34. "Dulce como almíbar"

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La vista de aquel hombre poderoso sentado sobre cojines y apoyando un codo en la mesa baja en su costado, mientras bebía vino, tenía al haseki seducido y ansioso por la promesa que le había hecho el sultán hacía un rato. El albornoz con el cubría su cuerpo estaba abierto, exponiendo grandes y entrenados músculos, que a la luz amarillenta de las velas en su habitación, lucían dorados y hermosos. El sultán sabía que Sasuke lo observaba mientras comía, pero solo disimulaba una risita divertida detrás de su copa y le devolvía las miradas sin ningún tipo de reparo, mostrando una seguridad aplastante en su poderío.

—¿Tanto dulce comerás?— preguntó.

—Ya he comido suficiente carne y vegetales— justificó —El sultán me reprende por mi comida, pero manda a preparar los postres que me gustan— señaló entonces limpiando sus manos con una servilleta, pero se quedó muy quieto cuando Naruto estiró la suya y limpió su barbilla embarrada de almíbar de anís, para luego llevar el dedo a su boca y chuparlo.

—Me complace ver las expresiones que pones— rió —Pareces un niño pequeño— señaló y luego se acercó más a él, haciendo que Sasuke mirara con más deseo su torso expuesto —¿Por qué me miras así? No tengo un dulce sabor— dijo de repente, poniéndolo muy rojo.

—Su majestad... es mi comida favorita— murmuró mordiendo su labio y reteniendo una risita pícara.

—¿Es cierto eso?— preguntó el monarca y relamiéndose, quitó su albornoz y se inclinó un poco hacia atrás apoyándose en una de sus manos, para luego alcanzar el recipiente de almíbar.

Bajó la vista incrédula y excitada del haseki, el espeso líquido corrió en un hilo dorado sobre los músculos del sultán. El reto en los ojos azules lo inquietó, pero apartó su timidez y sentándose sobre sus piernas, se inclinó a lamer su piel. Naruto jadeó ante una mordida y luego rió algo ansioso cuando Sasuke, totalmente ensimismado, fué bajando hasta el borde sus pantalones.

—Es tan delicioso, mi sultán— exclamó mientras limpiaba cada músculo de su abdomen, para luego levantar la cabeza y mostrarse expectante.

—¿Más?— preguntó Naruto y al ver su asentamiento, le indicó con la barbilla que bajara sus pantalones. Sasuke lo hizo, liberando una vigorosa erección que también fué bañada en dulce para luego ser engullida sin mesura por el haseki —Lento...— se quejó, algo agitado —¡Ngh...! Ojalá se me hubiese ocurrido esto antes— confesó divertido y al encontrarse con los ojos rasgados y llorosos de Sasuke, junto a la visión de sus labios suaves deslizándose por su miembro, el sultán gruñó lascivo.

—Otra vez— rogó el haseki limpiando sus comisuras con la lengua, pero el monarca negó y lo guió hasta acostarse sobre los cojines.

—Es mi turno— mencionó y de un tirón deshizo el lazo que ataba el albornoz claro del haseki a su cintura.

Nuevamente el almíbar corrió, ahora sobre la pálida y suave piel de Sasuke, bañando sus pezones e incluso su ombligo. El sultán dejó el recipiente sobre la mesa y luego inclinó su gran cuerpo sobre su esposo, mirando sus ojos antes de alcanzar uno de sus pezones y succionarlo. Lo lamió lentamente, provocando que se endureciera y luego saltó al otro, escuchando con satisfacción los gemidos del haseki.

—Más abajo...— pidió un poco tembloroso y el sultán obedeció, limpiando con besos todo el camino hasta la erección del doncel, que luego de ser expuesta, fué bañada también en almíbar y mamada con lujuria, mientras las grandes manos del monarca sujetaban con firmeza sus caderas —Es muy rico...— jadeó entrecortado y sintió la risita de Naruto.

—¿Muy rico? Mi haseki es todo un manjar— bramó, mientras ágilmente se despojaba de su ropa, pero Sasuke, notando la enorme musculatura de sus hombros tensarse mientras recibía tanto placer, encorvó su columna y terminó llegando sobre los labios, lengua y mejillas del Sultán. Al ver lo que había hecho, abrió enorme los ojos, muy avergonzado, pero su pena quedó olvidada cuando Naruto tragó y se relamió otra vez con una sonrisa ladina— Sí, todo un manjar— repitió y abrió más sus piernas, colocando su erección y luego empujando lentamente, arrancándole un sonoro gemido adolorido, el que fué seguido por uno ahogado cuando tocó su fondo.

—Se siente... muy grande— lloriqueó.

—Porque lo es— señaló prepotente y divertido, inclinándose a besarlo mientras lo montaba con sinuosos movimientos de sus caderas.

El sultán buscaba su lengua sin mesura, la empujaba con la suya, luego la succionaba, hacía lo mismo con sus labios dejando suaves mordidas y manteniendo al haseki en un estado obnubilado, sintiendo que se derretía en los brazos del hombre más poderoso del mundo. De repente todo a su alrededor se movió, y entonces se percató de que el monarca lo había cargado y después de apartar sin cuidado la vajilla sobre la mesa, derramando todo al suelo, lo dejó allí y sin salir de él, se puso de pie, apoyando una rodilla sobre la madera para penetrarlo con fuerza y desesperación, llevando al doncel a la exquisita locura y provocando su segundo orgasmo.

—Naruto...— lloriqueó.

—¡Todavía no!— gruñó sin ceder ni un poco en sus embestidas. Al contrario, sujetó una de sus piernas, clavando los dedos sobre su piel y golpeó fuerte, otra vez inclinándose sobre sus pezones sonrojados, mientras Sasuke sentía que era consumido por la lubricidad del sultán. Fué tan intenso, que cuando sintió al fin el líquido caliente que llenaba su interior, el haseki se corrió una tercera vez junto al monarca —¡Aghh... Sasuke!— gruñó poderoso y pegó un golpe sobre la madera, mientras las duras contracciones en su cuerpo aún lo azotaban e instaban a dejar su semilla más profundo.

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—Ha avanzando mucho, Haseki— halagó el bostanci a la vez que intentaba defenderse de los ataques del doncel, quien con dos cuchillos largos y una increíble flexibilidad, no lo dejaba distraerse un segundo.

—¿Eso crees?— preguntó orgullo de sí mismo, aunque por más que quería no lograba ganarle al experimentado guerrero.

Sin embargo, a su entrenamiento otra vez llegó Gaara, quien se había hecho un espectador frecuente en los últimos meses. Rápidamente lo saludó con una sonrisa y siguió en la pelea, pero a los pocos minutos otra persona apareció y besó el cabello del segundo esposo, distrayendo al bostanci y haciendo que Sasuke cortara sin querer sobre su brazo.

—Lo siento— dijo el haseki, un poco asustado y acercándose rápidamente.

—No es nada, alteza. Solo un rasguño, ¿ve?— le enseñó la herida que apenas había dejado un par de gotas de sangre sobre su ropa. Sasuke suspiró aliviado y sonrió, buscando entonces el motivo de la distracción de Neji y viendo a su esposo.

—¡Sultán!— exclamó felíz y corrió hasta él, después de arrojar sus armas al suelo, siendo recibido en un abrazo fuerte cuando saltó y rodeó su cintura con las piernas —¿Me vió?

—Sí, eres muy talentoso, hasta a mí me cuesta trabajo poner a Neji en un aprieto.

—¿En serio?— preguntó animado con una enorme sonrisa bajo su velo, el que Naruto levantó un poco después de asentir y lo besó sobre los labios, provocando que los presentes bajaran la cabeza —¿Ya terminó con su trabajo?

—Tengo unos minutos y quería verte— confesó, dejándolo suavemente en el suelo.

—¿Puede entrenar conmigo?— preguntó solícito.

—¿Eso quieres?— indagó divertido y Sasuke asintió con energía, tirando de su mano hasta la tarima —Te advierto que no tendré clemencia porque te ame.

—Mejor aún— dijo confiado al subir, a la vez que Neji le cedía su lugar al sultán con una reverencia y se quedaba a un lado del segundo esposo, con sus hombros tensos.

El favorito del Sultán (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora