20. "Elegido"

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Le avergonzaba que el sultán lo cargara de esa manera, pero a la vez sentir su fortaleza y la vista de su espalda musculosa desde esa posición, despertaba sus deseos más bajos. Contrario a lo que creyó, no lo llevó a la enorme y acolchada cama en el centro de la habitación, sinó hacia un cómodo sillón de tapizado bordado. Allí lo bajó muy lentamente, haciendo rozar sus cuerpos mientras con sus labios acarició su mejilla.

—Cada vez que veo tu bello rostro, cualquier preocupación que pueda tener, se aleja de inmediato. Eres mi descanso y mi desvelo— murmuró cerca de su oído y luego se alejó, dejando una brisa fría en donde había estado. Sasuke lo siguió con la vista cuando el monarca lo rodeó, estremeciéndose debido a esa costumbre de su esposo de acariciar con los dedos su cintura y columna, casi siempre expuestas. Luego se sentó y desató sus pantalones, mostrando con descaro su miembro casi endurecido del todo y una sonrisa ladeada —Arrodíllate ante tu sultán...— ordenó y el tono que usó le hizo temblar las piernas.

El príncipe obedeció casi de inmediato; en un par de meses le había hecho varias felaciones, pero nunca a la luz del día, donde podía ver claramente cada detalle de la erección de su esposo. Inconscientemente, ya teniéndolo cerca, relamió sus labios, lo que divirtió al monarca, excitándolo aún más al atisbar su lengua.

—Está goteando— observó en voz baja, Naruto resopló un poco ansioso y luego jadeó cuando Sasuke embarró la punta de su dedo índice y lo deslizó en círculos sobre la piel rosada y terza de su glande.

—Mételo en tu boca— raspó deseoso y reclinó la cabeza en el sillón cuando Sasuke lo hizo.

—¿Así?— preguntó, su voz vibrando cálida sobre el pene del sultán.

—Sí...— jadeó complacido y luego sus manos apretaron los apoyabrazos tras el príncipe comenzar a mamar con avidez.

—El sabor de mi esposo es exquisito, el solo probarlo hace que me excite— confesó.

—Tócate también— indicó, estirando la mano y masajeando suavemente el lóbulo de su oreja, luego acomodando uno de sus mechones oscuros destrás es esta.

Sasuke asintió aún con el miembro en la boca y deslizó la mano a través de la faja de su pantalón de seda, para alcanzar su erección, que también había comenzado a mojarse. Su gemido de placer se escuchó apagado, como los que le siguieron a ese; la vista del gran monarca siendo sometido a sus acciones con el ceño fruncido y los labios entreabiertos y jadeantes, era lo más excitante que había presenciado. Si seguía así, empaparía sus ropas, así que se separó un momento y se puso de pie, para bajar sus pantalones rápidamente, pero ni siquiera le dió tiempo para sacarlos de sus tobillos, pues el sultán se puso de pie y lo reclinó sobre el sillón, con su trasero muy empinado.

Su gemido se escuchó en toda la habitación, cuando sintió la lengua del monarca deslizarse entre sus nalgas y luego detenerse en su entrada, mientras aquellas manos grandes y duras de entrenar, se apoderaban de la piel de sus caderas. Cuando sus rodillas fallaron a causa de la debilidad, Naruto lo empujó un poco, haciendo que las apoyara sobre el sillón y elevara su torso, disfrutando de la curvatura seductora de su espalda, por la que subió dejando besos húmedos y suaves mordidas hasta llegar a su nuca y presionar la punta de su erección antes de penetrarlo con lentitud.

—Me temo que cuando te conviertas en haseki, nunca dormirás en tu cama. Mi deseo por tí es insaciable— reconoció el monarca y Sasuke sonrió levemente, antes de jadear e inclinar la cabeza hacia atrás, apoyándola en su hombro —Te pediré cada noche, te besaré y adoraré...

—Si el sultán hace eso, seré el ser más feliz del mundo. Solo a mí; quiero que sea solo mío hasta el día que muera...

—Ya lo soy, y si mueres, te seguiré ¿Qué caso tiene vivir en un mundo donde no existas?— preguntó en tono dulce y luego lo atrajo hacia él, pegando su espalda a su pecho y profundizando su unión todo lo que pudo, arrancándole un quejido adolorido —Pondré muchos hijos en tí, nacerán hermosos e inteligentes...

—¿Tendré que compartirlo?— protestó con pena fingida y luego giró un poco su cabeza cuando el sultán se inclinó y buscó sus besos, acelerando las embestidas en su cumbre de excitación.

—Que esposo incorforme— rió sobre su boca antes morder su labio inferior —¿Me pedirá al cielo algún día?

