CUATRO

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Sofía

La habitación es tan grande que aquí podría caber cuatro de mi antigua casa, creí que la de Sandra era grande, pero esta es mucho más grande. Tiene una cama enorme entre dos ventanas que van desde el suelo hasta el techo, todos los muebles son blancos y color madera clara, como en el resto de la casa. Rey me observa atentamente mientras inspecciono toda la habitación. Salgo a la terraza que da al jardín trasero, puedo ver el mar y la piscina de la casa desde aquí. Vuelvo a entrar en la habitación, hay un enorme ventanal al otro lado.

—Pensé que te gustaría la oscuridad, no creí que tu casa fuese tan luminosa.

—¿Por qué pensaste que me gustaría vivir en l oscuridad?— me pregunta.

Me encojo de hombros.

—Porque tu corazón es oscuro— contesto.

Él sonríe, me señala a la puerta abierta.

—Ese es nuestro baño— me dice.

Camino hacia a él, mi mandíbula se desencaja, nunca he visto un baño tan bonito, completamente blanco, a excepción de las toallas color crema y las puertas de los muebles color madera, hay una ventana tan grande que hace de pared y toma parte del techo, da hacia el mar, hay una bañera de gran tamaño junto a la ventana rodeada por plantas de exterior.

—Esto es precioso— murmuro.

Los grandes brazos de Rey me rodean la cintura desde atrás.

—Puedes usar el baño a tu placer— susurra en mi oído— Me va a encantar verte en esa bañera rodeada de plantas y el mar de fondo.

—No voy a bañarme delante de ti, pelado.

Su risa suena en mi oído.

—Lo harás en algún momento, te lo prometo. Vamos a pasar muchas horas juntos— me dice.

Su nariz recorre la longitud de mi cuello, mi pulso se acelera, siento corrientes eléctricas recorriendo mi columna vertebral. Sus manos entran por el interior de mis pantalones, me acaricia el exterior de los muslos con las yemas de sus dedos. ¿Por qué estoy dejando que me haga esto? Tengo novio, Luis no merece que le haga algo así, ni siquiera he podido hablar con él para dejarlo.

—No me toques, Rey.

Sus manos se detienen.

—Algún día vas a suplicarme que lo haga. Eres mía, mi mujer, mi Reina.

La puerta del baño se cierra de un portazo, me siento en el borde de la bañera mirando hacia el exterior. Tengo que hablar con Luis, merece una explicación de mi parte. Una lágrima cae por mi mejilla, le voy a romper el corazón. Llevo dos horas con esta mala bestia y ya me ha tocado más de lo que nunca le permití a Luis. Lo peor es que ni siquiera entiendo por qué lo dejo, esto es una locura, todo dentro de mí es tan confuso. Observo el mar, es del mismo color que los ojos de Rey.

Eres mía, mi mujer, mi Reina.

Su voz se cuela en mi mente, cada vez que me dice que soy suya las mariposas vuelan por mi estómago. No debería sentirme así por el hombre que me está obligando a casarme con él. Necesito ver a mi madre. Doy un salto cuando salgo del baño, una de las empleadas sale del vestidor en silencio.

—Lo siento señora, no fue mi intención asustarla— se disculpa.

—No pasa nada, y puedes llamarme Sofía.

Ella niega con la cabeza.

—Usted es la señora de la casa, no es correcto que la llame por su nombre. Le he dejado la ropa ordenada en el vestidor. El señor ha enviado a alguien a comprarle ropa a su madre.

EL REY #1 [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora