40. "Amor sobre sangre"

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Aquellos ojos penetrantes lo miraban desde la oscuridad; colmillos y gruñidos, garras estridentes raspando la piedra, después auyidos aterradores y por último, un turbante blanco y ensangrentado, casi deshecho en el suelo. Pero Sasuke no estaba indefenso a pesar del terror, en sus manos llevaba sus dagas, cuyas hojas ya estaban teñidas de rojo. Sentía que lo habían rodeado y que en cualquier momento lo atacarían, pero su convicción era fuerte y haría caer a sus enemigos, aún si tenía que sacrificarse a sí mismo. Fué entonces cuando un gruñido lo despertó, pero el grito que esa pesadilla le hubiera arrebatado a cualquiera, al haseki simplemente le hizo retener la respiración y abrir los ojos de repente, enormes y con pupilas contraídas.

Cada vello de su cuerpo se erizó, cuando con al afán de buscar refugio en la vista de su hijo dormido, notó una figura femenina parada frente a la cuna. Sasuke la reconoció, su largo cabello rubio trenzado y su perfil, eran inconfundibles; pero al parecer Ino no había notado su despertar, así que estiró su mano y alcanzó una de sus armas en una mesa cercana, deteniendo la acción de incorporarse lentamente, cuando en la oscuridad notó el reflejo de una navaja que llevaba su antigua y traidora sirvienta. El haseki no pensó, simplemente reaccionó por instinto y de un tiro ágil una de sus dagas se clavó en el hombro de la mujer, haciéndole soltar un alarido y girarse hacia él.

—¡¿Qué haces aquí?! ¡¿Cómo demonios entraste?!— exigió por encima del llanto de Menma, y apresurándose a poner el otro filo en el cuello de Ino.

—Aprovecha cada suspiro, haseki...— rió ella de manera malisiosa, y Sasuke desvió su atención hacia la puerta cerrada cuando escuchó gritos y pasos de pesadas botas.

—Los rebeldes...— murmuró temeroso, pero luego se centró en la adolorida mujer —Aún hasta hoy me era difícil creer del todo en tu traición,— siseó, apretando el filo y haciéndola jadear mientras sujetaba su brazo herido —¿Cómo puedes actuar en contra de quienes te acogieron?

—¿Acogieron?— rió —No soy una arrastrada como el haseki, yo sí llevo el orgullo de mi pueblo destruido por la ambición de la dinastía Uzumaki, como miles de hombres y mujeres despojados de sus tierras.

—¡Mientes...!— bramó —¡Que el sultán haya destronado a los reyes, no lo convierte en un esclavista y déspota! ¡¿Para quién trabajas?!

—Que ciego eres, Sasuke— espetó, sin ningún tipo de honorífico —Pero supongo que si lo amas, estás hecho de la misma calaña monarquista.

El haseki esquivó dando un paso hacia atrás cuando Ino hizo por herirlo con su daga y luego de un golpe fuerte en su brazo lastimado, la hizo llorar y arrodillarse, dejando el puñal caer al suelo. Entonces, con dientes apretados, se inclinó hacia adelante y la miró desde arriba.

—Si mi sultán es el villano que dices y quiere quemar el mundo, yo seré el primero que le ofrecerá el fuego, y reinaremos juntos en el mismísimo infierno— siseó y de un gesto le cortó su garganta.

Sasuke no tuvo tiempo para pensar que había asesinado por primera vez, pues de una patada la puerta de su habitación fué abierta y entraron dos sujetos desconocidos, los cuales inmediatamente se lanzaron a atraparlo. Pero esta vez no estaba indefenso como hacía par de años atrás, cuando el palacio de su padre fué tomado por el sultán, ahora fué capaz de defenderse y las lecciones del bostanci y su esposo, habían sido tan efectivas, que en segundos ya tenía tres cadáveres sobre la alfombra de su habitación. Solo entonces tomó una manta y cubrió a su hijo, quien ya estaba rojo del llanto. Tuvo la intención de atravesar el pasadizo e ir con Naruto, pero una cuarta persona entró en sus aposentos, dejándolo helado en su citio y haciéndolo temblar de angustia.

—Itachi...— murmuró entre lágrimas, pero su hermano, a pesar de notarse afectado por su presencia, decidió ignorarlo y buscar con la vista algo en su habitación. Cuando esos ojos idénticos a los suyos se encontran con la puerta roja, Sasuke negó aterrado —¡No! ¡Itachi...!— gritó y trató de detenerlo cuando se dirigió hacia allá, pero era torpe con Menma en brazos y pronto se encontró corriendo como podía detrás de él en el oscuro pasillo —¡Hermano, Itachi, escúchame!— exigió junto al llanto del príncipe y luego miró atrás cuando escuchó los pasos de más personas, en la entrada del ya no oculto pasadizo.

Los estaba llevando hacia Naruto directamente, ¿pero qué podía hacer con su pequeño en brazos? Su única alternativa era seguir corriendo lo más rápido que podía y al fin se detuvo cuando Itachi lo hizo, después de abrir la puerta de la habitación del sultán. Sasuke, rápidamente, le dió una patada en su espalda empujándolo hacia el interior y cerrando la puerta a los atacantes, quienes comenzaron a golpear la gruesa madera para tratar de abrirla, pero no teniendo mucho éxito momentáneamente. Al darse la vuelta, encontró al sultán con semblante colérico y espada en mano, analizando la situación e intentado guiar a su enemigo lejos del haseki y de su primogénito, con un rodeo amenazante.

—¿Te perdono la vida, y así me pagas?— bramó, señalando a Itachi, quien apretó su mandíbula con rabia.

—¡¿Qué vale mi vida, si destruiste mi reino, desterraste a mi padre y esclavisaste a mi hermano?!

—¡¿Qué te pasa, imbécil?! ¡¿Acaso me ves esclavizado?!— gritó el haseki, atravesándose entre los dos con el lloroso şehzade.

—¡¿De qué forma te lavó el cerebro para que lo defiendas?! ¡Reacciona!— exigió Itachi, apretando la empuñadura de su espada.

—¡Sasuke, retírate!— ordenó el sultán, también colocándose en guardia.

—¡Cierren la maldita boca los dos!— bramó furioso y obligó al sultán a sostener a su hijo, haciéndole bajar su arma, entonces se volteó hacia Itachi, otra vez sacando uno de sus puñales —El sultán te liberó, porque yo se lo pedí. Padre me vendió a él por un puñado de monedas, sin importarle mi destino, ¡pero le agradezco infinitamente a ese desgraciado inconsciente que me entregó al hombre que amo! No sé que te estuvieron diciendo, pero esta es la verdad— señaló a su hijo y al sultán —Soy feliz a su lado y no permitiré, aunque seas sangre de mi sangre, que toques ni uno de sus rubios cabellos, ¡así tenga que matarte con mis propias manos!— gritó bajo la mirada incrédula de Itachi.

Desde que supo que su hermano se unió a los rebeldes, Sasuke temió por el inevitable enfrentamiento. Se había declarado fiel al sultán con un ramo de crisantemos, pero estando en ese momento, y apuntando su filo hacia Itachi, se dió cuenta de que su amor por Naruto era más grande que cualquier cosa que pudiera sentir, borrando las pequeñas inseguridades que aún le quedaban.

Itachi se quedó de piedra al escuchar su convicción y bajó su espada lentamente, no poniendo resistencia cuando entraron al fin los soldados del sultán y lo detuvieron.

—¡Enciérrenlo!— ordenó este con rapidez y devolvió a Menma a los brazos de Sasuke, a quien le comenzó a temblar la barbilla al ver como su hermano era tratado con brusquedad —¡Protejan a su haseki!— dió otra indicación y se dirigió hacia la puerta roja —¡Esto se acabó!— bramó y la abrió, deshaciéndose de los enemigos que intentaron entrar con potentes e implacables cortes, y luego internádose en la oscuridad.

El favorito del Sultán (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora