7. "Impaciencia"

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—¿Todas estas flores las sembraste tú?— preguntó Sasuke sorprendido, arrodillado delante de canteros sembrados de margaritas, violetas, azucenas y otras tantas plantas coloridas y hermosas. Gaara estaba a su lado, y las criadas de ambos los ayudaban a limpiar de hojas secas las flores.

—Sí, el sultán destinó esta área para mí. Me gusta mucho cultivar — confesó el segundo esposo con una sonrisa dulce que a Sasuke le había comenzado a parecer familiar. Después de las clases en la mañana, el pelirrojo lo había invitado a pasar el rato, y a falta de algo para hacer, ya que les habían dado el resto del día de ocio, aceptó sin más —¿Te agradaron las que te envié de regalo?

—Mucho, están a un lado de mi cama en un florero, aunque ya pronto habrá que cambiarlas— confesó.

—Las repondré por tí— ofreció Gaara amablemente —Ahora que te conozco un poco más, puedo decir que las rosas rojas van mejor contigo. Son intensas y tienen mucho porte; una flor orgullosa.

—¿Me halagas?

—¿No lo parece?— preguntó risueño —Me has agradado mucho, Sasuke, sobre todo porque el sultán se ve interesado. No acostumbra besar a nadie en medio del jardín— rió y el príncipe enrojeció de repente —No los estaba espiando, solo subía a mi habitación en ese momento— aclaró.

—Tú... ¿No te molesta eso?— preguntó y miró un momento a Ino, viéndola negar disimuladamente ante su pregunta desacertada.

—No me molesta. El sultán merece un haseki que esté a su altura, y yo no puedo ocupar ese lugar— murmuró lo último, bajando la cabeza y removiendo un poco la tierra con sus manos —Estoy de tu lado, no me agrada Hinata— soltó una pequeña carcajada.

—Lo siento, pero no estoy inte...— fué a responder, pero se detuvo al escuchar un maullido bajo y lastimero— ¿No oyes eso?

Gaara prestó atención y luego negó.

—¿Qué es...?

—Creo que un gato— señaló y se puso de pie, sacudiendo sus manos con palmadas.

Pronto comenzó a buscar al felino escondido entre los arbustos, y con él las sirvientas y hasta el mismo Gaara. Sasuke siguió escuchando el triste maullido, pero no encontraba al animal por ninguna parte. Salieron del jardín posterior, rodearon el palacio y cerca de la plataforma donde ensayaron danza el día anterior, el príncipe encontró una pequeña gatita negra agazapada. Con una sonrisa se acercó lentamente, pero la felina siseó asustada y se echó a correr, haciendo evidente una cojera en una de sus patas traseras.

Sasuke la siguió intentando alcanzarla; desde niño le gustaron los felinos, y sentía verdadera lástima por aquel animal herido, incluso alejándose de los demás e ignorando el llamado del segundo esposo. Persiguió a la gata entre las plantas y luego a través de unas rejas tan cubiertas de enredaderas, que apenas se veían. Por su delgadez no le fué difícil cruzar entre los barrotes, y al fin la alcanzó, pero cuando levantó la vista y se dió cuenta de donde estaba, se petrificó.

Delante de él habían al menos veinte soldados, y entre ellos el sultán, entrenando, con su torso desnudo, una espada en su mano y sin turbante. Los hombres, al verlo, de inmediato se dieron la vuelta al unísono y bajaron la cabeza, haciendo que el monarca se extrañara y girara sobre su eje. Sus ojos azules se abrieron enormes al notar la presencia de Sasuke, quien llevaba a la gata negra entre sus brazos y no se había movido un centímetro. Solo cuando lo vió soltar la espada y caminar con el ceño fruncido hacia él, el príncipe exhaló y comenzó a temblar, percatándose de que había mostrado su rostro a otros hombres y en presencia de su esposo.

El sultán, al detenerse, vió como Sasuke escondía su cara lo más que podía con una mano temblorosa y se encogía ante su presencia.

—Sultán...— sollozó, pero no escuchó regaño, sinó que sintió el brazo del monarca alrededor de su cuerpo y luego como este lo levantaba en brazos y caminaba hacia el Palacio de Jazmines.

El favorito del Sultán (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora