
Me dirigí a la puerta sin decir nada más.
—Yo dormiré en el sofá.
Al salir del baño, vestida con una camiseta ancha y pantalones cortos a modo de pijama, me había encontrado con un Draco pensativo que miraba por la ventana mientras tomaba sorbos de una taza con manzanilla caliente.
Este se giró hacia mí. Me observó unos segundos en silencio y volvió su vista al frente.
—Como quieras.
Idiota.
Me acerqué a él con pasos lentos, cuidadosos, y me apoyé en el filo de la ventana, mirando a través de ella. Un bosque oscuro se extendía a los alrededores de la casa, y bajo la ventana, un jardín que no se podía distinguir muy bien a causa de la penetrante oscuridad.
—¿Cómo...? —comencé a decir—. ¿Cómo aquel hombre te hizo aquello?
No respondió.
Lo miré por el reflejo de la ventana.
—Hizo un hechizo para que se me abriera una herida.
—Un hechizo —repetí.
—Sí. Es algo que solemos hacer los magos. Con varitas y todo eso, ¿nunca has visto películas en la tele?
—Sí, claro que sí. Pero por lo que entenderás pensaba que era todo ficción, por ello se le llaman "películas de fantasía".
—Pues es real.
—Ya veo.
Nos quedamos en silencio. Hasta que volví a hablar.
—¿Por qué quería hacerte daño? —Él sabía a quién me refería—. ¿Es el mismo que me dijiste que... que quiere que te cases?
Asintió antes de darle otro sorbo a la manzanilla.
No se le notaba muy a gusto hablando de aquel señor, así que decidí cambiar de tema.
—¿Existen más brujos a parte de vosotros?
—Claro. Y no somos brujos, somos magos.
—Lo que sea.
Silencio.
Giré mi cabeza, para mirarlo de perfil.
Su nariz recta, mandíbula marcada, labios tensos y cejas espesas. El pelo de nuevo desordenado, como la primera vez que lo vi y los ojos mirando al horizonte.
—¿Quieres una foto?
Me enderecé, caminando lejos de la ventana.
—Eres igual de idiota que cuando te conocí.
Escuché una risa baja de su parte.
—Puedes dormir en la cama si quieres. Yo usaré el sofá -me dijo al verme colocando las mantas estiradas sobre el sofá que ocuparía esa noche.
—Es tu cuarto, yo solo soy una invitada. —Él sabía a lo que me refería con eso.
Me llamo Diora Douglas... Draco Malfoy.
Haces muchas preguntas.
Idiota.
Mi tiempo aquí ha terminado.
¿Quién es?... Draco Malfoy señora, prometido de su hija.
Prometo cuidar a su hija con mi vida.
¿Cuándo es la boda?
Con que tu seas feliz, yo también lo soy.
No tienes opción.
¡Joder!
Muggle.
No le hagas daño.
Recuerda quién manda aquí.
—¡No!
Mi corazón dio un vuelco a la vez que daba un bote del sofá. La manta enredada en mis pies y un sudor frío que me recorría el cuello y la frente.
Una pesadilla, había sido solo una pesadilla.
No me dió tiempo a procesarlo del todo cuando alguien llamó a la puerta y entró sin esperar respuesta. Tuve que bajar la vista para darme cuenta de quién se trataba. Aquel elfo del otro día.
Hizo una graciosa reverencia antes de entrar.
—Señorita Douglas. El señorito Malfoy solicita su presencia para el desayuno. La espera en el comedor.
Observé la cama de matrimonio, bien hecha y fría a la vista. Draco se habría despertado muy temprano. Repiqueteé los dedos sobre mi regazo.
—¿Podría... desayunar aquí?
El elfo se quedó pensativo.
—Claro señorita. Abhay traerá el desayuno enseguida.
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Entre promesas y mentiras | Draco Malfoy
FanfictionEn un mundo donde la magia y la realidad se entrelazan, Diora Douglas, una joven muggle sin conocimiento alguno del mundo mágico, se embarca en una sorprendente aventura. Todo comienza cuando sus amigos le plantean un desafío en un bar: hablar con e...