Sofía
Tadeo maldice mientras discute con su hermano. Mi madre me ayuda a hacer mi maleta y la de mi hija.
—¿Estás segura de esto?— me pregunta.
—Sí, má, no voy a estar en el mismo lugar que esa niña.
—Mario no deja de mirarte, hija, está sufriendo.
—Yo también, má. Le di a elegir y ha elegido a Marcial y su familia.
No puedo ni mirar a mi esposo, no sé si estoy más enfadada o dolida.
—Sofía, por favor, no te marches— me suplica— Dame algo más de tiempo para encontrarles algo.
No contesto, estoy harta de esperar a que haga algo con ella, no me importa que Marcial, su esposa y sus tres hijos se queden, pero no ella, es indiscutible que ella siga viviendo en cerca de mi esposo. Cierro la cremallera del bolso de mi bebé, ya lo he guardado todo.
—Sofía— llora Mario— Te lo suplico, no os vayáis.
Se me rompe el alma verlo así, pero no puedo quedarme y faltar a mi palabra, si lo hago no me tomará en serio. Tomo a mi hija de la cuna, luego agarro su bolso y mi maleta.
—Deja que te ayude— me dice James.
—¡No te acerques!— le grita Mario.
James se detiene mirándome.
—No te preocupes, James, yo puedo con mi equipaje— le digo.
—Deja de comportarte como un imbécil— le dice Tadeo a Mario— Vas a perder a tu mujer y tu hija por una familia a la que no le debes nada. ¡¿En qué coño estás pensando?!
Mario se zafa del bloqueo de su hermano, se pone delante de mí.
—Sofía, escúchame, los echaré ahora mismo de aquí, no te vayas.
—Ya es tarde Mario, tú has tomado tu decisión y yo la mía. Esta noche la pasaremos en el hostal del pueblo y mañana mismo volveremos a Cartagena.
—Me iré contigo, no vas a librarte de mí.
—Déjame en paz, Mario, ni siquiera tengo ganas de discutir contigo.
Mi esposo se pone de rodillas.
—No te vayas, te lo ruego.
Miro a mi madre.
—Es tu decisión, hija— me dice— Te apoyaré decidas lo que decidas.
Paso por al lado de mi esposo, reprimo las lágrimas que quieren salir de mis ojos, no le voy a dar esa satisfacción a nadie.
—¡Sofía!— grita Mario— No vas a irte, maldita sea, eres mi mujer.
Me agarra por el brazo con tanta fuerza que el bolso de mi bebé cae al suelo.
—¡¿Qué te pasa malparido?!— le grito.
—No puedes dejarme— me dice— Me moriré sin vosotras.
—Deberías haberlo pensado antes, cuando te di la oportunidad.
—Sofía, la he cagado, quise buscarles un lugar para vivir en vez de pensar en ti primero. Perdóname, por favor.
—Mario, en ningún momento te he pedido que eches a Marcial, a su esposa y sus tres hijos, sólo te pedí que la echaras a ella. Una única cosa te pedí y no has sido capaz de cumplirla.
—Está fuera de nuestras vidas ahora mismo, te lo juro.
Los ojos de mi esposo se posan en nuestra hija.
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EL REY #1 [Disponible en físico]
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