Capítulo 3

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3. Mariposas en el estómago.

Tal y como lo dijo el doctor, al día siguiente pudimos llevarnos a mamá a casa y le dijimos que debía tomar reposo.

Al parecer ella no recordó las palabras que me dijo en la habitación del hospital ya que cuando nos vio llegar por ella, nos dió su mejor sonrisa y nos pidió que no nos preocuparamos, que ella estaría bien. Y en parte yo también decidí dejarlo pasar, no sabía aún muy bien por lo que había pasado anteriormente, pero por lo que me había contado mi hermano había sido muy difícil así que por ello lo relacionaba a eso y a qué habían pasado años en los que no nos habíamos visto.

Estaba terminando de preparar la comida, mamá estaba arriba en su habitación guardando reposo como el doctor le había indicado. En la pequeña cocina se escuchaba una canción en español y yo me movía al ritmo de la música.

Te pone celoso si me ve con otro, yo hago lo que quiero, yo solo me la gozo, le hago roponpon...

Movía mi cuerpo al ritmo de la canción mientras tarareaba el coro. Mantengo mi mirada en la comida y apagó la estufa cuando veo que ya está lista, la canción finaliza y seguido escuchó un par de aplausos. Me giró con brusquedad y me pegó al otro lado de la cocina, mis ojos dan con unos ojos color aceituna los cuales me miran con una amplia sonrisa.

— Que buena bailarina tenemos aquí, no se lo que dijo la canción, pero también cantaste muy bien.

La vergüenza no me cabe en el rostro y abro y cierro la boca con torpeza ante las palabras de Joe.

— G-gracias — logro responder y el chico me da una linda sonrisa.

— ¿Aún no ha llegado Sam? — los nervios y la vergüenza cambian a decepción y niego intentando volver a pintar un sonrisa en mi rostro.

— No Joe, dijo que llegaría más tarde.

El castaño rojizo asiente y lo veo tomar asiento en un banco frente a la barra. Yo continúo en lo mío sintiendo la mirada del chico sobre mi, trato de mantenerme en calma mientras saco los platos  y cubiertos que necesitaremos.

— ¿Te quedas a comer? — finalmente dirijo la mirada hacia Joe y este me da una encantandora sonrisa que hace que las piernas se me debiliten.

— Por supuesto, déjame ayudarte.

Termino de poner la mesa mientras espero a que Joe bajé, al ofrecerse amablemente a subir a dejarle la comida a mi madre era lo menos que podia hacer.

Unos minutos después la comida ya estaba servida y cuando estaba a punto de sentarme ví al castaño rojizo aparecer por la puerta y darme una sonrisa. Tomo asiento al otro lado de la mesa frente a mi y miro con asombro y curiosidad la comida.

— Uh, comida latina.

Solté una risita y el chico me devolvió el gesto.

— Espero que te guste.

El chico asintió y tomando la cuchara probó un poco de la comida y después hizo un sonido con la garganta. Yo miraba atenta cada uno de sus gestos y por lo visto le había gustado ya que continúo comiendo gustoso, yo hice lo mismo mientras miraba de vez en cuando al chico. Nunca había pasado una comida tan a gusto como la que pase hoy con Joe, el chico si que era encantador y siempre lograba sacarte una sonrisa.

—  ¿Y qué tal tu vida en Colombia?

Cierro la llave y tomo un trapo para secar mis manos mientras me vuelvo hacia él.

— Bien, es un lugar maravilloso.

— Aún te quedó el acento — suelto una risita boba mientras veo al chico sonreír — y me gusta.

Poco a poco mi risa se va apagando mientras veo a Joe acercarse a mi. Me quedo quieta sobre mi lugar y lo veo detenerse frente a mí, siento los latidos de mi corazón acelerarse y me aferró al trapo entre mis manos.

Veo a Joe levantar su mano  con dirección a mí rostro y cuando estoy a punto de cerrar los ojos esperando su contacto escuchamos un ruido proveniente del pasillo. Rápidamente reaccionó y me apartó del castaño rojizo para quedar al otro extremo de cocina.

— ¡Llegue! — escuchamos una voz masculina y seguido vemos a mi hermano entrar a la cocina con un rostro de cansancio el cual cambio un poco al ver que lo me encontraba sola — Joe, hola.

— Hola amigo — el mencionado se acerca para darle un pequeño abrazo a mí hermano el cual corresponde — ¿Qué tal el trabajo?

Mi hermano suelta un ruidoso suspiro y toma asiento en un Bancomer frente a la pequeña isla.

— Fue algo ajetreado, como siempre.

— ¿Quieres comer? — mi hermano asiente mirándome rápidamente y yo me encargo de comenzar a calentar la comida para servirle a mi hermano.

El tiempo se me pasa rápido mientras escuchó a mi hermano conversar con Joe y yo vuelvo a recoger los platos y los lavo. Un rato después escuchó la conversación entre los chicos terminar y después unos pasos alejarse de el comedor.

— ¡Nos vemos _______!

Escuchó la voz de Joe en el pasillo y sonrío ligeramente.

— ¡Adiós! — me limito a responder y seguido escuchó a puerta principal cerrarse.

El recuerdo de el momento en el que fuimos interrumpidos por la llegada de mi hermano viene a mí mente y la vergüenza y tristeza me invaden, al igual que la curiosidad.

¿Qué hubiera pasado si Sam no hubiese llegado? 

White Lies [Joe Mazzello Y Tú] COMPLETA ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora