22. "Sagrada"

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Salió hecho un torbellino de furia de su despacho, los sirvientes con los que se cruzaba se apartaban temerosos e incluso Neji lo seguía manteniendo una distancia respetuosa; pero cuando el sultán se disponía a atravesar el portón hacia el Palacio de los Jazmines, viéndolo demasiado alterado, el capitán lo llamó.

—Majestad, espere un momento— pidió apresurando y se tomó el atrevimiento de sujetar su brazo, haciendo que el monarca lo mirara colérico —Como su hermano, le aconsejo que mantenga el temple, el príncipe no necesita ver más sangre— aconsejó con una inclinación de cabeza, pero Naruto solo se soltó de su agarre con un tirón brusco y entró en el palacio, dejándolo atrás.

Cuando llegó, la enorme muchedumbre de criados que estaba reunida en la escena, se apartó rápidamente e inclinaron la cabeza con respeto, dejando ver a Sasuke, quien aún estaba arrodillado en el suelo junto a Hinata, que era atendida por sus críadas. Naruto caminó hasta el príncipe y al ver la escena, la rabia que ya tenía brotó como lava.

—Tamya...— seguía llorando Sasuke con voz débil y ni siquiera puso resistencia cuando el sultán lo tomó en brazos —Mi lluvia...— sollozó desconsolado, provocando que el monarca apretara tanto su mandíbula que sus dientes chirriaron.

¿Qué palabras de consuelo podría usar? Su amado esposo había perdido a una amiga cercana de la peor manera, y Naruto sabía perfectamente que la presencia de esa gata había ayudado al príncipe a no sentirse tan solo en ese palacio, sobre todo durante su ausencia.

—Alteza, llévelo a su habitación— aconsejó la valide, observando también el estado de su hijo.

El sultán subió las escaleras y dejando al príncipe con suavidad sobre el colchón, lo abrazó, solo recibiendo como respuesta más llanto compulsivo, pero no podía quedarse allí, necesitaba reclamar justicia y cuando vió a la criada pelirroja entrar y quedarse en una esquina, esperando a ser llamada, salió de la habitación y bajó otra vez para encarar al jefe de los eunucos.

—¡Formación!— gritó severo y todos los guardias y criadas temblaron ante su voz, corriendo a respetar su orden, las últimas de rodillas —¡El culpable! ¡Lo quiero frente a mí, en este instante!— exigió y sacó del cinturón del jefe eunuco una espada curva y filosa, apuntando a su cuello.

—Sultán...— dijo tembloroso, incapaz de mirar a los ojos azules y gélidos —Ninguno de los guardias vió nada, y la guardia había sido doblada porque su majestad se quedó aquí anoche— explicó, observando de reojo el filo.

—¡¿Explícame como es eso posible?!

—Pudo haber sido algún vizón, alteza. La gatita era muy pequeña aún y esas fieras se meten por cualquier agujero.

Naruto miró de reojo a los demás asentir en acuerdo y temerosos, entonces se alejó y fué a inspeccionar con detalles el cadáver de Tamya; estaba tan destrozado, que apenas y se reconocía. No habían huellas de pisadas en la sangre, ni de animal, ni de humanos. Luego buscó en las cercanías, pero no encontró más que pelaje negro, así que volvió a la formación y observó por última vez a la servidumbre.

—Su futuro haseki llora de pena y mi rabia crece de solo imaginarlo; eso no es conveniente para ninguno— siseó —El capitán de mis jenízaros será el encargado de entrevistar a cada uno de ustedes, y rueguen porque un endemoniado vizón se haya colado al palacio, porque si resulta que no es así, ¡no solo el culpable recibirá castigo de mi propia mano!— gritó sobresáltado a todos, haciendo llorar a las sirvientas y soltando la espada al suelo, justo delante de su dueño

***

Sasuke permitió que Karin secara su rostro con un pañuelo y mucha delicadeza, aún sollozaba, ya sin lágrimas, cuando entró Ino con una bandeja y té calmante. Ninguno de los dos la miraron, solo cuando la muchacha dejó caer una taza metálica al suelo haciendo un ruido estrepitoso, la notaron. Karin negó enojada y se acercó a servir el té.

El favorito del Sultán (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora