VEINTINUEVE

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Mario

El sudor cae por mi frente y mi espalda, me quito la camiseta y me limpio el sudor con ella, luego la tiro a un lado en el suelo. Cargo otros dos sacos de cemento sobre mi hombro.

—¡Óscar!— grito— Vamos muchacho, tenemos que terminar la construcción antes de que comience a llover otra vez.

Nosotros nos estamos encargando de la construcción del área de descanso para los agricultores, sus hermanos mayores y su padre se encargan de arar la tierra para la plantación del café. Dejo los sacos en el suelo junto a la hormigonera, veo acercarse a la hija pequeña de Marcial, trae con ella una jarra de zumo y algunos vasos. Ha crecido mucho desde la última vez que la vi hace un año. Su pelo castaño está más largo, lo lleva recogido en dos trenzas que le llegan hasta la cintura, sigue teniendo la misma cara de niña, eso no ha cambiado nada. Sus ojos marrones brillan cuando me miran, es tan pequeña de estatura como su madre, calculo que no debe medir más de 1,65cm, incluso mi esposa es más alta que ella.

—Bienvenido a casa Mario— me dice.

Óscar suelta el saco de cemento en el suelo dando un sonoro golpe.

—¿Qué clase de confianza es esa Marcela?— le pregunta a su hermana— Trata con respeto al jefe.

—No importa Óscar— le digo— ¿Cómo estás Marcela?

Ella sonríe.

—Muy bien, hace dos meses cumplí dieciocho años.

—Marcela, vete de aquí, estamos trabajando, ve a ayudar a Lorenza o a mamá.

Marcela extiende la bandeja con zumo hacia a mí.

—Lo he exprimido yo misma— me dice— Hace mucho calor, necesitas beber.

Óscar aprieta la mandíbula.

—Te lo agradezco Marcela, pero voy a rechazarlo— le digo.

La sonrisa se disipa de su cara.

—¿Por qué?— me pregunta.

—Marcela— advierte su hermano.

—Ya cállate Óscar, no estoy hablando contigo— contesta ella, sus ojos vuelven a posarse en mí— Vamos, Mario, no me hagas el feo.

—Marcela, pueden pasar dos cosas, de las cuales estoy seguro de que una va a pasar aunque yo trate de impedirlo, te aseguro que en ninguna de ellas sales bien parada, muchacha. No sigas por el camino en el que estás ahora, si mi esposa se entera de que has estado coqueteando conmigo no vas a tener suficientes montañas para correr. Ve a tu casa y haz lo que tu hermano te ha dicho, ayuda a tu madre. No pases por mi casa, si mi esposa te ve y se entera de lo que acabas de hacer se lanzará hacia a ti como una pantera. No será la primera vez que lo haga.

Me mira confundida, Óscar niega con la cabeza, parece muy avergonzado.

—¿Te has casado?— me pregunta.

—Sí, estoy felizmente casado con la mujer más maravillosa del mundo.

—Marcela, lárgate— gruñe Óscar.

—Te has casado— repite, ésta vez sin preguntar.

Óscar la agarra del brazo, la jarra con zumo casi cae al suelo.

—Vete de aquí y deja al jefe en paz, está casado y tiene una hija con su esposa— le dice a su hermana— Ya párale con la estupidez.

Marcela se marcha sin decir nada más, me da un poco de tristeza, sólo es una niña deslumbrada por alguien mayor que ella.

EL REY #1 [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora