VEINTICINCO

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Mario

Una sonrisa se dibuja en mi boca cuando mi bebé sonríe, le doy un beso en la mejilla.

—Es tan hermosa— dice mi mujer— Y se parece tanto a ti.

—Es la princesa más hermosa del mundo.

Acaricio su mejilla con cuidado de no despertarla. Luna es tan increíblemente buena y tranquila, la primera noche que pasó con nosotros apenas se despertó, sólo tres veces para comer y cambiarle el pañal. Ha sido así en las tres siguientes noches.

—¿Tadeo se ha encargado de la mujer que cuidó a nuestra hija?— me pregunta mi esposa.

—Sí, va a recibir una mensualidad de por vida.

Mi esposa sonríe, ayer me pidió que ayudáramos económicamente a la mujer mayor que estuvo cuidando de nuestra pequeña, no se la llevó a propósito, pensó que estaba abandonada y quiso cuidarla. La ha mantenido a salvo todo este tiempo y es algo que debemos agradecerle. Pongo mi mano sobre la cadera de mi esposa.

—Luna está muy dormida— le digo.

—¿Qué quieres decir?

—Quiero decir que necesito a mi esposa unos minutos.

Mi mujer gatea hacia mí con mucho cuidado, me tumbo de espaldas en el colchón, ella se sube a horcajadas sobre mí. Adoro el cambio que ha dado, la luz ha vuelto a sus ojos, ha comido mejor estos días y ha dejado a un lado las pastillas, Luna era la pieza que faltaba en su interior. Sujeto a mi esposa por las caderas.

—Aún no puedo hacer nada— dice en un tono triste.

Mami, estuviste muy mal, dale tiempo a tu cuerpo para que sane.

Ella pone los ojos en blanco.

—Quiero hacer el amor contigo— me dice— Quiero sentirte dentro de mí, lo necesito.

Gruño frustrado, que me diga esas cosas no ayuda en nada.

—Sofía, estoy deseando poder follarte...

Mi esposa me golpea en el pecho.

—No digas palabras feas delante de nuestra hija— me regaña.

Giro la cabeza hacia un lado encontrándome con la de mi niña, está profundamente dormida.

—No entiende, Sofía.

—Claro que entiende, es muy inteligente.

Mi pecho vibra por la risa, Sofía se tumba encima de mí.

—Quiero que tenga todo lo que yo no tuve— me dice.

—¿Te refieres a los estudios?

—Sí, no quiero que sea una ignorante.

Meto detrás de su oreja un mechón de pelo.

—No eres una ignorante— le digo— Eres inteligente.

—Pero no sé leer muy bien y mi escritura es inentendible.

—Puedes mejorar eso, estuviste un tiempo con Sandra, vuelve a pedirle ayuda.

—Quiero mejorar para nuestra hija, no quiero que ella piense que su madre es una bruta.

—Sofía, no sigas por ese camino. Luna jamás pensará que eres una bruta. ¿Sabes qué pensará?

Niega con la cabeza.

—Que eres la mujer más valiente del mundo, que la protegió en todo momento cuando estaba dentro de ti y que sacó fuerzas de donde no tenía para vivir y estar con ella. Podrías haber muerto durante el parto y no lo hiciste. Nuestra hija podrá pensar muchas cosas de ti, pero ninguna de ellas será mala.

EL REY #1 [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora