38.

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Caminaba por el aeropuerto a paso lento a la vez que mi brazo arrastraba mi maleta detrás mío mientras buscaba un lugar para sentarme y poder llamar a un taxi que con suerte consiguiera rápido.

No se qué pasó hoy que el aeropuerto estaba llenísimo de gente, creo que nunca me había tocado este nivel de aglomeración y es que sin exagerar no cabía ni un alfiler.

Me detuve un momento para mirar a mi al rededor comenzando a desesperarme por tantas personas que claramente ocupaban todos los asientos del lugar, cuando por fin encontré uno me apresuré a tomarlo y en cuestión de segundos llamé al servicio de taxis rezando que hubiera alguno disponible.

— Por favor contesten —Dije en voz baja sosteniendo el celular en mi oreja esperando escuchar a alguien del otro lado de la línea— Vamos, maldición —.

Dejé el celular a un lado cuando no obtuve respuesta y me recargué sobre el respaldo llevando mi cabeza hacia atrás dejándola en el aire mientras mis manos tapaban mi rostro.

Necesitaba un taxi ya.

Justamente hoy que ya voy tarde tiene que haber tanta maldita gente.

Revisé la hora y efectivamente era imposible llegar a tiempo así que aunque no me gustase la idea, no tuve de otra más que esperar.

Quise aprovechar para llamar a la agencia y avisarles que no podría verlos hoy por más que lo intenté, ellos lo entendieron y me hicieron saber que estarían esperándome mañana por la tarde con gusto lo cual agradecí enormemente.

Luego de un rato conseguí un taxi que pudiera llevarme al hotel donde me quedaría esta noche, sé que podía irme a casa y dormir ahí pero por obvias razones no pude porque todas mis cosas estaban en Los Ángeles, incluida mi cama así que era mas sencillo quedarme hoy en un hotel y ya mañana podría ir a revisar cómo estaba todo.

No sé cuánto tiempo lleva vacía, sinceramente desconozco si Tom siguió viviendo ahí por más tiempo después de que me fui, a final de cuentas la casa también era suya pero según mi abuela no debía haber nadie ahí.

En cuanto llegué a la habitación le llamé a mi abuela para avisarle que ya estaba en el hotel después de horas atrapada en el aeropuerto, le escribí a Andrew diciéndole que había llegado bien y que lo llamaría más tarde para contarle como me había ido en el vuelo y mi plan para mañana.

El plan de venir juntos como lo habíamos pensado se tuvo que cambiar a última hora y decidí viajar yo sola ya que Andrew tenía una entrevista de trabajo muy importante en una empresa muy reconocida y en verdad no quería que perdiera la oportunidad de presentarse allí así que concluimos en que lo mejor sería que se quedara en Los Ángeles y en un par de días vendría a acompañarme por el resto de la semana.

Tomé mi maleta y desempaqué mi pijama para poder tomar un baño, necesitaba quitarme el estrés que sentía encima por el asunto del retraso, solo espero que no se haga una costumbre si no voy a vivir con dolores de cabeza constantes.

Una vez dentro abrí lentamente una de las llaves que indicaba el agua caliente y me paré justo debajo dejando que el agua cubriera mi cuerpo por completo mientras sentía como me relajaba casi al instante.

Mi cabeza no paraba de repetirme miles de imágenes de diferentes momentos que viví antes de irme, en su mayoría de Tom, trataba de concentrarme en otra cosa pero no se que era que volver aquí me hacía pensar en él automáticamente, por más que hubiera pasado tiempo me era imposible solo borrarlo de mi mente como si jamás lo hubiese conocido, sobretodo después de lo que tuvimos.

Salí del baño pasándome una toalla por encima para cubrirme y me acerqué hasta el teléfono de la habitación para pedir algo de comida mientras que me cambiaba a la pijama, afortunadamente el servicio era muy rápido y no tardó más de diez minutos en traerme mi pedido, moría de hambre.

𝒟𝒶𝒹𝒹𝓎  {Tom Kaulitz}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora