39. "Sin lágrimas"

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—No me gusta que haya pasado tanto tiempo y no sepamos noticias. Es absurdo que hayan dejado de lado su lucha así, nada más— dijo el sultán, mientras apretaba el puente de su nariz entre los dedos y suspiraba de cansancio. Shikamaru asintió a sus palabras —Debemos estar listos para lo peor...

—Por supuesto, su alteza. Analizaremos otra vez sus últimos movimientos y trataremos de seguir encontrando pistas y conexiones sobre su paradero— afirmó.

—Haz eso...— bramó y luego se peinó con las manos su cabello rubio, el que debido al agotamiento, ni siquiera había cubierto con su turbante acostumbrado.

—¿El sultán se encuentra bien?— preguntó el capitán.

—Sí, solo fué una larga noche. No sabía que los bebés lloraban tanto y tan frecuente— rió cansado.

—¿Cómo puede trabajar si atiende al şehzade, no deberían las niñeras...?— señaló de repente y luego se arrepintió de su intromisión.

—Es mi primer hijo, supongo que estoy emocionado— admitió —Además, el haseki... quiere repartir la responsabilidad— murmuró avergonzado y el capitán soltó una risita.

—Tengo también un hijo y una mujer de fuerte temperamento, así que comprendo perfectamente su sentir, y admiro que quiera ser cercano al príncipe— halagó con una leve reverencia y Naruto sonrió en cambio, siendo después su atención desviada hacia los golpes en la puerta y viendo entrar a Neji.

—Ya puedes retirarte— le informó el monarca al capitán, recuperando su tono serio y le dió paso al bostanci.

—Me mandó llamar, sultán...— dijo este en cuanto estuvieron solos, pero Naruto no respondió, sinó que terminó de leer un documento que tenía sobre el escritorio y luego lo firmó, selló y enrolló antes de ponerse de pie.

—Sígueme, bostanci— ordenó en tono frío y pasó por su lado, poniendo a su hermano algo inquieto.

Neji lo siguió en silencio por los pasillos blancos del gran palacio, luego al jardín, pero al llegar a la reja de hierro que delimitaba el Palacio de los Jazmines, su estómago se contrajo. El sultán sabía, estaba seguro de que el haseki le contaría en algún momento, era demasiado leal. Temió por Gaara, por su madre, por él, y eso lo hizo alcanzar el brazo de su hermano y detenerlo, ganándose una mirada severa.

—Alteza...— murmuró muy nervioso, pero los ojos gélidos de Naruto cortaron sus palabras y lo hicieron bajar la cabeza.

El monarca reanudó su caminar, y entre más se acercaba a la habitación del segundo esposo, Neji apretaba más los puños a sus costados. Naruto no tocó antes de entrar, encontrando al pelirrojo sentado sobre un unos cómodos cojines en una esquina de sus aposentos, leyendo un libro. Los ojos jade se abrieron sorprendidos, aún más al ver al bostanci y su expresión. La tensión era palpable en la estancia, y más cuando el sultán se dejó caer en uno de los sillones y los miró a ambos, pidiendo una explicación sin siquiera preguntar.

—Es mi culpa, mi responsabilidad...— dijo Neji de repente, dando un paso al frente y bajo la mirada angustiada de Gaara, quien había dejado su esquina para acercarse al sultán —Su alteza puede disponer de mí como desee, pero que su enojo no alcance a otros. Se lo ruego. Mi traición no es perdonable, pero le he servido incluso antes de que tomara la corona, con todo mi corazón. Considere mis palabras... Yo... lo hice por amor, no hubo ninguna intención pérfida ni malsana en mi actuar— explicó con sus manos en el pecho y la mandíbula apretada, haciendo caso omiso a los sollozos de Gaara —El sultán también está enamorado, yo sé que entiende mi sentir. Tome mi vida si con eso...— se obligó a callar cuando Naruto extendió la mano y le dió el documento que traía al segundo esposo.

El favorito del Sultán (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora