7.- Es ella
—Te dije que debías casarte, pero en ningún momento te dije que lo hicieras con una muggle.
—Tampoco me dijiste lo contrario.
—Bueno, la intención es matar al chico, no me importa con quien te cases. ¿Cuándo será la boda?
—En dos meses.
—Asegúrate que Harry Potter esté en ella.
—Sí señor.
Volví a mirar chico, de ojos verdes esmeralda, pelo negro azabache y gafas redondas.
Era a él a quien querían matar. La pregunta era: ¿por qué?
El chico, al darse cuenta de mi mirada perdida, me la devolvió sin miedo alguno, con decisión. Frunció el ceño.
—Ya nos veremos —se despidió Draco.
Volviendo a la realidad, aparté la vista de esos ojos esmeralda y me dirigí con Draco hacia una mesa, bastante alejada de la de ellos.
—Dos cervezas de mantequilla, por favor —le pidió al camarero.
Yo no prestaba atención, seguía con la mirada fija en esa mesa. En ese chico moreno. Que cuchicheaba con sus amigos sin prestarnos la mínima atención.
—Después podemos ir a Zonko —propuso Draco, sacándome de mi ensoñación—. Es una tienda de artículos de broma.
Sonreí. Sonrisa que se me borró de golpe al ver lo que el camarero traía entre sus manos.
Nunca había probado nada parecido. Aquella cerveza de mantequilla, más que cerveza su sabor recordaba al café. Tampoco me disgustó.
Al salir del bar, nos dirigimos hacia aquella tienda que había comentado Draco. En ella, cada artículo era más raro que el anterior. Desde polvos para eructar hasta tazas que muerden la nariz.
—¡Auch! —gemí cuando una de esas tazas mordió la mía. La dejé rápidamente de nuevo en la estantería.
Nos pasamos allí el resto de la tarde. Por unas horas mágicas, se me habían olvidado por completo todos mis problemas e inquietudes. Por unos momentos, había olvidado que estaba aquí por obligación, y no por decisión propia, y había reído y hablado con Draco como si de un amigo se tratase.
En ese tiempo, logré averiguar que Draco era un chico divertido. Quizás un poco malhumorado y reacio a veces, pero en el fondo era gracioso, amable y hasta tenía una pizca de humor negro.
Volví a la mansión con una sonrisa en la cara.
—Le diré a Abhay que te lleve la cena cuanto antes. —No fue hasta que lo dijo que noté mi barriga rugir.
Se nos había hecho tarde y hasta el sol había desaparecido hacía un par de horas.
Draco comenzó a caminar, y por impulso, lo agarré por la muñeca.
—¿Dónde vas a cenar tú? —le pregunté una vez sus ojos grises se elevaron de mi agarre a mis ojos azulados.
Una parte de mi, no quería que ese día acabase.
—Con mis padres, como siempre. —Nos quedamos unos segundos en silencio—. ¿Quieres... cenar con nosotros?
—No —contesté al instante.
—Bien —contestó él—. ¿Y quieres que cene yo contigo?
Ahora fui yo la que me quedé en silencio.
—Sabes que no voy a pedirte eso —fue mi turno de contestar.
Draco sonrió de lado, fijando su vista en el suelo mientras lo hacía.
—Le avisaré a mis padres de que hoy comerán ellos solos.
Cuando salí de la ducha, Draco descorchaba una botella de vino, sentado en el sofá y vestido con unos pantalones de algodón y una camiseta blanca de manga corta.
Me senté frente a él.
En el plato, filete de ternera con una salsa nueva para mi y patatas al horno.
Algo de lo que me había dado cuenta en mi corta estancia aquí era que no solo parecían ricos y refinados, sino que verdaderamente lo eran. La comida siempre bien cocinada y de la mejor calidad y bueno, a pesar de no haber salido de esta habitación ni haber explorado la casa, no tenía la menor duda de que el resto de las habitaciones eran igual de pijas y sofisticadas.
Sirvió un poco de vino en cada copa y comenzamos a cenar en silencio.
—No ha estado tan mal el día —decidí comenzar una conversación.
Draco alzó la vista de su plato, y me dedicó una pequeña sonrisa.
—Te dije que te encantaría.
—Ya, bueno. No confío mucho en tí.
Conseguí una risa de su parte.
—No soy tan malo como crees. —Dejé de masticar para quedarme mirándolo—. Espero que algún día te des cuenta.
Decidí no contestar a eso, no sabía cómo hacerlo.
—¿Por qué me elegiste a mi? Este mundo de... magia y magos. ¿Por qué no elegir a una bruja con la que casarte? ¿Es porque, al no tener magia, era fácil de controlar?
—No, claro que no —contestó al instante. Bajó la vista de nuevo hacia su plato—. Simplemente... no sé. Te vi y dije "es ella".
Alzó la vista de su plato y estuvo unos segundos en silencio, observándome.
—Fue como... una especie de premonición.
—¿Una premonición? ¿De qué exactamente?
Se encogió de hombros.
—Aún no estoy seguro.
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Entre promesas y mentiras | Draco Malfoy
FanfictionEn un mundo donde la magia y la realidad se entrelazan, Diora Douglas, una joven muggle sin conocimiento alguno del mundo mágico, se embarca en una sorprendente aventura. Todo comienza cuando sus amigos le plantean un desafío en un bar: hablar con e...