Mario
—Perdóname. Tengo a inútiles trabajando para mí.
Me siento de nuevo en la silla, espero que esta vez no me interrumpan la cena con mi esposa. Me han estado llamando durante tres malditas horas de mi empresa cafetera porque ha habido dos incendios en mis campos, sucede cada mes, ya sea por la calor o porque los han provocado intencionalmente, sea como sea, dejé a cargo al vicepresidente, pero nadie parece entenderlo. Mi móvil vuelve a sonar sobre la mesa, respiro hondo.
—Cálmate, no pasa nada. Eres un hombre ocupado.
Niego con la cabeza.
—No he recibido ni una sola llamada de Tadeo en todo el día y su trabajo es mucho más complicado que el de la cafetera.
—Papi, ten paciencia con ellos, eres su líder y se sienten perdidos sin ti. Atiende las llamadas, te espero en la habitación.
Mi esposa se levanta de la mesa, los platos están sin tocar. Una cena con mi esposa en las costas de Jamaica es lo único que quería, unas pequeñas vacaciones, unas que no me he tomado jamás y no pueden apañárselas sin mí. Marco el número de mi hermano en mi móvil.
—Buenas noches, pelado— me saluda.
—Voy a terminar matando a alguien.
—¿Qué pasa?
—Que Jacobo es un completo inútil.
—Te dije que no lo ascendieras a vicepresidente, te estaba dorando la píldora, bobo.
—Dale un aviso.
—¿Te llaman mucho?
—Todo el día, he disfrutado el tiempo con mi esposa una hora, eso es lo único que he podido estar con ella.
—Yo me encargo, papito.
—Gracias, hermano.
—Ve con tu esposa y hazme tío.
—¡Vete al diablo culicagao!
Cuelgo la llamada con la risa de mi hermano. Rosalía recoge los platos de la mesa.
—Lleva una botella de champagne al camarote— le ordeno.
—Enseguida señor.
Me levanto de la silla, bajo las escaleras para ir al camarote, mi esposa está en la cama mirando al techo, no me ha escuchado entrar. Da un pequeño respingón cuando me nota en sus pies, le beso las piernas, subo por ellas hasta su centro. Aún lleva el bikini con mi semen, huele a mí y me está volviendo loco. Aparto la braguita a un lado, tiene semen seco en sus pliegues.
—Soy el único que ha estado aquí— le digo abriéndole el coño con mis dedos— Este es mi semen.
Ella se ríe.
—¿Quieres más?
Asiente sonriendo.
Me pongo de rodillas en la cama, me quito el bañador y lo lanzo al suelo. Desato más cuerdas de los lados de sus bragas de bikini. Rosalía llama a la puerta.
—Adelante— digo.
Me tumbo sobre mi esposa, la penetro mientras Rosalía entra y deja el champagne en la mesa.
—Mario no— susurra mi esposa.
Se cubre la cara con las manos.
—Mami— me rio— No pasa nada.
—¡Nos ha visto tener intimidad!— chilla.
—Rosalía me ha visto hacer cosas peores.
Mi esposa abre la boca levemente, un suave gemido sale de ella.
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EL REY #1 [Disponible en físico]
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