Mario
Cartagena de Indias, mi hogar, el lugar en el que nací y crecí, el lugar en el que fui entrenado para ser lo que soy hoy día. Un jefe de familia, un capo de la droga. El narcotráfico es mi modo de vida, no conozco nada más, tengo el mejor producto de toda Latinoamérica. Colombia es mi refugio, mi casa es mi fuerte. Tengo una vida que muchos desearían, dinero, poder, mujeres, lujos. Sin embargo, no tengo lo más importante, eso decían todos, no tengo una familia propia, hijos a los que criar y educar, una esposa con la que compartir la vida. Todo eso es muy bonito, pero nunca fui un hombre hecho para estar casado, lo intenté, estuve prometido unos meses con una mujer, pero no le fui fiel, me perdonó, pero yo no quería seguir con ella. No iba a dejar de follar con otras mujeres sólo porque ella fuese mi futura esposa. No, tener una familia propia nunca fue importante para mí, ni siquiera tener hijos, sabía que iba a necesitar un heredero tarde o temprano, pero contaba con los hijos que mis hermanos tuvieran en algún momento. Yo quería seguir con mi vida despreocupada, follar con todas las mujeres que quisiera sin que ninguna esposa me reclamara nada. Quería mi libertad, no estaba dispuesto a desprenderme de ella.
Mis hombres caminan detrás de mí mientras paseo por el puerto pesquero, cada día ponen un mercado aquí, hoy le tocaba venir mi ama de llaves, Carmen, pero a última hora decidí venir yo. Me gusta venir aquí e impregnarme del olor a mar, conozco a todos los que trabajan en este lugar, algunos incluso lo hacen para mí. Todos conocen mi nombre, me conocen a mí, algunos me evitan y otros me saludan con respeto. Me acerco al puesto de Reynaldo, siempre tiene pescado fresco del día. Miro a un lado y a otro, es extraño que no esté atendiendo el puesto.—¡Niña, atiende al señor Reyes!— grita desde su barco a alguien.
Me saluda con la mano mientras reniega maldiciendo. Una joven mujer sale del interior del barco con una caja de pescado. Sus ojos negros me cautivan desde el primer momento que se cruzan con los míos, veo el fuego de la furia ardiendo en ellos. Su cara es la más bonita que he visto nunca, su nariz recta y levemente levantada en la punta, sus labios gruesos, una mandíbula recta, su pelo negro azabache recogido en una cola alta y su piel trigueña. Su cuerpo se esconde tras la ropa ancha y oscura, pero se pueden apreciar las hermosas curvas que me oculta. No hay duda de que es indígena.
Una sonrisa se dibuja en mi cara. Ella deja la caja con el pescado de un fuerte golpe sobre el pequeño mostrador, pone las manos en puños sobre sus caderas. Me mira con altanería, no sabe lo mucho que me gusta eso, está despertando a mi bestia sin pretenderlo.—¿Qué quieres?— me pregunta con molestia.
—¿Así es cómo tratas a tus clientes?— le pegunto.
—No tengo tiempo, el viejo me está volviendo loca y tú me estás haciendo perder el tiempo, así que dime qué es lo que quieres para acabar cuanto antes aquí.
—Estoy muy lejos de acabar contigo, mami.
—No me llames así, pelado, ¿pero quién te has creído que eres?
Reprimo una carcajada. Realmente, no sabe lo que está provocando en mí. Reynaldo pone una de sus sucias manos sobre el hombro de esta impresionante mujer, quiero cortarle la mano por atreverse a hacer tal ofensa contra ella.
—¿Sabes quién es el hombre al que estás tratando tan irrespetuosamente?— le gruñe.
—Todos en Cartagena conocen a este pelado.— contesta ella mirándome de arriba a abajo.
—Aparta tu mano de ella.— le ordeno a Reynaldo— No vuelvas a tocarla.
—Lo siento, Rey.
Mis ojos se desvían a la oscuridad de los de la mujer. Ella se ha cruzado de brazos. Miro su ropa, una simple camiseta negra y unos pantalones de chándal gris oscuro, muy ancho todo.
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EL REY #1 [Disponible en físico]
Romance©️Historia registrada en el Registro de la Propiedad Intelectual de España. Cualquier tipo de plagio será denunciado ante la ley. El registro protege la historia de forma internacional. ------------------------------- Todos los derechos reservados...