TREINTA

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Sofía

Lorenza me prepara la bandeja con comida para Alfonso, llevo dos días cuidando de él durante el almuerzo. Siento que se lo debemos, si no hubiera apartado a mi esposo de un empujón habría salido herido, o Dios sabe qué más podría haber pasado. Mario y Nelson están investigando lo sucedido, mi esposo cree que alguien intentó matarlo, él había sujetado bien las varas de hierro, las cuerdas que la sujetaban estaban cortadas cuando las encontró cerca de donde está la nueva construcción. Jana me acompaña a la habitación de Alfonso, es tan amable y simpática, tiene tan sólo veinte años y es sobrina de Lorenza. Creo que le gusta Alfonso, cada vez que lo mira sus rostro se ilumina. Y lo mismo pasa con él, ojalá se confiesen sus sentimientos el uno al otro.

—Señora, puedo cuidar de su hija siempre que lo necesite— me dice Jana.

—Te lo agradezco, Jana, pero prefiero que lo haga Hugo, Luna está acostumbrada a estar con él.

—Lo entiendo— dice abriendo la puerta de la habitación.

Marcela me observa con atención, no sé qué le pasa conmigo, lleva dos días así. Se pasa el día en la casa y no se va hasta bien entrada la noche. Dejo la bandeja sobre la cómoda, Jana ayuda a Alfonso a sentarse un poco.

—Marcela, vete a casa— le dice a su hermana.

Ella niega con la cabeza.

—Estoy cuidándote, Alfonso.

Jana y yo nos miramos, evito reírme para no molestarla.

—Marcela, vete— gruñe Alfonso.

—Déjala— le digo— Está bien que te haga compañía.

Alfonso hace un mueva de dolor.

—Jana, coge las medicinas del baño— le ordeno.

—Señora Reyes, no es necesario que usted me cuide— me dice Alfonso.

—Lo sé, pero quiero hacerlo, me siento en deuda contigo, salvaste a mi esposo.

No me pasa desapercibido que Marcela hace un gesto de asco con la cara.

—¿Tienes algún problema?— le pregunto directamente.

—No, Sofía, claro que no tengo ningún problema— contesta ella.

—¡Marcela!— grita Alfonso.

Pongo mi mano en su pecho, no debe hacer esos esfuerzos.

—Marcela, ve a la cocina con Lorenza, es una orden— le digo.

Ella se levanta de la cama.

—Tú no eres mi jefa— me desafía.

La puerta de la habitación se abre del todo. Mi esposo entra mirando fijamente a Marcela.

—Sofía es mi mujer, mi esposa. Es la señora de esta y todas mis casad, respétala, Marcela, no te tomes libertades que no te corresponden. Si ella te da una orden, la obedeces. Ahora vete de aquí, Lorenza necesita ayuda en la cocina.

Marcela no se mueve.

—¡Vete!— le grita mi esposo.

Marcela mi fulmina con la mirada, doy un paso adelante.

—¿A ti qué te pasa pelada?— le pregunto furiosa— ¿Por qué me miras de esa forma?

Mi esposo me rodea la cintura con su brazo, me echa hacia atrás.

—Vete de esta habitación, ten un poco de empatía con tu hermano, Marcela— le dice mi esposo.

—Vete— espeto— Pero vete de mi casa.

EL REY #1 [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora