Mario
Descuelgo la llamada.
—¿Quién es?— pregunto.
—Nada de esto habría pasado si te hubieras quedado conmigo, ahora tengo a un hombre que de verdad me valora, Luis es todo lo que tú nunca fuiste.
Frunzo el ceño, la voz que suena al otro lado no es la del Perro, es la de Nadia.
—¿Qué coño haces con ese cabrón?— pregunto.
—¿Celoso mi amor?— se burla.
—Ni en tus mejores sueños, Nadia.
—Tengo algo que te pertenece.
Mi esposa me mira con ojos llorosos.
—¿De qué hablas?
—No matamos a tu esposa hace meses, nos dimos cuenta de que podríamos sacar provecho del bastardo que llevaba en su vientre.
—¿Qué es lo que quieres decir? Vi el vídeo, el Perro mató a mi mujer.
—No lo hice, no en ese momento— se ríe.
—Tenemos al bebé— dice Nadia— Nació hace unas horas.
—Devolvedme a mi hijo, hijos de puta.
—Hija, es una estúpida niña, da asco, se parece a ella— dice Nadia.
Mi esposa se tapa la mano con la boca mientras mi suegra la abraza. Una niña, hemos tenido una niña.
—¿Qué queréis a cambio de mi hija?— les pregunto.
—Veinte millones de dólares estadounidenses— dice Luis— Los queremos esta misma tarde o la niña morirá.
—Como la toquéis os mataré, os juro que lo haré tan despacio que lloraréis lágrimas de sangre para que os mate rápido. ¿Dónde está mi esposa?
—Bueno, ella no está entre los vivos en este momento— se burla Nadia— Ha cruzado el camino hacia el más allá.
—Hijos de puta, os encontraré algún día, tenéis mi palabra.
—Deja la bolsa con el dinero en una hora bajo el banco de plaza del Rosario en el centro, no hagáis ninguna estupidez, la niña no estará allí. La dejaremos con una nota con tus datos en algún lugar de la ciudad— dice El Perro.
La llamada se cuelga de repente. Cierro los ojos y respiro hondo, tengo que conseguir el dinero en este mismo momento, una mano se posa en mi cara, cuando abro los ojos veo el rostro de mi esposa.
—La voy a recuperar, no van a tocar a nuestra hija— le digo.
—¿De dónde vas a sacar tanto dinero?
Acaricio su mejilla con mi pulgar.
—Sofía, tengo mucho más que eso, no debes preocuparte por el dinero, ¿de acuerdo?
Ella asiente con la cabeza. No espero ni un segundo más, beso sus labios sin cuidado, la beso por las mejillas y por la mandíbula.
—Te amo, Sofía, he estado muerto sin ti.
—Recupera a nuestra hija, te lo suplico.
—Lo haré, amor mío, la traeré con nosotros.
Salgo de la habitación de mi esposa para poder hablar con mi hermano tranquilamente. Aún no puedo creer que esté viva, mi Sofía sigue con vida, tengo que encontrar a nuestra hija. Apoyo la espalda en la pared y miro al techo, mi esposa me ha dado una hija, una niña.
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EL REY #1 [Disponible en físico]
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