—¿Para qué hacerlo, si ya me siento en él cada vez que el sultán me ama...?— preguntó con voz jadeante y luego gimió su orgasmo, manchando la silla y segundos después, recibiendo el del monarca junto a su gruñido de alivio.

****

El sultán le había pedido que usara sus mejores ropas, pero Sasuke, queriendo ponerse la tiara de rubies que le había regalado a su llegada, obtó por unas discretas en tono vino, pero que hacían que el tono blanquecino de su piel resaltara divinamente.

Tomando valor, dejó su habitación y llegó al pequeño comedor, donde ya se encontraban la valide, Gaara y la primera esposa, quien al verlo, volteó el rostro. Pero no se dejaría intimidar, así que la ignoró y mantuvo una conversación formal con la valide hasta que el sultán llegó. Para sorpresa de los presentes, incluso de la servidumbre, su vestimenta no era negra, sinó blanca y dorada, con un turbante a juego. Sasuke vió a la sultana retener un sollozo de felicidad, sobre todo cuando su hijo le besó las manos con reverencia, ambos diciéndose mucho con una mirada. Había abandonado el luto sin aviso, y ahora lucía mucho más joven y relajado.

Después de recibir los saludos de todos, se sentó en el bajo trono de cojines y sus esposas se arrodillaron frente a él, esperando por sus palabras. Ni siquiera esperó que la comida fuese servida, y solo pidió vino antes de comenzar a hablar.

—Estoy realmente feliz hoy— confesó, para luego beber un trago y dedicarle a sasuke una mirada cariñosa.

—Me alegra escuchar eso, majestad— dijo Gaara y él asintió.

—¿A qué se debe, sultán?— preguntó Hinata y Sasuke notó como la valide miraba a su hijo.

—Mi padre escogió a su primera haseki muy temprano, arrepintiéndose luego cuando se casó con mi madre. Por eso no quería apresurar mi elección— reconoció —Me preguntaba por qué debía guiarme para hacerlo. Quería satisfacer al pueblo, pero también encontar a alguien que me trajera satisfacción. Al fin he tomado mi decisión y espero que la respeten como respetan mi persona, pues es mi corazón quien ha elegido— Sasuke apretó su ropa, muy nervioso, y cuando miró a un lado, encontró a la primera esposa mordiendo su labio inferior con tanta fuerza, que no le sorprendiería si de un momento a otro comenzaba a sangrar —Mi felicidades se debe a que príncipe Sasuke reinará a mi lado, él será coronado como mi haseki y su primogénito heredará el trono, el legado de mis antepasados y el mío propio.

—¡No puede hacer esto!— exclamó Hinata, poniéndose de pie y sobresáltado a los presentes, pero el sultán se quedó quieto con una expresión fría, como si ya supiera lo que iba a aconteser —Me he esforzado toda mi vida para ser su compañera, ¿acaso no es feliz conmigo? ¿Las palabras de amor que me recitó, fueron mentiras?

—Siéntate...— ordenó serio.

—Es injusto, eligiendo a un jovencito en mi lugar. Inmaduro, infantil, que pone su vida en riesgo por un gato y a prueba su paciencia ¡El sultán está equivocado, abra los ojos...! ¡Es un ciego que no ve más allá del placer del lecho!

—¡Cierra la boca!— bramó —¿Cómo te atreves a poner en duda mi capacidad? ¿Cuándo te prometí el sultanato? ¿Cuándo te colocaste tú sola, la corona frente a un espejo de vanidad? Eres cínica y fría, ambiciosa; y sí, siento cariño hacia tí, ninguna de mis palabras fueron mentiras, eres mi esposa y te debo atención, pero no mi corazón— reprendió y en la estancia solo se escucharon los sollozos de Hinata.

—Entonces acabe con mi vida, si ha destrozado todos mis sueños e iluciones, y ya ni siquiera me visita en las noches.

—No cederé ante tus patéticas manipulaciones. Si no quieres permanecer aquí, eres libre de irte de regreso con tu familia— dijo el sultán y ella abrió enormes sus ojos grises.

—¿Y llevar una vida de desonra?— inquirió —El sultán no me deja salida...

—¡Hinata, ya basta!— regañó la valide.

—Lo felicito por su decisión, alteza— dijo Gaara al notar que la primera esposa se había callado su furia, y luego giró hacia Sasuke —Serás un maravilloso haseki.

El príncipe se permitió sonreir un poco ante los buenos deseos y luego recibió el abrazo de Gaara, encontrándose con la expresión sorprendida y satisfecha del sultán al ver la escena.

El favorito del Sultán (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora