QUINCE

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Sofía

Levanto una ceja mirando a la pelada de Nadia, sus padres y ella se han presentado en mi casa para hablar con mi esposo en privado, por supuesto que no los he dejado, quiero oír todo lo que tengan que decir y mis cuñados están de acuerdo conmigo, así que los he obligado a todos a sentarse en el sofá de la sala para que digan lo que sea y se marchen de una vez.

—¿Tienes algún problema conmigo pelada?— le pregunto a Nadia.

Ella desvía la mirada, Mario me rodea la cintura con su brazo, él está sentado, pero yo estoy de pie porque no soy capaz de mantenerme sentada, sólo quiero agarrar por los pelos a las dos lobas que me miran con superioridad y sacarlas de mi casa.

—Decid ya lo que sea y largaos de mi casa— les digo.

—Ya habéis oído a mi esposa— dice Mario.

El padre de Nadia carraspea un poco.

—Hemos venido personalmente a pedir disculpas por lo que Nadia dijo en esa entrevista y por lo que hizo en la fiesta— dice— Señora Reyes, lamento el daño que le hayan podido causar las palabras y actos de mi hija.

—A mí no me provocó ningún daño, fue a mi esposo y eso no lo voy a consentir, malparido.

Nadia se ríe.

—¿Qué es tan gracioso pelada?— le pregunto.

—Tú, eres tan vulgar.

—¡Nadia!— la regaña su padre.

—Sí, lo soy y así como soy le gusto a mi esposo.

—Salvaje, una fiera— dice Mario sonriendo.

—Has cambiado mucho— le dice ella a mi esposo.

—A él no te dirijas, no tienes ningún derecho a hacerlo— gruño.

Nadia se pone de pie, pega su cara a la mía.

—Fue mío antes que tuyo, su primer y único hijo siempre será el que yo estaba esperando.

Finjo ofenderme, me tapo la boca con la mano.

—¡Oh diosito!— exclamo— Tienes toda la razón, un niño que él no quería y tú le obligaste a aceptar. Qué pena que sí quiera los que yo voy a darle— digo frotando mi vientre con mi mano.

Sus ojos se abren, me mira la mano en mi vientre.

—¿Estás embarazada?— me pregunta con tono enfadado.

—Quizás te lleves una sorpresa uno de estos días— contesto sonriendo.

Ella niega con la cabeza, luego me mira a los ojos.

—Él nunca lo hace sin condón— espeta en un susurro.

—A mí nunca me lo ha hecho con condón, mamita.

Nadia me da una bofetada en la cara, Mario y Tadeo se ponen de pie de un salto, los detengo poniendo una mano en sus pechos.

—Te han dolido más a ti mis palabras que a mí tu bofetada— le digo a Nadia— No sólo vas a irte de mi casa con el orgullo roto, también con esa fea cara de zorra que el diablo creó.

Me lanzo hacia ella, se tropieza con algo y cae al suelo de espalda, la golpeo varias veces con mis manos, hundo mis uñas en sus mejillas y arrastro hacia abajo. Escucho a Mario gritar mi nombre, pero no le hago caso, mi atención está puesta en la zorra que tengo debajo. Ya estoy cansada de sus insultos, de sus acusaciones a mi esposo y de las libertades que se toma. Cierro mi mano en un puño y lo estampo contra su nariz, el hueso cruje bajo mis nudillos. Soy levantada a la fuerza de encima de la zorra, sin embargo, en mi cara sólo hay una sonrisa de suficiencia. Me aparto el pelo de la cara, Tadeo choca los cinco conmigo. Mi esposo me sujeta por la cintura con mi espalda pegada a su pecho. Los padres de Nadia la ayudan a levantarse del suelo, tiene la cara ensangrentada y la nariz torcida.

EL REY #1 [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora