DIECISÉIS

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Mario

—¿Puedo pasar?

—Claro hijo— contesta Mariela sonriendo.

Entro su habitación y cierro la puerta detrás de mí.

—¿El bebé está bien?— me pregunta.

—Perfectamente sano.

—Sofía me ha contado lo que ha pasado.

Me cruzo de brazos.

—Sí, se abalanzó hacia Nadia como una leona— le digo sonriendo.

—Tienes a una buena defensora— me dice.

—La tengo.

Me siento en la silla frente a ella, Carmen instaló una mesa redonda y dos sillas en la habitación de mi suegra para poder tomar un café con ella cada tarde y hablar de sus cosas, o más bien, cotillear sobre cosas que Carmen le cuenta. Pongo mi mano sobre la de mi suegra encima de la mesa.

—Tienes que hablar con Sofía y contarle lo que su padre te hizo.

Mi suegra niega con la cabeza nerviosa, su pecho sube y baja.

—Mariela, la he encontrado llorando en el pasillo, me dijo que siente que te ha jodido la vida sólo por haber nacido.

—Ella no hizo eso, fue el mejor regalo que la vida me dio.

—Necesita saberlo, Mariela.

—¿Cómo le digo a mi hija que es fruto de una violación? ¿Y si piensa mal de mí?— me pregunta con la voz rota.

Sus ojos se llenan de lágrimas.

—Sofía te ama, no va a juzgarte, lo que pasó no fue tu culpa, Mariela.

Mi suegra mira por la ventana.

—Mariela, si me dices quién fue el hombre que te hizo daño se lo haré pagar.

—No puedo— solloza— No lo quiero de vuelta en mi vida.

—Mariela, dime su nombre, lo atraparé y jamás volverás a tener miedo de él, no estará de vuelta en tu vida. Jamás permitiría que se acercara a ti.

La puerta de la habitación se abre de golpe.

—¡Má James está en la cocina con Carmen!— grita mi esposa emocionada.

Mariela se limpia las lágrimas rápidamente, mi esposa se acerca a nosotros. Le quita el pelo de la cara a su madre, la toma por debajo de la barbilla con sus dedos y le levanta la cabeza.

—¿Má qué pasa? ¿Por qué lloras?

Mi suegra desvía la mirada hacia a mí, luego vuelve a mirar a su hija.

—Siéntate, Sofi, tengo algo que contarte— le dice.

Me hago a un lado para que mi esposa se siente en mi regazo, rodeo su cintura con mi brazo y dejo reposar mi mano en su vientre.

—Déjala hablar, deja que te cuente todo.

Mi esposa me mira confundida, pero asiente con la cabeza. Luego mira a su madre, mi suegra respira hondo.

—Sofía lo que voy a contarte no es nada fácil para mí, te suplico que no me juzgues, yo sólo tenía quince años recién cumplidos.

—¿Má qué pasa? Me estas asustando.

—Mi verdadero apellido no es Mendoza, es Nivia.

Frunzo el ceño, la única familia que conozco con ese apellido son la segunda más rica del país, por detrás de nosotros. Tienen empresas por todo el mundo.

EL REY #1 [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora