TREINTA Y UNO

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Mario

—¿Así? ¿Así te gusta?

Mi esposa asiente fervientemente, la penetro más rápido, sus gemidos suenan más fuerte, está a punto de correrse. Envuelvo mis labios en uno de sus pezones, me clava las uñas en la espalda mientras se corre con fuerza, noto cómo sus jugos bañan mi polla. Jadeo en su teta cuando comienzo a correrme yo también.

—Aahh— gimo— Mierda.

Saco mi polla del interior de mi mujer.

—Joder— gruño enfadado.

—¿Qué pasa?

—Se ha roto el puto condón, no me lo puedo creer. ¡Otra maldita vez!

Mi esposa se pone de rodillas, pone sus manos en mi pecho.

—Tranquilo, Mario, envía a Hugo a la farmacia del pueblo, me tomaré la píldora del día después.

Me quito el jodido condón y lo lanzo al suelo con rabia.

—James va a venir esta tarde para ponerte la puta inyección— gruño.

—Mario, tranquilo.

—¡¿Cómo coño quieres que esté tranquilo?! No puedes quedar embarazada y acabo de correrme dentro de ti.

Sofía respira hondo, su mirada me dice que está intentando mantener la calma conmigo.

—Mario, tranquilízate, esto tiene solución— me dice.

—Me enoja que por una vez que decido usar un condón contigo se haya roto.

—Tienes la polla grande, esas cosas no lo soportan.

Me congelo mirándola, ella sonríe. Empiezo a reírme a carcajadas, me tumbo encima de mi esposa.

—Te amo— le digo.

—No te enojes por esto, James me pondrá la inyección hoy mismo y ya no tendremos más problemas.

—Odio que sea mensual.

—Lo sé, pero es lo que hay.

Le doy un beso en el cuello.

—James también tiene que ponerle las vacunas a Luna, lleva retraso con ellas— le digo.

Mi esposa suspira.

—Es normal, hemos estado en Santa Fé todo un mes— me dice— ¿Cuándo vamos a volver a Cartagena?

—La construcción ya está acabada y las tierras sembradas, pero aún no hemos averiguado quién ha estado intentando matarme y tampoco sabemos si es la misma persona responsable de los incendios.

Apoyo la mejilla en el pecho de mi mujer, los latidos de su corazón me relajan. A mi mente vienen todos los atentados que he sufrido este mes, Sofía se puso muy triste cuando se enteró de que mi caballo había sido asesinado, ella había estado yendo a alimentarlo con manzanas cada día. Intentaron quemarme vivo en un incendio en una de las áreas de descanso, Óscar y Enrique lograron romper un vidrio y sacarme de allí. No sé quién está detrás de todo esto, pero quien sea, me debe odiar mucho.

Papi.

—Dime.

—¿Puede venir mi madre con James? La echo de menos.

—No tienes que preguntarme eso, esta es tu casa, si quieres que ella venga, díselo.

Mi esposa extiende el brazo para coger su móvil de la mesita de noche. Busca el número de su madre en la agenda, se me escapa una suave risa.

EL REY #1 [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora