6. "Conquistado"

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Lo habían despertado al salir el sol, y somnoliento permitió que sus dos criadas lo prepararan. El final bajó hacia uno de los salones, vestido de manera sencilla en colores celestes, y solo con una trenza en su cabello. Pensó encontrar a la valide sultán, pero en su lugar otra anciana estaba en el centro, la cual esparaba a que el segundo esposo llegara para comenzar una clase de protocolo.

Junto a él, estaba Hinata, quien lo había saludado con un movimiento de cabeza, el cual respondió de la misma manera. Ino y Karin se quedaron aparte con otras dos criadas. Al poco rato entró Gaara, todo sonrisas, otra vez llevando un velo sobre su cabello corto, rojo en esta ocasión.

—Llegas tarde— señaló Hinata —Es descortés hacernos esperar.

—Lo siento, me quedé dormido— se justificó con simplesa y sorprendió a Sasuke cuando besó su mejilla con confianza y se sentó a su lado —Buen día, baklava— bromeó.

—No me llames así— pidió avergonzado.

—Pasé por las cocinas antes de venir, y los cocineros otra vez preparaban el platillo para la comida de hoy ¿Quién crees que lo pidió para tí?— informó sugerente.

—¿Podemos empezar?— preguntó la primera esposa, exigiendo silencio.

La larga clase fué tediosa, sobre todo porque ya Sasuke conocía casi todos los protocolos obligatorios, sin embargo, hubo algunos que le sorprendieron, como el hecho de que jamás podía tocar al sultán si este no lo pedía, y que siempre debería mantener una distancia prudente para no molestarlo con el sonido de su respiración ¿Qué ridiculeces eran esas? ¿Quién las redactó? Pero prefirió guardarse cualquier opinión para sí mismo y permanecer en silencio. Fué casi al mediodía que la maestra se retiró y entró la valide sultán.

—Madre...— saludaron los tres, poniéndose de pie con una reverencia. Ella se acercó a Sasuke y lo enfrentó.

—Creo que me debes una explicación. Mis órdenes no se desobedecen, no puedes ir exigiendo atención, y menos delante de las otras esposas. Debes esperar pacientemente el momento adecuado o al día que te fué asignado.

—Disculpe, madre, pero tenía un asunto de urgencia que tratar con el sultán— justificó.

—En ese caso debes dirigirte a mí, y propiciaré una ocasión, ¿entiendes?

—Sí, madre. No volverá a pasar— murmuró avergonzado de que lo reprendieran delante de otros.

—Madre, no sea tan severa. El príncipe Sasuke acaba de llegar al palacio, y el sultán no pareció molesto al escuchar su petición— intervino el segundo esposo.

—Gaara, cierra esa boquita— regañó la valide —No te aproveches de mi debilidad hacia tí, muchacho— él sonrió amplio y la mujer resopló vencida —Lo dejaré pasar esta vez.

—Gracias— murmuró Sasuke aliviado y le dedicó una mirada al pelirrojo.

Así fué el resto de la mañana, mientras daban clases ahora con la valide, Gaara intentaba sacarle conversación en cada oportunidad que tenía. A Sasuke le parecía algo fastidioso, pero era mejor soportarlo a él, que a las miradas frías de la primera esposa. Almorzaron en el comedor algo ligero, y luego fueron al jardín por otro rato, donde aprendieron de flores y arreglos, hasta que llegaron las clases de danza.

En el centro del jardín principal, había un elevado de piedra en forma circular, en donde se reunieron los cuatro. Las criadas y tres mujeres más, se quedaron abajo, las últimas cada una con un instrumento. Tambores, flauta, y una rudra vina. Hacía bastante que no bailaba, desde que la guerra acrecentó y comenzó a aparecer en su antiguo palacio la idea de la derrota, así que se quedó al margen mientras Gaara y Hinata recibían clases de la valide sultán en raqs baladi. Bailaban muy bien, sobre todo la primera esposa, y por alguna razón eso no le agradó mucho.

—Sasuke...— llamó la sultana madre y le hizo una seña para que empezara —Muéstrame lo que sabes hacer.

Él suspiró y se unió a las otras en una coreografía tradicional muy conocida, siguiendo el ritmo de la música, sobre todo el golpeteo de los tambores, pero cuando miró a abajo, notó la cara inconforme de Karin a los lejos. Sabía el porqué de su molestia, pero volteó el rostro y la ignoró, hasta que la atolondrada criada atrevidamente se acercó a la valide. Sasuke abrió enorme los ojos al notarlo y negó con la cabeza, pero era demasiado tarde, la sonrisa en el rostro de la madre lo hizo maldecir internamente.

—¿Me escondes tu nivel?— regañó y se acercó a una bandeja con vajilla para té y algunos bocadillos. Ella tomó un par de tazas, las vació y unió, antes de regresar y pedir que Sasuke se quedara solo, apartando a Gaara y a Hinata. Colocó la vajilla en la cabeza del joven y luego se alejó expectante.

—Madre...— rogó él.

—¿Por qué tienes vergüenza? Se supone que debes aspirar a ser lo mejor que puedas para agrandar al sultán. Quiero verte, ni siquiera en mi juventud fuí capaz de algo así.

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Leía un documento con atención, mientras el capitán le explicaba detalles sobre el estado de sus tropas después de su regreso. La mayoría de los soldados tomaban un merecido descanso, pero era importante mantener una guardia firme en palacio, así que debía concentrarse en sus labores reales.

—Sería bueno que su alteza ordenara la captación de hombres para sustituir los que perdimos— dijo Neji con seriedad, ignorando que el sultán había despegado la vista del documento y ahora miraba a través de la ventana hacia el Palacio de los Jazmines.

Era la única dentro del recinto que daba en esa dirección, y por la cual nadie, excepto él, tenía permitido mirar, pues le daba un escenario directo a sus esposas cuando pululaban por el jardín. Pero los tambores le dijeron al capitán que algo más estaba ocurriendo. Pensó que el sultán, acostumbrado a ver la clase de danza, volvería a la reunión, pero de repente lo vió ponerse de pie y acercarse a la ventana.

El monarca apretó el alféizar con sus manos cuando su nuevo esposo se quedó solo en medio de todas aquellas criadas y a evaluación de su madre. Tras la música volver a empezar, el príncipe comenzó a bailar, manteniendo dos tazas finas sobre su cabeza, equilibrándolas perfectamente mientras sus caderas se movían en un vaivén demasiado erótico. Sus brazos formaban figuras perfectas y precisas, y sus dedos delicados a veces delineaban su rostro o su cuerpo. Se agachaba sin detener sus movimientos, giraba con agilidad, incluso se arrodilló e inclinó su torso hasta casi tocar el suelo, pero con las tazas perfectamente seguras. Cada vez los tambores sonaban más rápidos, y más rápido se movían las caderas del príncipe, logrando que resoplara una risita impotente.

—¿Sultán...?— llamó Neji al ver su espalda tenza.

—Capitán, ¿qué está en mi horario ésta noche?

—Tiene una reunión con el visir.

—¿Mañana?

—La primera esposa, sultán— el monarca dió golpecitos con su dedo sobre la madera.

—No, no sería prudente...

—¿De qué habla, sultán? ¿Ocurre algo?

—¿Pasado mañana?

—Pues hasta ahora nada, majestad— respondió el capitán.

—Bien, cenaré en el Palacio de los Jazmines— informó.

—¿Otra vez, sultán?— preguntó el capitán, sorprendido.

—Sí, avísale a la valide. Quiero música y danza...— ordenó con la vista fija en su tercer esposo, quien ahora era felicitado por su madre y Gaara, después de una fabulosa demostración de agilidad —¿El anillo que mandé a hacer, ya está listo?

—No, majestad, pero puedo presionar al joyero para que se apresure.

—Lo quiero en esa cena, Neji, pero si le encuentro un defecto, le cortaré las manos— advirtió severo pero en un leve tono infantil, que hizo al capitán sonreír a escondidas.

—Como ordene el sultán.

El favorito del Sultán (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora