50. "Encontrando la felicidad"

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Menma jugaba en el jardín, correteando entre los largos cipreses perennes y seguido de Karin, quien tenía una energía envidiable para mantener el ritmo del pequeño príncipe. Sasuke lo observaba desde la sombra, huyendo del terrible Sol de verano, el que no creyó tan fuerte en ese lugar, tan al norte del imperio. Pero a pesar de eso, no sentía calor, y su semblante tranquilo fué motivo de la sonrisa de Kushina, quien se sentó a su lado, llamando su atención.

—Cada día que pasa, se parece más a Naruto— mencionó con una sonrisa melancólica —Tiene bastante altura para solo haber cumplido dos años.

—¿Madre temía que fuera doncel?— preguntó divertido y la mayor negó de inmediato, algo incómoda y haciéndolo reír.

—No seas ladino, estoy muy vieja para que juegues conmigo, muchachito— reprendió y luego ambos voltaron al ver a Kurenai acercarse con una bandeja en la que traía dos cartas, un de ellas con sello imperial.

***

—¡No puedes hacer eso!— gritó Kakashi colérico, dando un paso atrás cuando Neji sacó su espada —¡¿Acaso no sabes lo que estás perdiendo?! ¡¿Regalar el sultanato...?!

Sasuke, quien con actitud estoica había emprendido la caminata de regreso, giró y una vez más enfrentó al culpable de sus desgracias.

—Lo que más quiero en este mundo, está postrado en una cama, con su vida pendiendo de un hilo. Ese que no quería una corona, y el cual pagó por ella un precio muy alto— siseó —Yo, al contrario de tí, nunca deseé ser haseki, ni vivir en un gran palacio, ni tener más joyas de las que puedo contar. No me enamoré de un sultán, me enamoré de Naruto, por eso veo como simple barro el oro de las arcas, pero eso nunca lo entenderá una escoria como tú. Le ruego a Neji sultán, que te dé la muerte más dolorosa que se pueda imaginar, y rezaré cada noche antes de dormir, para que tu alma nunca descanse— sentenció y siguió su camino hasta que la valide lo recibió en brazos.

Neji apretó la empuñadura de su espada; no tendría escrúpulos con él, así como Kakashi no los tuvo a la hora de traicionar a su hermano o de dañar a Gaara. Apretó los dientes recordando su primera noche de casados, esa en la que secó lágrimas de vergüenza cuando su hermoso doncel pelirrojo, tuvo que mostrarle sus cicatrices. Entonces levantó la vista y fijó su objetivo.

—No importa— rió nervioso Kakashi —Aún puedo vencerte, como lo hice con Naruto— señaló.

—Yo no te daré la espalda— bramó Neji en voz baja e hizo una floritura con su arma antes de lanzar el primer ataque, el que fué bloquedo por su hermano mayor justo a tiempo.

Sasuke, quien después de haber enfrentado con valentía a Kakashi, sintió como su coraje lo abandonaba, encontró la fuerza para seguir de pie cuando vió a Gaara de rodillas y roto en llanto, siendo atendido por un par de críadas. Tras un asentimiento de la valide, se acercó a él y lo abrazó, como si quisiera protegerlo de sus pesadillas y como mismo haría Naruto si lo viera en ese estado. Cada vez que el ruido metálico de las espadas llegaba hasta ellos, el pelirrojo se encogía más y más, con su cuerpo tembloroso y sin poder pronunciar palabra.

Sasuke levantó la vista ante un gemido de dolor; Neji era el mejor soldado, dicho por su esposo, y eso lo demostró al ya tener a Kakashi en el suelo, sujetando uno de sus costados, vencido. Con expresión pétrea le hizo un gesto a sus soldados, y estos intervinieron inmediatamente, apresando a los principales mandos de los rebeldes, mientras otros dos sujetaban las extremidades del traidor. El sultán sacó un puñal de su cinturón, y lo primero que hizo fué romper las vestiduras de Kakashi, dejándolo con su torso desnudo y ensangrentado.

—Conozco cada una de sus marcas como un maldito mapa. Me dí el trabajo de memorizarlas, porque al Naruto liberarlo, recaía sobre mí hacer pagar a los culpables— gruñó, deslizando sin cuidado el filo del puñal por su piel —Cada marca, Kakashi...— repitió en un siseo con voz quebrada, y su hermano lo miró con ojos asustados —Las quemaduras... los cortes... las heridas de su corazón que aún no sanan.

—¡Mátame de una vez!— gritó con desesperación y Neji negó.

—Haré que repliquen en tu cuerpo, cada uno de tus errores. Desearás morir, pero ni siquiera dejaré que muerdas tu asquerosa lengua. Y el día en el que me sienta benévolo, yo mismo cortaré tu cabeza, en nombre de Naruto Uzumaki Sultán, y de Gaara Uzumaki Haseki— sentenció y se alejó de él, ignorando sus súplicas y viendo como los soldados se lo llevaban.

***

—¿Es del haseki?— preguntó Kushina cuando Sasuke tomó uno de los sobres.

—Sí— sonrió y abrió la carta —Nos invita a la celebración de cumpleaños del şehzade, y... va a tener otro bebé— añadió risueño.

—¿Otro?— preguntó Kushina asombrada y luego Sasuke la vió hacer una muñeca de disgusto —No puedo creer que Hana me esté ganando.

—¿Ganando en qué, madre?— la voz cálida de su hijo, los hizo a ambos mirar atrás.

Sasuke, emocionado, se levantó de su cómodo asiento y se arrojó hacia él, siendo su cintura rodeada por su brazo.

—Apestas— se quejó, pero sin separarse un centímetro. Naruto soltó una carcajada.

—Es lo que ocurre cuando te vas de cacería— señaló, dejando un beso en su frente.

—Ve a darte un baño y ya no salgan hasta mañana. Necesito otro nieto cuanto antes. Hana no puede tener más que yo— regañó Kushina mientras los empujaba para que dejaran el jardín.

En aquel sencillo castillo, antiguo pero hermoso, Naruto se retiró a encargarse de una de las provincias del imperio, a orden de su hermano, y lo mismo le sucedió a Itachi, cumpliendo así Neji, con la última orden que le dió. Cuando despertó después de semanas de luchar con la muerte, ya no era sultán gracias a su doncel, y fué como si Sasuke lo liberara de una enorme carga. No extrañaba el palacio donde había crecido, y mucho menos estar cargado de trabajo hasta altas horas de la madrugada. Ahora podía disfrutar de su familia, de su esposo, dedicarse a hacer cosas que le gustaban, como traer alimentos a su hogar, aunque estaba rodeado de sirvientes.

La pérdida de su brazo era un mal recuerdo, pero no malgastaría el tiempo de la vida que le fué devuelta, en lamentaciones, cuando aún era capaz de usar la espada, sujetar a su doncel o cargar a su pequeño príncipe.

Esa tarde, las criadas preparon un baño de jazmines blancos, y mientras Sasuke jugaba con las pequeñas flores en el agua, Naruto, a su espalda, acariciaba la piel de su nuca, ahora descubierta.

—Me recuerdan al palacio— murmuró Sasuke, con algo de rechazo, y su esposo esbozó una sonrisa secreta.

—A mí me recuerdan a la primera noche que nos besamos— confesó tranquilo y lo guió a apoyar la cabeza en su pecho, deslizando ahora su mano por el pecho del doncel.

—Hace tanto... ¿Cómo puedes recordarlo?

—Cada detalle— murmuró cerca de su oído —Estaba más oscuro que de costumbre, pero aquella tiara de rubíes brillaba con la poca luz de las antorchas. Me mirabas con miedo y agradecimiento a la vez, tan inocente... Haciéndome sentir culpable de mis pensamientos impuros— Sasuke suspiró profundamente y cerró los ojos —Olía a jazmín, pero era el aroma de tu piel el que añoraba, sin embargo, tuve que conformarme con un solo beso. Suave, cálido, inexperto, el inicio de mi devoción hacia tí.

—Puedes tener mis besos ahora, cada vez que quieras— le recordó.

—Quiero todo de tí, mi favorito, sobre todo tu corazón— Sasuke volteó con cuidado, sentándose sobre su regazo y juntando sus frentes.

—Ámame, mi sultán, ámame hasta el amanecer y el resto de mi vida.

***Fin***

El favorito del Sultán (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora