21. "Sangre sobre el mármol"

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No le importaba estar en la parte más oscura del jardín, el sultán lo hacía sentir seguro mientras caminaba detrás de él lentamente, con las manos a la espalda. Después de una incómoda cena, el monarca había insistido en dar un paseo incluso delante de todos. Esa era la diferencia de un haseki a un esposo común, el sultán no tenía que guardar formas cuando de la corona se trataba, pero Sasuke no estaba tan feliz como había esperado, las palabras de la primera esposa habían sembrando muchas inseguridades.

Cuando se sentó en la fuente y observó las luces del palacio, con el sonido del borboteo destrás, ya no pudo ocultar más su semblante, pues la mirada inquieta quedó al descubierto cuando el sultán lo encaró.

—Deberías estar sonriendo— dijo, sujetando su barbilla y observando directamente a sus ojos —¿Por qué mi esposo luce como si le hubiese impuesto un castigo?— Sasuke suspiró antes de hablar.

—Me siento realmente dichoso de ser amado por el sultán, de haber sido elegido por sobre los demás, pero temo que... temo que la primera esposa tenga razón. Me sorprendió la noticia del sultanato porque nunca me ví en ese papel; si su alteza me eligió por amor y resulta que se equivoca, ¿cómo lidiaré con la vergüenza de dejarlo mal parado frente al mundo?

—¿También dudas de mi elección?— preguntó más serio.

—No fuí nada importante en mi crecimiento, solo era el doncel que mi padre presumía durante sus banquetes. Estuve solo casi todo el tiempo, porque a pesar de que la única persona que me quería en verdad, era mi hermano, siempre estaba viajando o en misiones que les eran encomendadas. Aprendí a bailar, a ser cortés y elegante, pero no a mandar o velar por el bien de los demás. No tienes más que un chico en tus manos que solamente es bonito— añadió después con un suspiro entrecortado por el nudo de su garganta.

—Te amo, es cierto, como el Sol ama a la Luna. Mentiría si dijera que no fué una de las razones por las que te elegí; pero ahora tengo una satisfacción enorme al saber que te conozco mejor que tú mismo— sonrió un poco y alcanzó su mano para besar su palma y colocarla sobre su mejilla —Mi hermoso esposo, en su "debilidad", fué capaz de mirar a los ojos al sultán que venció a su gente, mostrando el desprecio y la decepción que sintió, pues prefería estar muerto a ser vendido. Tus lágrimas se detuvieron en el momento en el que la cobardía del rey salió a flote, mostrando en esos ojos negros la bravía de mil guerreros; aunque estabas en el suelo, indefenso, expuesto a las decisiones de los demás.

—Su alteza recuerda todo eso...— murmuró emocionado.

—¿Cómo no voy a recordar con detalles el día en el que te cruzaste en mi camino?— apretó la mano del príncipe entre las suyas —Sasuke, eres joven, tienes mucho por aprender, y somos dos...— rió —pero también posees las cualidades que mi padre admiraba en una persona, y por supuesto, yo también. Eres valiente, firme, empático, tratas con respeto hasta el más bajo de los sirvientes... Harás un trabajo maravilloso, lo puedo asegurar. Serás el refugio de quienes me creen implacable, la paz que necesito para no claudicar, mi complemento perfecto; justo como debe ser ¿Sigues creyendo que puse una corona en tu cabeza por simple capricho?— el príncipe negó una vez, esforzándose para no llorar —Aunque eso de que estoy embrujado desde que comparto tu lecho, no es del todo mentira— bromeó y el príncipe golpeó su pecho, muy avergonzado.

****

Regresó al castillo muy temprano en la mañana, justo antes de que las primeras luces del amanecer se hicieran presentes. No quiso despertar al príncipe, así que solo le dió un beso en los labios y cubrió mejor su cuerpo desnudo antes de marcharse. Apenas había dormido un par de horas, y al parecer no era el único, pues al llegar a su despacho con la intención de adelantar un poco de trabajo, encontró a Neji, firme y uniformado como siempre.

—¿Acaso no duermes?— inquirió frustrado, respondiendo a su reverencia.

—Parece que el sultán tampoco ha descansado adecuadamente— observó el capitán antes de seguirlo al interior.

—¿Qué te trae tan temprano por aquí? Me imagino que algo importante si llevas la noche esperándome— señaló mientras se sentaba y frotaba su nuca para aliviar la tensión.

—Llegó un mensaje de uno de los espías que me ordenó contratar hace dos meses— dijo serio y el sultán se enderezó de inmediato, frunciendo el ceño y despertando del todo. Neji colocó un pequeño papel enrollado sobre su escritorio, pero al ver que el sultán frotaba sus ojos ante el esfuerzo, decidió repetir lo que el texto decía —No han podido localizar una base, el grupo es grande, tal y como temía; conformado por antiguos soldados y gente que fué desalojada de las tierras que el anterior sultán conquistó. Su sede de reunión es itinerante, por lo que es casi imposible atraparlos. Solo hay rumores de ciertos asentamiento en los bosques de la frontera Norte, pero puede ser en cualquier lugar a lo largo del imperio.

—Sigue con la investigación, debemos hayar algo en concreto si queremos atacar. Esto no se puede salir de las manos, capitán— gruñó.

—Sí, sultán— respondió Neji y luego el monarca lo vió inhalar profundo antes de hablar —También hay otro asunto del que debe saber.

—Habla...

—Me llegó la información de que el príncipe Itachi se había unido recientemente a estos rebeldes— el sultán apretó el puño sobre la mesa, conteniendo su enojo, y luego frotó su rostro entre las manos —La noticia se regó entre los soldados, me temo que es cuestión de tiempo antes de que todo el castillo lo sepa. Señalarán al sultán por una mala decisión.

—Le dí la libertad a ese hombre, si quiere desperdiciar su vida una segunda vez, es su problema. Me importan poco los rumores sobre mí, pero que nadie se entere de que fué el príncipe Sasuke quien pidió su liberación— advirtió.

—Como ordene, alteza...— dijo Neji justo antes de que golpearan fuerte a la puerta y entrara un soldado con semblante serio y preocupado —¿Cómo te atreves a interrumpir una reunión?— reprendió el capitán.

—Lo siento, alteza, pero ha sucedido algo en el Palacio de los Jazmines. El jefe eunuco mandó a llamarlo de inmediato.

—Acabo de venir de allá ¿Qué diablos fué lo que pasó?— inquirió severo el sultán.

****

—¿Príncipe, tan temprano?— preguntó Karin entre bostezos, mientras Sasuke dejaba la cama y poniéndose un albornoz, buscaba en toda la habitación.

—No hayo a Tamya— mencionó nervioso.

—¿Otra vez?— suspiró la sirvienta —Esa gata es demasiado traviesa... Espere, ¿a dónde va?— lo siguió fuera la la habitación, bajando las escaleras hasta el jardín mojado aún por el rocío —No vaya a cometer otra locura.

—Calla, Karin, y ayúdame a buscar— ordenó en un murmullo.

¿Qué pensarían de él si supieran que volvió a perderla? No quería que lo señalaran más, sobre todo después de la conversación de la noche anterior con el sultán, pero por más que buscaba, la gatita no aparecía. Caminando y mientras miraba hacia los altos capiteles de las columnas, tropezó sin querer con la primera esposa, quien a esas horas también llevaba albornoz y su cabello suelto. Ella gruñó con prepotencia y lo miró evaluativa.

—¿Por qué no tienes más cuidado?— inquirió, pero Sasuke solo siguió mirando a su alrededor —No me digas... ¿la perdiste otra vez?— se burló.

—Métete en tus asuntos— ordenó enojado.

—Solo es cuestión de tiempo para que demuestres tu incapacidad, y yo estaré aquí, lista para tomar el lugar que es mío, cuando al sultán se le quite la calentura— espetó malsana y reanudó su camino, pero al girar en una esquina con dirección a las cocinas, Hinata soltó un grito agudo y se cubrió la boca con manos temblorosas.

Sasuke se sobresaltó y notó como voletaba a verlo, aún con su boca cubierta. Curioso, se acercó a ella, pero tras mirar en la misma dirección, soltó un grito aterrorizado y cayó de rodillas, observando en shock el pequeño cuerpo de Tamya hecho pedazos, y su sangre tiñendo el suelo de mármol.

El favorito del Sultán (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora