TREINTA Y TRES

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Mario

La aprieto más contra mi cuerpo. He estado a punto de perderla por ser un imbécil. Absorbo el olor de su pelo, extraño el mar. Mi esposa sube su pierna a mi cadera, acaricio su muslo con mis dedos suavemente.

—Perdóname.

—Ya fue, Mario, vamos a olvidar lo que ha pasado.

—Me siento como un idiota que estuvo a punto de perder a su familia por alguien a quien no le debo nada.

—Han estado muchos años trabajando para tu familia.

Niego con la cabeza.

—Siempre les hemos pagado un buen sueldo, además de una casa, no estaban trabajando gratis, mi hermano tenía razón.

Mi esposa levanta la cabeza de mi hombro, me da un corto beso en los labios, luego mira a nuestra hija, se ha quedado dormida en mi pecho.

—Anoche te extrañó— me dice mi esposa— No dejó de llorar.

—Mi pobre princesa.

Froto su espalda con cuidado, hoy hace tanto calor que mi pobre niña tiene que estar en pañal.

—¿Le ha dado reacción alguna vacuna?— le pregunto a mi mujer.

—Por ahora no.

—Tengo que buscar un vuelo para irnos de aquí.

Papi, deberíamos esperar a que Hugo encuentre a quien sea que esté detrás de todos los ataques.

—He estado punto de perderos por venir a la maldita hacienda, quiero irme a Cartagena con mis dos mujeres, quiero que nos vayamos a nuestro hogar.

Sofía se apoya en su codo, acaricia mi cara con sus dedos, se fija en el apósito de mi frente.

—No me gusta este lugar— dice— Soy la primera que quiere irse, pero no podemos dejar a los trabajadores y a sus familias con este problema. Es nuestra responsabilidad encontrar al culpable de todo esto.

De pronto se escucha un fuerte estallido cerca de la casa, Luna comienza a llorar, se la entrego a mi mujer rápidamente.

—¿Qué ha sido eso?— me pregunta asustada.

—No lo sé, si es ese maldito cabrón voy a matarlo, nunca ha hecho nada cerca de la casa, está cogiendo confianza y eso no me gusta nada. Quédate aquí y cierra todas las puertas con seguro.

Dejo a mi mujer y a mi hija en nuestra habitación, el salón es un caos de gritos, James entra desde el exterior lleno de sangre, corro hacia a él, tiene la mirada perdida. Mi suegra intenta hacerlo reaccionar.

—James, mírame— le dice.

Acuna su cara entre sus manos.

—Mírame, por favor.

Los ojos de James se posan en ella.

—¿Qué ha pasado?— le pregunta.

James señala con su pulgar hacia afuera.

—Os quiero en la habitación con Sofía y Luna— les ordeno— Que Lorenza y Carmen vayan con vosotros. ¿Dónde están Tadeo y Hugo?

Los ojos de James se llenan de lágrimas, niego con la cabeza, mi pulso se acelera hasta que siento que el corazón se me va a salir por la boca.

—Mi principito no— gruño.

Salgo corriendo a buscar a mi hermano, el dolor en el pie me sube por toda la pierna hasta la cadera, mis empleados corren de un lado a otro intentando sofocar el incendio de la nueva explosión.

EL REY #1 [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora