Capítulo 57

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57. De vuelta en casa.


Al día siguiente después de haberme preparado mentalmente tomo mis cosas y salgo de la casa encontrándome a Joe dentro de su auto el cual se encuentra aparcado junto a la cera.

Suspiró silenciosamente y emprendo el camino hacia el auto donde Joe se ha bajado para ayudarme a subir al asiento de copiloto.

La llamada que recibí la tarde anterior me había alarmado mucho, y solo quería saber qué era lo que estaba pasando.


— Perdón, ¿Qué está pasando?
Joe me mira con intriga y yo me llevo mi mano libre al vientre.

— Hablamos de la empresa en que su hermano trabaja, desde que volvió de Londres ha pasado mucho tiempo en el que no se ha reportado al trabajo, sólo queríamos saber la cuestión. Y ya que no ha respondido a ninguna de nuestras llamada decidimos hablar al único número que dejó en caso de emergencias.



Después de explicar que ya no vivía con mi hermano dije al hombre que trataría de comunicarme con él, sin embargo el teléfono de la casa y del propio de Sam parecían estar fuera de servicio.


— ¿Qué ha pasado?

Me cuestiona Joe una vez que finalizo la llamada y me pongo en pie buscando entre los contactos el número de mi hermano.

— Es Sam, no han sabido nada de él en su trabajo.

— Ay, Sam.— veo a Joe tomar su teléfono y comenzar a llamar a mi hermano una vez que no me ha respondido a mí.


El camino hacia la que fue mi casa parte de mi infancia siento un sinfín emociones y comienzo a jugar con mis manos en un gesto nervioso. Trato de distraerme mirando por la ventana y noto a Joe encender el estéreo del auto reproduciendo música.


— Tengo que ir a verlo…— trato de dirigirme hacia la puerta pero un ligero mareo me detiene a lo que Joe se acerca para llevarme de vuelta a la sala.

— No, mañana iremos a verlo. Ahora tienes que descansar, no debes presionarte ahora cariño, los bebés llegarán pronto.

— Es mi hermano de quien hablamos, Joe. Pudo haberse ido del país, haberse aislado, o tal vez él… — suelto un suspiro tembloroso alejando ese último pensamiento de mi mente.

Ey, mírame.— Joe acuna mi rostro entre sus manos — Mañana iremos juntos a su casa, seguro que debe estar bien. Ahora vamos a que te des un baño y duermas.


No sabría que habría hecho si Joe no hubiera estado tan dispuesto a acompañarme, seguramente hubiera sufrido un ataque de nervios en el camino y ni siquiera hubiera sido capaz de llegar a la casa. Así que me sentía muy segura con Joe a mi lado, claro que él parecía mas preocupado por mi, tal vez porque las cosas no terminaron muy bien entre él y Sam.

Joe tenía un pequeño resentimiento hacia mi hermano, porque fue él quien terminó por envenenar su mente y hacer desaparecer todo ese amor que sentía por mí para cambiarlo por odio.

— Amor, hemos llegado.

La voz de Joe logra sacarme de mis pensamientos y al volverme hacia la ventana puedo ver aquella casa a la que desde que era una adolescente jamás espere volver.

Y esta era la tercera vez que me encontraba aquí.

— Bien.— vuelvo la mirada hacia Joe y desabrochando el cinturón de seguridad trato de bajar del auto.

— Espera, ¿No quieres que te acompañe? — Joe me detiene sujetando mi mano, me detengo un momento a ver nuestro agarre y después levanto la mirada lentamente mirando sus ojos avellana.

— Es mejor que vaya yo sola, esto es entre él y yo.

El castaño rojizo parece sentir la seguridad en mis palabras y asiente.

— Ok, pero si en diez minutos no estás de vuelta entraré y llamaré a la policía antes.

Me río ligeramente ante sus palabras y entre medio del acto acorta la distancia entre nosotros uniendo sus labios con los míos en un cálido y tierno beso. Me aferro a su cuello y una vez que nos separamos pega su frente con la mía.

— Te veo en unos minutos amor.
Joe asiente y despego mi frente de la suya mirando sus ojos una vez más.

— Ten cuidado.

Con aquellas palabras bajo del auto y emprendo el camino hacia la casa de mi infancia, en cada paso que doy siento una pizca de seguridad junto a la atenta mirada de Joe detrás de mi.

Al llegar a la puerta llamo con el timbre un par de veces pero nadie responde, miro desde el pórtico a Joe quien se mantiene atento en el auto y asiento en señal de estar bien. Me vuelvo hacia la puerta y al intentar abrirla está cede, sin pensarlo mucho me adentro a la casa cerrando la puerta detrás de mi.

En el pasillo todo se encuentra en su lugar, comienzo dando pequeños pasos por el sitio, adentrándome más en la casa.

— Sam.— lo llamo en voz alta, dando pasos dudosos hasta encontrarme en la entrada de la sala.

Pedazos de cristal se encuentran por todos lados, trozos de botellas rotas se encuentran por los muebles y el piso, vasos de cristal con líquido aún sobre cada rincón y muchos papeles tirados por todos el sitio. Con el corazón latiéndome con fuerza sigo adentrándome hasta que en una esquina encuentro  mi hermano recostado de lado sobre el suelo, dando la espalda a donde yo me encontraba.

— ¡Sam! — me aproximo hasta él y me agacho a su altura como puedo para comenzar a moverlo.— ¡Sam! Por Dios, responde. ¡Sam!

Un movimiento brusco de su parte hace que me golpe en el rostro con la mano y me haga caer sobre mi trasero con fuerza en el suelo. El golpe me aturde un poco y apenas puedo ver cómo se incorpora tambaleándose hasta que al girarse su mirada da conmigo en el suelo.

— ¿Qué carajos haces aquí? — murmura en un tono irritado.

— ¿Que qué hago aquí? — el pecho se me oprime y lucho con las lagrimas que buscan salir — ¡Creí que te había ocurrido algo malo!

Mi hermano parece divertido por mis palabras mientras su mirada me escanea de pies a cabeza, mientras aún me encuentro sobre el suelo.

— ¿Y esperas que me lo crea? ¿O solo has venido a restregarme tu felicidad en la cara?

Con ayuda de uno de los muebles en el cuarto logro ponerme de pie y mirar a mi hermano frente a frente.

— Ahora que estoy aquí deberíamos hablar.

— No tengo nada que hablar contigo.

Antes de que pueda decir algo más Sam se aleja y comienza su camino hacia el lado contrario de la habitación.

— Sam.— intento hablarle mientras lo sigo por la casa.— Sam, por favor. No quería que esto pasara, Sam, somos hermanos, sé que a mamá y papá no les gustaría vernos así.

Llegamos hasta la cocina donde Sam se detiene a la mitad y me mira con seriedad.

— Bueno, hermanita, si a nuestros padres no les gustará vernos así nunca nos hubieran separado en un principio.—  vuelve a darme la espalda y busca cosas ente la alacena.

— Sabes algo, no te odio por haber sido mi hermana, ni mucho menos haber existido o algo así. Lo que si odio es que hayas venido a quitarme todo lo que yo quería.

Camino hacia él con mi mano extendida en busca de tomar su hombro y al sentir mi mano Sam se gira, de ahí todo pasa muy rápido.

Al estar frente a frente un dolor punzante me invade el cuerpo y vuelve a presentarse en una parte baja, mi mirada baja por el pecho de mi hermano y se pos sobre su mano derecha en la que sostiene el cuchillo que de encuentra incrustado en una parte baja de mi vientre.

Un fuerte jadeo abandona mis labios y pronto Sam saca el cuchillo a lo que pronto la blusa holgada que llevo comienza a tornarse de un color carmesí, llevo mi mano temblorosa mientras veo la sangre expandirse por mi ropa. Levanto la mirada hacia Sam y comienzo a retroceder con torpeza cuando lo veo aproximarse con el cuchillo en mano hacia mi.

— Odio que hayas desobedecido lo que te dije cuando eras más pequeña.— comienza a hablar mi hermano mientras me apunta con el cuchillo y sollozos salen de mis labios ante el temor que se hace presente.

— Sam, basta.

— Odio que cuando mi vida iba bien tu volvieras y lo arruinaras todo.

— Por favor, Sam.— miro rápidamente mi herida la cual continúa sangrando llenando mi mano del líquido carmesí.

Sigo alejándome de mi hermano hasta volver a la sala donde piso una botella que me hace caer de espaldas al suelo golpeando mi cabeza. Mi vista se nubla un momento y al volver a enfocarse veo a mi hermano acercándose a lo que como puedo me arrastró retrocediendo en el suelo dejando pequeñas manchas de sangre por el suelo.

— Sam, basta.— le suplico nuevamente con las lagrimas cayendo por mi rostro, sintiendo como la sangre seguía brotando de la herida.

Mi hermano se acerca a tomar una botella de alcohol medio vacía a lo que la arroja al suelo cerca de mi a lo que me protejo de los cristales que sales disparados en mi dirección.

— Odio que te hayas quedado con la última persona que me quedaba en la vida. Tu me quitaste a quien quería, y ahora yo voy a quitarle a él a la persona que más quiere.

Miro a través de las lagrimas a mi hermano, quien en su mirada ya no parece ser él, ese chico dulce y responsable que estaba dispuesto a cuidarme de todo mal. Ahora, de pie frente a mi se encontraba un completo extraño que estaba por dejarme morir desangrada y que tal vez me cortaría la garganta.

Lo veo sacar un encendedor y al crear una chispa de fuego lanzarlo hacia donde los restos de la botella los cuales rápidamente se encienden. Lucho por alejarme del fuego pero siento como me sujetan por el tobillo adentrándome más a donde se aproximan las llamas.

— Maldigo a mi padre por no haberte mantenido más lejos.

Las manos de Sam van hacia mi cuellos y comienza a asfixiarme a lo que siento un chillido de horror.

— ¡Basta, basta!

Trato de golpearlo con mis manos pero no parecen hacerle nada, así como el punzante dolor de la puñalada me hace retorcerme de dolor.

— La única persona que amaba era Joe, y también lograste alejarlo de mi lado.

Su confesión me golpea con fuerza y todo parece unirse en mi mente mientras el oxígeno sigue abandonado mis pulmones.

Era eso.

Sam estaba enamorado de Joe, siempre lo estuvo. Por eso siempre quiso mantenerme lejos de él, por eso jamás hizo una vida en la que su amistad con Joe se viera afectada. Mi hermano amaba a Joe y no buscaba confesarlo, solo esperaba que se quedara en su vida, hasta que volví yo y arruine todo.

— Y ahora Joe no tendrá a ninguno de los dos. Como debió haber sido siempre.

Mis manos seguían débilmente buscar apartarlo de mi. El humo comenzó a hacerse presente y las llamas del cuarto incendiándose iluminaban el rostro de mi hermano que tenia una mirada psicópata.

— Aquí se termina la última generación de los Wilson. Y la familia soñada de Joe también.

Tus bebés.

En ningún momento había dejado de pensar en ellos, rogaba por qué algún milagro lograra salvarlos.

Sam seguía con sus manos presionando mi cuello, hasta que en un momento de parte de mi inconsciencia sentí como lo apartaban de mi y pronto comencé a toser en busca de oxígeno.

Mi vista cegada por el humo que se expandía por la habitación, una de mis manos yendo hacia la herida de la cual seguía brotando sangre, y unas manos posándose en mi rostro y el sonido de una voz que no lograba escuchar con atención.





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*Suelta un gritito de emoción*

Finalmente lo saben!!

Dejen sus gritos y comentarios aquí, nos leemos mañana en el capítulo final y epílogo :')

Las tqm

White Lies [Joe Mazzello Y Tú] COMPLETA ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora