33. "El lenguaje de las flores"

4K 552 71
                                    

El palacio estaba bullicioso ese día, no sabía porqué y no iría a averiguarlo, pues la sombra que proyectaba la edificación sobre su pequeño jardín, se sentía fresca y acogedora.

A pesar de que el haseki le había asignado el cuidado de los jardines por completo, Gaara disfrutaba de esos momentos a solas y trabajar con sus propias manos la tierra. Así, esos pensamientos repentinos y confusos que tenía, se ordenan un poco y lograba calmar su ansiedad. Era un secreto que no contaría, la pena de un amor imposible, solo pudiendo contentarse con ver a esa persona de lejos de vez en cuando, y nunca poder llegar a algo más que un simple saludo.

Al inicio no lo quizo aceptar, el primer hombre que le atrajo y el que amó por par de años fué el sultán, su protector y amigo, y aunque en muchas ocasiones lo deseó, la fuerza de ese sentimiento no podía compararse con el que ahora le quitaba el sueño, a pesar de su inexperiencia. Pero, ¿y si algún día tenía el añorado encuentro? Cavilando esa pregunta, miró sus manos sucias y detalló sobre su piel una de sus cicatrices.

—¿Le gustaría alguien como yo?— murmuró y luego negó con la cabeza —¿Seré estúpido? ¿Por qué pienso en eso?— se puso de pie con el ceño fruncido y sacudió sus manos antes de colocarse su velo.

Con la antrada y salida de soldados en el Palacio de los Jazmines, debido a la restauración del área que fué destruida, era prudente cubrir su rostro, a pesar de que solía evitar el lugar. Tomaría un largo baño y se preparía para la cena, aunque hacía un par de semanas que solo lo acompañaba la valide en la mesa, pues el haseki no había regresado aún a sus aposentos. Justo cuando pasaba cerca de ellos, se detuvo al ver un grupo de hombres y sirvientas cargados de muebles y bultos, dirigiéndose a la habitación del haseki. Curioso, se quedó observando la procesión preguntándose que ocurría, hasta que otra vez su corazón dió un vuelco cuando lo vió, luciendo esa casaca roja de los jenízaros aunque ya había cambiado de puesto; supuso que era por pura costumbre. Respondió su reverencia con un leve asentamiento y ocultó sus manos sucias apretándolas entre sí.

—Alteza...— saludó serio.

—Bostanci— murmuró apenas, no pudiendo mirarlo directamente, y luego aclaró su garganta —¿El haseki reanudó su entrenamiento?— preguntó, extrañado de verlo en ese lugar.

—No, su alteza imperial aún no ha mostrado deseos de hacerlo.

—Comprendo— suspiró empático —¿Y entonces? ¿Por qué está en el palacio, y qué es todo ésto?— señaló a los sirvientes.

—El sultán me ordenó encargarme personalmente de la renovación del cuarto del haseki— respondió.

—¿Otra vez? ¿No lo cambiaron cuando lo ocupó?— indagó sorprendido, ahora buscando en su rostro aquellos hermosos ojos grises.

—Su majestad piensa que el cambio borrará malos recuerdos. "Que no se parezca en nada a como era", fueron sus palabras— contestó y Gaara sonrió bajo su velo —Si... si no está conforme con eso, puedo decirle al sultán que desea también cosas nuevas— añadió.

—Oh, no— negó rápidamente —Estoy muy feliz con mis aposentos. Sería un desatino hacer algo así, después de que el sultán le hiciera ese regalo al haseki— soltó una pequeña carcajada sin querer y luego volvió a carraspear.

—Su alteza tiene muy buen corazón— halagó Neji, y Gaara volvió a mirar a un lado, con mejillas rojas.

—¿Y que tal el bostanci? No creo que esté entre sus tareas encargarse de la decoración— señaló en voz baja.

—El sultán apenas recuerda lo que se supone que debo hacer. Solo sigo sus órdenes— mencionó divertido —Además... me alegra poder...— Gaara lo miró de reojo y notó como tragó duro antes de colocar una mano en su nuca y apretarla un poco.

El favorito del Sultán (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora