1. "A cambio"

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Las columnas de humo negro se alzaban en el horizonte, los escasos esfuerzos de su pueblo por apagar el incendio con tan poca agua, apenas habían servido para algo, pero a pesar de las pérdidas el reino ya no oponía resistencia a los invasores. Desde su ventana observó al ejército enemigo forzar la puerta del palacio, y esas lágrimas que había derramado por la reciente noticia del encarcelamiento de su hermano mayor, cesaron cuando se vió obligado a buscar fortaleza dentro de sí mismo y escapar.

—¿Príncipe...?— preguntó Karin, su leal sirvienta desde que tenía memoria, y quien junto a él, segundo hijo y doncel del rey Fugaku, había sido encerrada en los aposentos con el fin de protegerlo, o con la orden de suicidarse si los llegaban a atrapar.

Pero Sasuke no estaba dispuesto a entregar su vida tan fácilmente, otra vez caminó apresurado hasta la puerta y golpeó lo más fuerte que pudo, pero aquellas moles de madera tallada no se movían en lo más mínimo por los esfuerzos de un jovencito delgado de diecisiete años.

—¡Ayúdame! ¡No te quedes ahí parada!— ordenó severo, buscando con la vista algo en su habitación que sirviera para quitar las bisagras.

—Alteza, es imposible— lloriqueó ella, pero obedeciendo la orden.

Sasuke agarró un candelabro y después de desechar la vela amarilla, comenzó a golpear las bisagras con desesperación, no teniendo ningún tipo de resultado, y sobresáltadose cuando después de unos minutos, golpes fuertes se escucharon del otro lado.

—Están aquí...— jadeó compungido y notó que Karin se había hecho un ovillo en el suelo.

El príncipe se alejó de la puerta lo más que pudo, y cuando esta se abrió de par en par, tres soldados enemigos de armaduras rojas entraron espadas en manos.

—¡Premio!— bociferó uno al verlo, y otra vez, como anteriormente, se sintió devorado por ojos hambrientos —Tiene que ser de la familia real, ¡mira esa piel!

Él corrió inmediatamente hasta alcanzar una capa con el objetivo de cubrir más su cuerpo, pues solo llevaba pantalones anchos fruncidos en los tobillos y el torso desnudo, cubierto con una fina camisa de seda transparente. Apenas pudo alcanzarla, tiraron fuerte de su cabello y lo arrojaron al suelo con ojos humedecidos del dolor. Jamás había sido tratado de esa manera, pero aquellos enemigos de su reino, con los cuales llevaban una guerra de más de díez años, no tendrían clemencia y sobre todo con alguien de alta cuna.

—¡Suelten a su alteza!— gritó Karin desesperada, y Sasuke pensó por un momento que su súplica no valdría de nada, pero abrió los ojos sorprendido cuando los hombres se detuvieron en el acto.

—¡¿Qué creen que están haciendo?!— gritó un hombre de voz grave y severa.

—Capitán...— bramaron los tres, temerosos, y cuando el príncipe levantó la cabeza, vió a un militar enemigo de cabello castaño y largo, con ojos grises y de rostro bastante atractivo, pero que intimidaría a cualquiera.

—¡¿No ven que es de la realeza?! ¿Creen ustedes, pedazos de mierda, que tienen el mínimo derecho de poseer a alguien así?

—¡No capitán!— gritaron en conjunto y avergonzados.

—¡Si el sultán se llega a enterar, los castrará y convertirá en eunucos! Tomen a los prisioneros y llevenlos al gran salón, su alteza orderá que hacer con ellos— ordenó y se fué.

Dentro de todo aquel tormento, el mandato le sumió en un momentáneo alivio, pero aún no estaba exento de peligro. No sabía que sería de su vida, pero lo más probable es que no pasara la noche. El sultán Uzumaki tenía fama de ser déspota y frío. Cuando tomó el poder, la guerra que hasta el momento había sido igualitaria, cambió drásticamente y en solo un año, ya el ejército de su padre había sido arrasado sin dejar sobrevivientes.

El favorito del Sultán (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora