Capítulo 28

80 9 1
                                    

28.- Entre la vida y la muerte

Cuando volví en sí, el silencio pesado me envolvía, y la oscuridad persistía a mi alrededor como una manta densa que me aprisionaba. Mi mente, aún nublada y aturdida, intentaba descifrar la realidad que me rodeaba. Cada pensamiento era una lucha, como si mi cerebro estuviera atrapado en un laberinto oscuro del cual no podía encontrar la salida.

Mis sentidos se despertaron lentamente, revelándome la sensación fría y áspera del suelo bajo mi cuerpo. Un dolor sordo pulsaba en mi cabeza, y mis extremidades parecían pesadas, como si hubiera pasado una eternidad desde que las había movido por última vez. Traté de parpadear, pero incluso esa acción simple resultaba en un esfuerzo monumental.

En el abismo de la negrura, los recuerdos se agolpaban, como piezas dispersas de un rompecabezas que intentaba armar. La boda, el ataque, el choque de magia, y luego... el dolor. Un dolor que se apoderó de mi ser, un quemazón que se extendió como fuego, pero ahora solo quedaba una sensación residual, un eco distante en mi memoria.

Pasé mis dedos por el anillo. Ya no dolía, ya... no sentía nada.

—¿Diora? —escuché una voz masculina sobre mi.

Al abrir los ojos me encontré con Blaise reclinado frente a mi. Su cara parecía mostrar preocupación y miedo.

—¿Dónde estamos? —Mi voz salió ronca y con dificultad.

Me sentía como si estuviera atrapada en un sueño nebuloso. Poco a poco, la oscuridad cedió ante la luz difusa. Emergí de las sombras y mi entorno se reveló. Estaba en un lugar extraño, un espacio etéreo con formas cambiantes. Blaise flotaba a mi alrededor junto a...

—¡George! —me alegré de verlo también a mi lado.

Él y Blaise se dirigieron una mirada triste. Los observé a ambos con el ceño fruncido.

—¿Qué os ocurre? ¿Dónde estamos?

George me miró y tardó unos segundos en hablar.

—No soy George —fue lo único que dijo.

El ambiente quedó en un profundo silencio. No supe cómo llegué a la conclusión, pero ahora sabía perfectamente a quien tenía frente a mi.

—Fred.

Este me sonrió e hizo una reverencia divertida.

—Fred Weasley, a su servicio.

Sonreí, pero esta decayó a los pocos segundos. Miré a Blaise, tratando de encontrar respuestas en sus ojos, sin éxito.

—¿Qué... qué ha pasado? —Mi voz aun sonaba débil.

Blaise se encogió de hombros, pero fue Fred quien habló.

—No lo sabemos con certeza. Algo ocurrió cuando te interpusiste entre Harry y el hechizo de Voldemort. Tu pulsera, el collar y el anillo interactuaron de una manera... inesperada.

Miré mi muñeca, donde la pulsera de Hermione aún brillaba débilmente. Luego dirigí la mirada hacia el anillo de boda en mi dedo anular, el cual, aun sin tener la intensa luz de antes, todavía brillaba con un resplandor tenue.

Volví a alzar la mirada hacia ellos.

—¿Estoy muerta? —pregunté lo que llevaba carcomiéndome desde que desperté.

Sentía una extraña calma en mi interior.

—No exactamente —respondió Blaise—. Has cruzado una línea delicada entre la vida y la muerte. Este lugar es un espacio intermedio, donde tu esencia se encuentra en equilibrio precario.

Entre promesas y mentiras | Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora