3. "El Palacio de los Jazmines"

6.1K 794 95
                                    

Aquel hombre derrochaba una confianza absoluta, su cuerpo enorme ocupaba más de la mitad del lecho de la tienda. No le importó estar en presencia de un antiguo enemigo, y simplemente se quedó profundamente dormido. Sasuke, quien apenas podía respirar, exhaló aliviado cuando escuchó ronquidos muy bajos, provenientes del sultán. Solo entonces se atrevió a moverse y lo observó: era muy atractivo, y no podía tener más veinticinco años, aún así, las personas le tenían un respeto abrumador, e incluso su padre temía solamente al escuchar su nombre.

Dormido, podía decir que no se parecía al monarca cruel que vió por primera vez con una espada ensangrentada, y el hecho de que no lo haya tocado en su noche nupcial, comenzó a sembrar en Sasuke curiosidad respecto a con quien se había casado; pero el día había sido tan estresante, que al poco rato se acomodó sobre los cojines, teniendo cuidado de no tocarlo, y se durmió. El calor del desierto fué el que lo despertó, pues el sol sobre la lona de la tienda era implacable. Antes de abrir los ojos se relamió los labios debido a la sed y luego se incorporó, percatándose de inmediato que no estaba en su habitación.

—Es cierto...— murmuró cuando las imágenes de lo sucedido pasaron por su mente, refrescando sus recuerdos.

—¿Qué es cierto?— la voz del sultán lo hizo tensar los hombros y sentarse con rapidez. Él estaba de pie, acomodando su capa sobre los hombros y mirándolo fijamente. Sasuke no contestó, sinó que hizo una reverencia y otra vez bajó la cabeza, rehuyendo a sus ojos, hasta que un sonido metálico llamó su atención y cuando descubrió que era, retrocedió temeroso al ver que el sultán se había arrodillado con una daga enjoyada en su mano —Apártate un poco— ordenó, y no tuvo que repetirlo.

Los ojos del príncipe se abrieron sorprendidos cuando con un gesto rápido, el monarca cortó la palma de su mano y dejó caer varias gotas de sangre sobre los cojines y la alfombra acolchada donde habían dormido.

—¿Qué hace?— preguntó de repente, muy confundido.

—Evitar habladurías— respondió el sultán y luego sacó un pañuelo de sus ropas y se lo dió —Átalo...— pidió y tendió su mano herida.

Sasuke dudó un momento y miró las manchas rojas, entonces comprendiendo al fin el objetivo del monarca. Tomó el pañuelo y comenzó a atarlo delicadamente.

—El sultán cree que sus criados son tontos, descubrirán la herida en su mano— murmuró.

—¿Ésta herida de batalla?— preguntó sarcástico —Lo que yo diga, es lo que es. Todavía no ha nacido quien pueda desmentirme— el príncipe al apretar el nudo, se atrevió a levantar la vista —¿O quizás debería hacer de esta mentira una realidad?

—Yo...— balbuceó nervioso, retrocediendo un poco y cerrando los ojos con fuerza cuando le acarició una mejilla con su dedo índice.

—Será nuestro secreto— fué lo último que dijo antes de incorporarse y dejarlo solo en la tienda.

"""

—¿Se siente bien, príncipe?— preguntó Karin, encogida en una esquina del howdah, donde apenas había espacio para dos, pero él insistió en no viajar solo.

El enorme elefante se bamboleaba con cada paso, en un movimiento decadente y repetitivo, pero prefería estar sentado allí, que sobre un caballo o dentro de un caluroso palanquín, aunque tenía que llevar el manto sobre su cabeza para cubrir su rostro de las miradas, pero a veces las cortinas le permitían retirarlo un poco para sentir la brisa.

—¿Cuánto falta?— preguntó distraído.

—No lo sé, alteza, yo tampoco he salido del palacio— confesó la criada —¿No... no le duele nada? ¿Quiere que busque otro cojín para usted?

El favorito del Sultán (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora