25. "La traidora"

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Después de acercarse a Gaara y encontrarlo un poco más centrado, dejó a Sasuke con él, regresó con los soldados y ayudó a apagar el fuego. Por suerte, fueros más los escombros que las llamas, y en poco rato lograron sofocarlas. Al alejarse de la zona, Naruto apretó la mandíbula al notar que la parte más destruida del edificio, había sido el área donde estaba la antigua habitación de Sasuke.

Neji se acercó a él, y después de hacer una reverencia, se quedó en silencio, esperando las órdenes más urgentes.

—Lleven a los heridos a palacio para ser atendidos y que revisen las demás áreas antes de entrar— exclamó y luego el capitán miró hacia donde lo hacía su hermano.

—Esto no fué un accidente, sultán. Solo con un barril de pólvora se logra una explosión así— mencionó.

—Nos hemos tardado demasiado en acabar con esos delicuentes— siseó bajo —Ordena a los eunucos ilesos ocuparse del asunto y saca a los jenízaros de aquí. Ya han visto demasiado— gruñó severo y se fué de regreso con Sasuke, antes de que el capitán hiciera una profunda reverencia.

Con la situación controlada y ya cuando el sol se ponía, el sultán volvió al palacio principal después de asegurarse de que la valide y sus esposas estaban seguras. Aún tenía un nudo en el estómago por lo sucedido, pero aunque quería solo estar con el príncipe, debía ocuparse del asunto con premura, así que en un salón de reuniones citó a cada hombre con cargo dentro del palacio, incluyendo al capitán, el jefe eunuco y al visir.

—Solo pudo haber sido alguien del palacio, ¿pero como entraron la pólvora?— preguntó el jefe eunuco.

—La sacaron de la armería— indicó el sultán con sus puños apretados sobre la mesa —Te ordeno doblar la guardia y pasa ésto. Si no hubiese dado la orden de que el príncipe cambiara su habitación, ¡ahora estaría muerto!— bociferó — ¡Pintaré las paredes de mi palacio de rojo si un rasguño aparece sobre su piel! ¡Lo juro por mi padre, que le cortaré el cuello a cada uno de ustedes!— gritó y pegó un golpe fuerte en la madera —El Palacio de los Jazmines es prioridad de la guardia, ¡¿cómo demonios dejan que esto pase?!— preguntó, pero todos en el salón temblaban con la cabeza baja —¡Neji!— exclamó.

—Sí, sultán...

—Prueba la lealtad de cada soldado— al escucharlo, los presentes lo miraron aterrizados.

—El sultán es injusto, muchos de nosotros no estábamos presentes cuando la explosión— dijo el visir y Naruto extendió una mano hacia el capitán, quien al entender rápidamente le dió su espada.

Caminó hacia el anciano y en dos pasos ya le había cersenado la cabeza, cayendo esta sobre la mesa, sin haberle dado tiempo ni siquiera a gritar.

—¡¿Alguna otra protesta?!— gruñó colérico.

—No, sultán...— murmuraron todos.

—¡Quiero un jenízaro en cada rincón!

—Sí, alteza— respondió Neji y luego lo siguió cuando Naruto le devolvió la espada ensangrentada y abandonó el caótico salón.

—Dale una indemnización a las familias de las víctimas y prepara todo para dejar el palacio en cuanto corone al príncipe. Yo mismo mataré uno a uno a los rebeldes si es necesario.

—Sultán, no sería bueno irse antes de descubrir al espía. Sabían la localización del príncipe y solo pudo ser alguien del Palacio de los Jazmines, pero que no hubiera estado allí el día en el que fué trasladado. Los eunucos no tienen permitido salir, pero sí las criadas.

—¿Crees que fué una de ellas?— inquirió, volteándose a verlo.

—No puedo afirmarlo con seguridad,— reconoció y lo vió apoyar su mano en una pared —Debería intentar descansar— aconsejó, acercándose un poco.

El favorito del Sultán (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora