DOCE

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Sofía

—¡Má!— chillo cuando la veo.

Corro hacia ella, hace dos semanas que no la veo, mi esposo y yo acabamos de volver del viaje. Hemos pasado unas semanas increíbles en el yate visitando diferentes lugares, comiendo comidas de cada lugar, visitando sus playas. Nunca me lo había pasado tan bien. Mi madre me acoge en sus brazos, me alegra verla sentada en el jardín trasero con Carmen, he estado muy pendiente de ella, la llamé cada día y también hablé con James, su médico. Está mejorando, pero sigue necesitando un trasplante de riñón, Mario está haciendo todo lo posible para buscar un donante que no sea yo, dice que no quiere exponerme a una operación. Lo haré de cualquier forma si es soy la única opción de mi madre.

—¿Cómo os lo habéis pasado?— me pregunta mi madre.

—Muy bien, má, Mario ha estado pendiente de mí todo el tiempo. Y he conocido tantos lugares.

—Me alegro mucho, mi niña, mereces todo esto.

—Os hemos traído regalos.

Busco por todos lados la bolsa con los regalos, mi esposo se ríe y me la entrega.

—Te la dejaste en el coche— me dice.

—¡Hermanito!

Sandra da un salto a los brazos de su hermano, Tadeo me besa en la mejilla.

—Bienvenida, hermanita— me dice— ¿Os lo habéis pasado bien?

—Mucho— contesto sonriendo.

—¡Primo!

Una mujer que no conozco se cuelga del cuello de mi esposo, igual que ha hecho Sandra. Mario las besa a las dos en las mejillas, luego las deja en el suelo y me mira.

—Sofía, ella es Gala, nuestra prima.

Levanto las cejas sorprendida, mi esposo me ha hablado mucho de su prima. Me pongo de pie, ella sonríe y me abraza.

—Estoy tan feliz de conocerte— me dice— No pude acudir a vuestra boda.

Me separo un poco de ella.

—No pasa nada, Mario me contó el motivo, lo entiendo.

Ella sonríe levemente.

—Os hemos traído regalos a todos— digo.

Saco de la bolsa la caja con el logo de esa joyería que tanto le gusta a Sandra, sus ojos se iluminan cuando la ve, prácticamente me la quita de las manos.

—¡Oh Dios!— chilla— Es una pulsera preciosa, muchas gracias.

—No sabía que las pulseras de diamantes eran típicas del Caribe— se burla Tadeo.

—¡Cállate bobo!— protesta Sandra.

Le entrego la otra caja a Gala.

—No era necesario— nos dice a mi esposo y a mí— Pero muchas gracias.

Saco de la bolsa las dos muñecas hechas en Jamaica, nos las hizo un artesano que encontramos allí. Se las doy a Carmen y a mi madre, ella sonríen.

—Son preciosas, Sofía— me dice Carmen.

—Mi esposa las eligió personalmente para vosotras— dice Mario tomándome por la cintura.

—Señora se ha dejado este cuadro en los asientos del coche— me dice Hugo.

Tomo el lienzo que pintaron especialmente para Tadeo, el artista callejero me preguntó si quería que tuviera algo especial, le dije que sí, quería que tuviera una puesta de sol. Le enseño el lienzo a mi cuñado.

EL REY #1 [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora