Me despedí de Trevor disculpándome por la interrupción que Tom había causado por sus caprichos, diciéndole que si quería, podíamos terminar luego lo que habíamos empezado, él lo entendió y no dudó en aceptar mi propuesta besándome fugazmente caminando hacia la salida.
Subí de nuevo a mi habitación para llamar a Lucia, no había hablado con ella desde hace días cuando mamá dijo lo de su embarazo lo cual aún me tenía nerviosa, así que quise ponerla al tanto invitándola a una pijamada mas tarde.
Luego de una larga siesta como era costumbre, desperté con mucha hambre, solo había desayunado y sentía mi estómago tan vacío que me sentía mareada, quise primero ir a darme una ducha antes de bajar a la cocina por algo de comer.
Todo mi tiempo en el baño lo había dedicado a pensar en Tom, en esto que estábamos haciendo que no sé si en verdad lo hacíamos solo por molestar o porque en serio nos nacía aunque yo ya sabía bien mi respuesta, mentiría si dijera que no me gustaba este jueguito de provocarnos constantemente, me gustaba saber que yo también le atraía como ya me lo había dicho antes, aquí la cosa era que hablábamos de mi padrastro y no de un chico random que conocía.
Rápido me vestí saliendo descalza, pasé por la habitación de mi madre y Tom viendo que la puerta estaba abierta dejándome ver que no había nadie adentro, me encogí de hombros y continué caminando hasta llegar a la cocina.
Me preparé un sándwich junto con un tazón de fruta y un gran vaso de agua para aguantar hasta la cena, comí tranquila mientras revisaba mi celular y contestaba un par de mensajes de mi madre, me mandaba fotos de la pasarela y todo se veía increíble es por eso que amaba tanto la moda y el diseño, quería ser yo la que estuviera ahí viendo cómo los modelos pasan con atuendos diseñados por mi.
— ¡Olivia! —Escuché de repente gritar a Tom— ¡Olivia! —.
Salí rápido de la cocina buscándolo con la mirada cuando lo vi tirado en el sillón de la sala, fruncí el ceño ante la escena y me acerqué a él sólo lo suficiente para que pudiera verme.
— ¿Qué pasa? ¿Por que los gritos? —Dije cruzándome de brazos—.
— Olivia —Continuó diciendo sin mirarme, me acerqué más a él viendo una botella de vino destapada en el suelo y una copa a medio agarrar en su mano—.
— Maldición Tom —Le quité la copa ya vacía y lo ayudé a que se sentara, cuando hizo contacto visual conmigo sonrió tan lindo que no pude evitar sonreír yo también—.
— ¡Aquí estás Olivia! —Dijo abrazándome con emoción como si no nos hubiéramos visto en mucho tiempo— Que linda te ves —.
— Estás ebrio —Me reí negando con la cabeza soltándome de su agarre quedando sentada junto a él— ¿Por qué? —.
— Por ti —Agachó la mirada moviendo sus pies indicando que estaba nervioso, no entendía nada de por qué había tomado tanto, y ¿por qué es culpa mía?— No se que me hiciste —.
El corazón se me fue a los pies. Me quedé callada sin saber cómo reaccionar, tenía unas ganas inmensas de abrazarlo y no soltarlo nunca, parecía tan indefenso mirándome triste casi suplicando que respondiera a la duda que tenia.
Esta ebrio Liv.
No sabe lo que dice.
—¿De que hablas? —Dije mirándolo fijamente en un hilo de voz deseando saber la respuesta ignorando totalmente mis pensamientos—.
— Desde que... —Trató de incorporarse fallando en el intento, se aclaró la garganta para continuar hablando— Desde que nos besamos lo único que hago es pensar en ti —.