Capítulo 29

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29.- Tiempo

Pum. Pum. Pum.

Solo sentía mi corazón bombear, un eco rítmico que resonaba en mi pecho con una intensidad que parecía querer recordarme que la vida aún retumbaba en mis venas. La luz dorada que me envolvía se desvaneció lentamente, cediendo paso a la realidad tangible que me rodeaba.

Abrí los ojos y me encontré en la habitación de Draco, el cálido resplandor del sol filtrándose a través de las cortinas. El suave tintineo de las aves cantando se mezclaba con la suavidad de las sábanas que me envolvían. Un suspiro escapó de mis labios mientras mi mente se adaptaba a la realidad que me rodeaba.

Giré la cabeza lentamente hacia la izquierda y me encontré con Draco, profundamente dormido a mi lado. La paz en su rostro contrastaba con la tensión que había visto en sus ojos la última vez que lo vi antes de entrar en ese estado intermedio. El cabello rubio le caía sobre su frente de manera desordenada, y su respiración tranquila revelaba la quietud del momento.

El recuerdo de la conexión entre la pulsera de Hermione, el anillo de Draco y el collar de Narcissa me golpeó, y miré mi muñeca y mi dedo anular. La pulsera aún brillaba, pero de manera más tenue, y el anillo emanaba un resplandor suave. La conexión entre los objetos parecía más evidente ahora que estaba de vuelta en el mundo material.

—Diora. —La voz de Draco, ronca por el sueño, rompió el silencio de la habitación. Abrió los ojos lentamente, centelleando con una mezcla de sorpresa y alivio al verme despierta.

—Hola. —Mi voz sonó suave, y una sonrisa se formó en mis labios. Draco se incorporó, apoyándose en un codo mientras me miraba con una intensidad reconfortante.

Se inclinó hacia delante, con la intención de abrazarme, pero se paró cuando pensó que podría hacerme daño.

—Estaba tan preocupado. Pensé que... Pensé que tú también habías... habías... —Sus ojos grises se encontraron con los míos, y una expresión de dolor se extendió por su rostro.

—Estoy bien, Draco. De verdad. —Extendí mi mano para acariciar su mejilla, sintiendo la familiaridad de su piel bajo mis dedos.

—No puedo evitar preocuparme por ti. Pensaba que te había perdido. —Draco tomó mi mano y besó suavemente mis nudillos.

Cuando sus ojos volvieron a conectarse a los míos, pude notar el gran alivio que sentía por verme bien, y también el gran dolor por...

—Draco... —Me incorporé y apoyé sobre los codos antes de rodear su cuello con mis brazos en un abrazo—. Lo siento.

Este respondió inmediatamente al abrazo y escondió su cara en la curva de mi cuello. Sus brazos alrededor de mi cintura me acercaron a él. Él no era el único que necesitaba este abrazo.

No me separé hasta que él lo hizo.

—Lo he visto —le dije, esperanzada porque le subiera los ánimos. Este no se inmutó—. A Blaise, lo he visto.

Draco frunció las cejas.

—¿Cómo?

—Al despertarme yo... No estaba aquí, estaba en otro lugar. En un... —Me corté a mi misma al darme cuenta de que no se me entendía. Respiré hondo antes de volver a hablar—. Cuando me desmayé desperté en una especie de mundo intermedio. No estaba ni muerta ni viva, y allí había muchos fantasmas, como Blaise y Fred, el hermano gemelo de George. —Suspiré y bajé la vista hacia las manos de Draco, que estaban unidas a las mías. Las acaricié unos segundos antes de volver a alzar la mirada—. Blaise quiso que te dijera que nada de esto es tu culpa, que él haría lo que fuera por ti, al igual que tu lo harías por él.

Entre promesas y mentiras | Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora