Capítulo 4

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4.- Ser fuerte por los dos


—¿Una manzanilla?

La voz de Draco me sacó de golpe de mi ensoñación, haciendo que pegase un pequeño bote sobre el banco. Aún así, traté de sonreírle como si nada, aceptando la taza que me ofrecía.

Tras despedirme de mis amigos una vez terminada la conversación sobre la posible magia oscura que habitaba en mí, charla que se había alargado hasta la puesta de sol, supuse que me sería imposible dormir ahora, con tantos pensamientos  revoloteando por mi cabeza. Por lo que decidí tomar un poco de aire fresco.

El jardín de la mansión Malfoy siempre había sido uno de mis lugares favoritos aquí. Recuerdo que la primera vez que lo vi lo que pensé sobre él fue paz. Pese a que la única luz que lo alumbraba era el resplandor de la luna, podía verse claramente la hermosidad del paisaje.

No sabía cuánto tiempo llevaba sentada en el banco frente a la fuente, pero lo que estaba claro es que mis ideas seguían igual de desordenadas que antes. La posibilidad de resurrección de Voldemort, la interacción entre mis objetos mágicos, mi propia muerte… eran demasiadas cosas que asimilar en una sola noche.

Draco se sentó a mi lado en el banco, sosteniendo otra taza de manzanilla entre sus manos y fijando su vista en el frente, siguiendo la mía hasta la fuente del jardín. Nuestros brazos se rozaban.

Solo se escuchaba el canto de los grillos y el gorgoteo del agua, y de vez en cuando el ulular de una lechuza cercana. Me hundí un poco más en mi sitio, sintiendo el agradable calor que desprendía la taza sobre mis manos. No me había dado cuenta hasta ahora de que la fresca brisa nocturna me erizaba la piel al descubierto.

Por un momento, me dejé llevar por el aura mágica del lugar, sintiendo que todo estaba bien, que no había a qué ni a quién temer, que este lugar podría ocultarme.

Noté como Draco giró su cara hacia mí y me observó en silencio durante unos segundos antes de hablar:

—¿En qué piensas? —preguntó con suavidad.

Elevé mi vista al cielo nocturno. En la mansión Malfoy las estrellas siempre me habían parecido más brillantes que en cualquier otro lugar.

—Nunca había visto a la constelación de la Osa Mayor brillar tanto.

Draco no despegó su vista de mi para contemplar el cielo.

—¿Y qué estás pensando realmente?

Entreabrí mis labios para contestar y noté como el vaho debido al frío escapaba de estos.

—Pensé que Voldemort no podría hacer más daño del que ya hizo, pero siempre encuentra la manera de hacernos sufrir.

Sabía que era injusto que lo dijese yo, que hasta hace menos de un año no conocía de su existencia y personalemente el único ataque que me hizo fue en mi boda. No podía comparar el dolor que él me hizo con el que había sufrido Draco, Harry, Hermione, o cualquier otro mago que participó en la guerra mágica. Aquellos que murieron en sus manos, como Blaise, ellos sí que habían sufrido por su culpa.

Yo no tenía derecho a quejarme, pero aun así, a pesar del poco tiempo que llevaba sufriendo las amenazas de Voldemort, había sido suficiente para querer que acabase ya.

Sentí un cosquilleo sobre mi mejilla cuando Draco pasó sus dedos sobre ella, deslizando un mechón de cabello suelto tras mi oreja. Sus ojos grises buscaban los míos tan intensamente que finalmente giré mi cara hacia él. Su expresión reflejaba una ternura que jamás había visto en él.

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⏰ Última actualización: Mar 29 ⏰

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Entre promesas y mentiras | Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora