13. "Larga espera"

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—Siembren los lirios más cerca de la fuente, necesitan más agua. Las rosas alejadas de las veredas, es bastante molesto que las espinas se enganchen en la ropa— ordenó Sasuke a uno de los eunucos, sentado en un banco junto a sus sirvientas, y disfrutando de la compañía de Tamya, quien después de comer había quedado dormida panza arriba.

—Sí, alteza— respondió el eunuco y con una reverencia se alejó. Sasuke lo vió irse y luego hacer otra reverencia ante la valide, quien se acercaba, y rápidamente le hizo una seña para que no se pusiera de pie.

Al Karin e Ino alejarse una distancia respetuosa, la sultana se sentó a su lado e inhaló el aire fresco.

—Has hecho un magnífico trabajo con los jardines, se ven hermosos como nunca han estado— halagó.

—Gracias, madre...— dijo en baja voz y otra vez se quedó mirando hacia la reja de entrada —¿Hay alguna novedad del sultán?

—Nada desde la última carta que me envió— respondió ella y Sasuke apretó sus labios, recordando el escrito del sultán, donde informaba que la rebelión era más grande de lo que esperó, y no solo estaba situada en un lugar —No te preocupes tanto, las malas noticias son las primeras en llegar. Me alegra verte mostrar interés en él.

—Es mi esposo...— murmuró.

—Tú y yo sabemos que eso no es relevante en los asuntos del corazón, aunque las leyes digan que tienes la obligación de amarlo.

—¿Por qué madre aboga tanto al amor? ¿No es más fácil mantener el sentimiento a un lado? Pensar que no soy el único en el corazón del sultán, duele. Sería más fácil, como al inicio, solo resignarme a mi suerte; pero desde hace un par de meses la inconformidad me ha estado enfermando, hasta el punto de que a los amigos de corazón de oro, los encuentro insoportables.

—¿Hablas de Gaara?— Sasuke asintió.

—No se merece ni uno solo de mis malos deseos, y sin embargo, lo aborrezco. Que sea diana del afecto y las sonrisas del sultán, me enloquece— confesó bajando la cabeza para evitar mostrar sus ojos aguados —No me gusta amar, madre, siento que me hace una mala persona.

—Veo que aún no valoras lo suficiente tus sentimientos ¿No eres merecedor también, de las sonrisas del sultán?

—Solo he recibido atenciones de su parte. De sus labios no ha salido una palabra que pueda considerar cruel, hacia mí ¿Cree, madre, que algún día me sonría de la misma dulce manera que lo hace con él?

—No lo hará— dijo la sultana seriamente y tras Sasuke retener la respiración, desilucionado, ella alcanzó su mano y la encerró entre las suyas —El sultán no te considera un amigo, y tampoco quiere eso de tí. No te preocupes tanto por Gaara...— y como si lo hubiesen llamado, el pelirrojo apareció al final del sendero y luego de sonreír, se acercó animado, llevando su acostumbrado velo sobre el cabello corto.

—Madre...— saludó con una reverencia al llegar.

—¿Vienes a descansar al jardín? ¿Ya terminaste tus tareas?

—Así, es— sonrió —Venía a ver si Sasuke me dejaba jugar con Tamya un rato— dijo mirando al príncipe, quien mantuvo su rostro serio.

—Bueno, tengan un rato de ocio, pero ocupense de estar listos para las lecciones de la tarde— dijo la sultana y se marchó, siendo su lugar ocupado por Gaara, quien acarició la panza de la somnolienta gata.

—En realidad venía a darte las gracias— dijo el pelirrojo.

—¿Por qué?— preguntó Sasuke.

—Has hecho remodelaciones en cada rincón de los jardines, pero mis sembrados los dejaste al margen— explicó.

El favorito del Sultán (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora