TREINTA Y SEIS

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Sofía

—Tres malparidos para torturar— dice mi esposo— Suerte que también somos tres.

Su sonrisa es siniestra, él me mira.

—¿Quieres empezar tú?

Asiento con la cabeza, Nadia solloza. Decidí venir con mi esposo y mi cuñado al carguero porque quería ocuparme personalmente de Macario, ya me desahogué con Nadia, ahora él debe pagar por haber amenazado a mi bebé. Tadeo se hará cargo de Nadia y mi esposo del maldito Perro. Si alguna vez creí que lo amaba, ahora sé con certeza que lo odio. Agarro la ballesta, le he comenzado a tomar cariño a este artilugio, apunto con ella hacia la entrepierna de Macario y disparo. Su grito es música para mis oídos, una vez pensé que mi esposo era cruel y malvado por hacer daño a las personas, ahora entiendo por qué lo hace y que sólo hace daño a quien lo merece. Macario sigue gritando y revolviéndose, disparo una segunda flecha, esta vez al centro de su pecho. Mi esposo se pone detrás de mí, me agarra por las caderas y me da un tirón hacia atrás, hunde su nariz en el hueco entre mi cuello y mi hombro, noto cómo me humedece la piel con su lengua.

—Sigue, no te detengas por mí— susurra en mi oído.

Me entrega el juego de cuchillos de la mesa, lanzo el primero que impacta en el hombro de Macario.

—¡Basta maldita zorra!— me grita— ¡Me quema!

Nadia lo mira con horror, en cambio, Luis me mira juzgándome.

—¿Quieres probar los cuchillos Perro?— le pregunto.

—Ya no eres la Sofía que conocí, la dulce e inocente mujer que jamás haría daño a nadie— me dice.

—No te confundas, Perro, esa Sofía sigue aquí, jamás le haré daño a alguien inocente, y tú eres de todo menos inocente. Ninguno de los tres lo sois, intentasteis matarme, casi muero por vuestra culpa, le hicisteis creer a mi esposo que estaba muerta. ¡Lo hicisteis sufrir! ¡Nadie toca a mi esposo!

Le lanzo un cuchillo al Perro, él grita y se retuerce por el quemazón del veneno. Le lanzo el tercero a Nadia, Tadeo se ríe a carcajadas.

—Ni siquiera sé para qué hemos venido, hermano, mi hermanita es muy capaz de encargarse de estos tres malparidos— le dice a mi esposo.

Me aparto de mi marido, golpeo a Macario en la cara con mi puño, las lágrimas caen por mis mejillas por los recuerdos de mi niña llorando desconsolada.

—¡Le apuntaste con un arma!— le grito— ¡Amenazaste a mi bebé!

Le rompo la nariz de un golpe, la sangre cae por su nariz hasta la boca y desde su ceja hasta su pómulo. Mi esposo me agarra por la muñeca, examina mis nudillos.

—Te has herido— me dice.

—¡No me importa!— chillo llorando— Nadie puede tocar a mi bebé— sollozo.

Apoyo la frente en el pecho de mi esposo, me duele el pecho por el llanto, Macario amenazó a mi bebé.

—Lloró mucho— lloro— Mi bebé, mi pobre bebé.

—Deja que Hugo te lleve a casa, Tadeo y yo nos encargamos de ellos.

Niego con la cabeza, no quiero irme, mi bebé está en buenas manos con su abuela y sus tías. Nelson las está vigilando, se lo ordené antes de irnos. Quiero quedarme aquí y verlos sufrir tanto como mi familia ha sufrido por culpa de ellos.

—No, no voy a irme. Quiero ver cómo sufren.

—Quédate a un lado, nosotros nos encargamos del resto— me da un corto beso en los labios— Hugo, cura los nudillos de mi mujer.

EL REY #1 [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora