Sofía
Mezo a Luna en mis brazos, la tormenta arrecia fuera, los árboles y las palmeras se mueven con violencia. Mi esposo me entrega una manta para nuestra hija.
—Está empezando a refrescar— me dice.
—¿Nos quedaremos sin luz?
—Posiblemente, pero estamos preparados, tenemos un generador.
—¿Y los trabajadores?
—Ya se han marchado a sus casas.
Mi esposo me aparta de la ventana, nos sentamos en el sofá junto a Tadeo.
—Dame a mi princesa— me dice quitándome a mi hija de mis brazos.
Me acurruco en el pecho de mi esposo. Mi madre no ha dado señales de vida desde que se encerró con James en la habitación, supongo que él está bien dentro se la gravedad. Me asusté tanto cuando lo vi desangrándose y gritando por el dolor.
—¿Por qué no os vais a descansar?— nos pregunta Tadeo— Yo me quedo con mi princesa.
—Sí, vamos, marchaos, me quedaré a cuidar de los dos culicagados— se burla Carmen de Tadeo.
Me rio suavemente.
—Puedo cuidar de sobrina— protesta Tadeo.
—Eso habrá que verlo— lo desafía Carmen.
Miro a Mario.
—Necesitas descansar, no has parado desde esta mañana, tú también estás herido— le digo.
—Vente conmigo.
—Está bien— suspiro.
Me toma de la mano fuertemente.
—No voy a escaparme a ningún lado— le digo.
—Por si acaso.
Niego con la cabeza sonriendo. Cuando entramos en la habitación, el olor a cloro me golpea en la nariz, Lorenza y Jana se han esforzado en limpiar bien la sangre del suelo. Me suelto de la mano de mi esposo, busco su medicación en el primer cajón de la cómoda. Saco los calmantes del bote y agarro la botella de agua. Mi mandíbula se desencaja cuando lo veo desnudo en la cama, él sonríe ampliamente.
—Estás herido, pelado— lo regaño— Toma tus pastillas y duerme un rato.
Palmea el colchón a su lado, cojo su mano y le pongo las pastillas en ellas, se las toma de una vez.
—Mario, he venido contigo para que duermas.
—Sofía, desnúdate y duerme conmigo.
—No, si me desnudo no vas a dormir.
—Te prometo que sí.
Me tumbo de espaldas a él, pega su cuerpo al mío, mete su mano por debajo del vestido y engancha su pulgar en la costura de mis bragas.
—Desnúdate— susurra en mi oído.
Le doy un manotazo en la mano.
—Duérmete o me marcho— le digo.
Se gira al otro lado protestando, me aguanto la risa para no molestarlo más. No tarda mucho en quedarse dormido, me levanto de la cama con cuidado, corro las cortinas y salgo de la habitación dejando la puerta un poco abierta. Vuelvo a la sala con Tadeo y mi bebé.
—¿Dónde está Carmen?— le pregunto mientras me siento a su lado.
—Le he tenido que ordenar que se fuera a descansar, se estaba quedando dormida en el sofá. ¿Y tú qué haces aquí? ¿No te días de mí para cuidar a mi princesa?
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EL REY #1 [Disponible en físico]
Romantik©️Historia registrada en el Registro de la Propiedad Intelectual de España. Cualquier tipo de plagio será denunciado ante la ley. El registro protege la historia de forma internacional. ------------------------------- Todos los derechos reservados...