48. "Sasuke Sultán"

2.8K 442 69
                                    

Kutsal estaba hecha una bola blanca en su regazo, ajena a sus sentimientos, y tan tranquila, que Sasuke le tenía envidia. Sin embargo, el desinterés del reptil por su alrededor, lo hizo entrar en cierto estado de quietud en el que no escuchaba los murmullos y reclamos que lo rodeaban.

—No puedes hacer eso, sigues siendo un doncel. Apóyate en los consejeros, en Neji... ¡Sasuke!— exclamó la valide —El rencor no te deja tomar decisiones inteligentes— señaló enojada y detuvo a Karin, quien se acercaba al haseki con unas tijeras de hierro en las manos —Ya has mostrado tu rostro, pero esto sobrepasa los límites ¡El sultán aún no ha muerto! Mi hijo sigue postrado en esa cama, ¡pero le debes respeto!— exigió desesperada al ver que él no reaccionaba —¡Haseki!

Sasuke se puso de pie sin mirarla, dejó a Kutsal en su terrario, tomó uno de sus puñales en la encimera y se paró frente al espejo. De un solo tajo, cortó su larga trenza y la arrojó al suelo, dejando a todos sin aliento. Su pelo corto, ahora desordenado, era lo que faltaba para completar su atuendo, pues había cambiado sus vestiduras livianas por un par de pantalones y jubón de seda gruesa con bordados. La tela era tan oscura como la que tenía el sultán cuando lo conoció, y de ese mismo tono fué el turbante que Karin le ayudó a ponerse, enjoyado en oro y safiros. Evaluó otra vez su apariencia y luego a su anillo, mirándolo por largos minutos en los que solo se escuchaban los sollozos de la valide. Cubriéndolo con su otra mano, cerró los ojos y suspiró.

—Sasuke Uzumaki Sultán— corrigió severo y Kushina se llevó una mano a la boca —Naruto me ordenó ocupar su puesto hasta que el şehzade cumpliera la edad, y eso voy a hacer— esperó por un instante a que los presentes hicieran una reverencia y luego salió de la habitación, encontrándose con el jefe de los eunucos y un grupo pequeño de ellos —Al anochecer, vacíen el Palacio de los Jazmines en total silencio. Que las criadas tomen sus pertenencias y se dirijan también al palacio.

—¿Todas, sultán?— preguntó, solo recibiendo un asentamiento como respuesta, antes de que Sasuke se alejara.

La última vez que había entrado al salón del trono con tanta gente, fué el día en el que Naruto lo coronó como su haseki. Al igual que entonces, era el objetivo de miradas y bajos comentarios, pero ahora a Sasuke le daba igual la opinión de los demás, solo haciendo digno de su mirada a Neji, quien junto a los consejeros y varios altos mandos, esperaban en silencio. Cuando subió los pocos escalones, se quedó frente al trono y lo miró, otra vez resistiendo esas ganas de morir que desde la mañana tenía. Se dió la vuelta y al fin se sentó, con la cabeza en alto y la expresión estoica.

—Disculpe, haseki, pero no es propio que un doncel ocupe el trono del imperio— mencionó Kiba —Es cierto que usted está en su derecho de gobernar hasta que el príncipe...

—Dime si serás de la misma calaña de tu hermano mayor, para hacer que corras con la misma suerte que tendrá— pronunció en voz baja, mirándolo de reojo. Extendió una mano y Neji, entendiendo de inmediato, le dió uno de sus puñales —El sultán me sentaba en su regazo, ¿por qué no he de sentarme en su trono? ¿Crees acaso que necesito un pene más grande para hacerlo? ¡¿O quieres probar quién tiene más cojones entre tú y yo?!— gritó y lanzó el puñal, clavándolo certeramente en el pequeño espacio de suelo que quedaba entre sus piernas, quebrando el mármol. Kiba bajó la cabeza y retrocedió, haciendo que Sasuke entonces se dirigiera a la multitud —¡El que esté en contra de mi mandato, que de un paso al frente y extienda el cuello, para hacer rodar su cabeza! Naruto, al igual que su padre, dejó demasiados cabos sueltos; yo no voy a tolerar ninguna conducta insolente. Tenga el nombre que tenga, sea quien sea, si siento la más mínima amenaza hacia el şehzade o mi persona, no duraré un segundo en eliminarla— bramó, ignorando la mirada dolida que le daba su hermano mayor desde una esquina —No hay coronación, no hay lujos ni banquetes, vayan a preparar sus armas que esta guerra no ha terminado— ordenó con un gesto de su mano, y tras una reverencia, los asistentes comenzaron a salir en silencio —Neji, Itachi...— llamó, dejándose caer en la ornamentada silla otra vez.

—Sí, sultán...— dijo el bostanci, acercándose, pero ambos hombres esperaron pacientemente hasta que el salón estuvo vacío, solo entonces, Sasuke habló.

****

Desde el despacho de su esposo, observaba el casi oscuro Palacio de los Jazmines. Gaara y la valide estaban con él, pero desde la mañana, nadie era capaz de dirigirle una palabra o llevarle la contraria. Neji llegó y agitado, abrió la puerta, llevándose todas las miradas, menos la del sultán, quien comenzaba a escuchar leves sonidos metálicos y gritos de los soldados enemigos.

—Como usted dijo, alteza, buscaron inmediatamente la brecha por donde habían entrado anteriormente— jadeó el bostanci.

—Los muros del Palacio de los Jazmines están más cerca del exterior— explicó —Sigan fingiendo que ponen resistencia en ese punto, no puedes dejar que sospechen.

—Sí, sultán.

—Todo está listo— informó Itachi entrando a espaldas de Neji. Sasuke lo miró y al asentir, ambos hombres volvieron a salir.

—¿Qué está pasando?— preguntó entonces Gaara, en voz baja.

—Atacaré a traición a un traidor— respondió el doncel y luego tiró de su mano para que se acercara a la ventana, justo cuando el primer soldado enemigo se veía en los jardines el palacio —Después de todo, fué gracias a Tamya, que Naruto cambió la reja vieja por un muro de piedra y hierro ¿No es hilarante?— mencionó y salió del despacho.

Fué ajeno al ejetreo mientras recorría los pasillos, la guerra que se llevaba afuera solo era anunciada por gritos y tambores, incluso escuchándose estos dentro del cuarto del sultán. Naruto estaba más pálido y frío que la última vez, y esa visión fué lo único que rompió la pose que Sasuke llevaba hasta ese momento. Subió a la cama y se acostó junto a él, acariciando con un dedo su rubia patilla y luego el perfil de su nariz.

—Escucha con atención, amor, el llanto de tu enemigo— murmuró bajo y minutos después, se escuchó una enorme explosión que sacudió el palacio principal.

Lo adornos en las paredes y pedazos del yeso de los frescos en el tejado, cayeron el suelo, levantando una cortina de polvo, pero Sasuke solo sonrió y besó la mejilla de su esposo. El enemigo, notando que la resistencia era menor cerca del Palacio de los Jazmines, había entrado como ratones a una madriguera, y a la gente de baja calaña le fué imposible ignorar las riquezas que allí estaban. Sin embargo, un par de toneladas de pólvora bastó para desaparecer la que fué prisión de las esposas de los sultanes, junto a más de la mitad de los rebeldes.

Sasuke acarició esta vez la mejilla de Naruto y se inclinó a darle un beso.

—Ahora solo falta una cosa.

—Sultán...— llamó Neji desde el umbral, par de horas después —Kakashi pidió una audiencia con usted— informó con una media y macabra sonrisa.

—A primera hora del amanecer, en zona neutral— respondió sin voltearse.

El favorito del Sultán (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora