White Lies [Joe Mazzello Y Tú] COMPLETA ✔️

Capítulo 34

34. Un invitado más.

Esto en verdad no está pasando.

Llevo un buen rato aquí esperando a Benjamín y no escucho nada más que... Nada, de hecho, no escucho absoluta mente nada.

La idea de salir y enfrentar a Joe por un momento se me pasa pero luego pienso en Ben, ya suficientes problemas le he causado sin malas intensiones y también temía de que si yo hacia eso el rubio se enfadaría y me terminaría hechando de su casa.

Y no estaba en una buena situación como para que pasara eso.

Así que trate de tranquilizarme y decidí tomar la maleta que Ben me había ayudado a traer a la habitación, la tomé sin tratar de hacer mucho esfuerzo y la lleve hasta un rincón de la habitación para que no estorbara. Me volví hacia la cama y tomo asiento en un costado, arrastro hacia mi la mochila sobre la cama y la abro para buscar las pastillas que estaba por tomar antes de que Joe llegara.

Y entonces entro en pánico cuando no encuentro estás.

Dejo la mochila sobre la cama y me encaminó rápidamente hasta quedar frente a frente con la puerta y miro esta con pánico.

Se me habían quedado las medicinas en el sofá.

Y ni siquiera puedo recordar en qué momento se me cayeron de las manos. Solo esperaba que aquello no causara algún problema. Y nuevamente vuelvo a irme a sentar sobre la cama. Dr vez en cuando podía escuchar las voces de los chicos aparentemente hablando normal, lo cual me relajaba en parte.

Enciendo mi celular para mirar la hora e inconscientemente suelto un pequeño bostezo. Apagando mi celular lo colocó sobre un pequeño mueble junto a la cama. Quitando la mochila de la cama recargo este en una esquina del mueble y deshaciendo mi peinado me pongo cómoda sobre la cama y poco a poco siento mis párpados comenzar a pesarme.

Y así, finalmente, me quedo dormida.

...

El sonido de voces masculinas acercándose por el pasillo hace que me despierte y me incorpore sobre la cama con rapidez.

— Gracias Ben, ¿Ya te dije que eres mi mejor amigo?

Y seguido escucho un fuerte sonido como si hubieran golpeado una pared del pasillo que te lleva a las habitaciones.

¿Estaba ebrio?

— Cuidado.

Puedo escuchar como los pasos continúan hasta dónde me encuentro yo y seguido estos se detienen. Entonces puedo escuchar claramente las voces:

— Bueno amigo, hasta mañana.

Y cuando veo como la perilla hace un movimiento apenas perceptible saliendo de la cama y tropezando en el proceso corro hasta la puerta en la cual me estampo y seguido le pongo seguro. Después puedo mirar cómo intentan abrir la puerta del otro lado y aguanto la respiración en espera.

— Oh, si... He estado teniendo problemas con esa puerta. Te llevaré a la mía.

— Confirmo, eres el mejor amigo de todo el mundo.