DIECINUEVE

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Mario

Lanzo el objeto de mi mano contra la pared, estoy que me llevan los demonios. ¿En qué momento se me ocurrió decirle algo así a mi mujer? Ella no merecía esas palabras. Confió en que yo actuaría para protegerla y lo único que he hecho ha sido insultarla. Mi hermano entra en el despacho con Tanok.

—Fuera de aquí— ordeno.

—Tanok quiere hablar contigo— me dice mi hermano.

—¿Crees que es el momento para hablar? Fuera de aquí.

—He hablado con Sofía, quiere verte— me dice Tanok.

Salgo corriendo del despacho, ella quiere verme. Subo los escalones de dos en dos, necesito llegar a ella lo más rápido posible. Abro la puerta de mi habitación, mi esposa está en nuestra cama tumbada bocarriba, me quito la chaqueta del traje y la dejo caer al suelo. Me subo a la cama con mi mujer colocándome entre sus piernas, levanto su vestido para besar su vientre.

—Perdóname, no quería decir eso.

Froto mi nariz por su vientre.

—Soy un imbécil, depositaste tu confianza en mí y yo te he fallado.

—Basta, Mario.

—No, no merecías lo que te dije.

—Fui una impulsiva.

—Sí, pero no debería haber insinuado que no amas a nuestro bebé.

Beso sus costillas.

—Quiero follarte, llevamos dos días sin hacerlo. Déjame cuidarte.

Froto su clítoris con mi pulgar por encima de sus bragas.

—¿Me dejas follarte?

Meto uno de mis dedos por dentro de las bragas y trazo la longitud de su raja.

—Quiero meter mi dura polla aquí. Necesito hacer que te corras para que me perdones.

Mi esposa se ríe.

—¿Quieres follarme para que te perdone?— me pregunta con una sonrisa.

—Sí, necesito sentir tu coño apretando mi polla.

—Me gusta mucho tu polla.

Se me escapa un gruñido, la penetro con el dedo que tengo dentro de sus bragas. Me estoy volviendo loco, quiero meter mi polla dentro de ella y hacer que se corra.

—Mario, perdóname por ser tan impulsiva, te prometo que intentaré controlarme más.

Niego con la cabeza.

—Te quiero salvaje, Sofía, te amo así, como te conocí. Confía en mí para protegeros, no os fallaré.

—Quiero que me folles y que me llenes con tu semen, quiero oler a ti.

La giro con brusquedad, ella se apoya en sus manos y levanta el culo. Bajo sus bragas hasta las rodillas, luego hundo mi nariz en su coño, saco mi lengua para lamer su clítoris.

—Te voy a follar tan duro— gruño— Te la voy a meter hasta el fondo.

Le muerdo una mejilla del culo.

—Ninguna mujer me había puesto tan duro nunca.

Mi esposa se remueve, la sujeto por la garganta y la levanto pegando su espalda a mi pecho, libero mi polla de mis pantalones con mi mano libre.

—¿A dónde crees que vas esposa?

—No me hables de otras mujeres, malparido.

Coloco mi polla en su entrada.

EL REY #1 [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora