35.

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La resaca no quería dejar mi cuerpo a pesar de que llevaba despierta un buen rato ya luego de dormir hasta el medio día.

No me acuerdo de nada de lo qué pasó anoche para ser sincera, lo último que tengo en mi mente es haber llegado a la fiesta y haber bailado con Alexa.

Ni siquiera recuerdo cómo llegué a casa.

Giré mi cabeza hacia la ventana viendo los rayos de luz entrando por los espacios libres de las persinabas que iluminaban toda la habitación, me froté los ojos mientras bostezaba aún con sueño y luego de unos segundos me obligué a salir de la cama.

Bajé una pierna a la vez quedándome sentada en el borde de la cama mirando la alfombra color rosa en forma de corazón que tenía justo debajo para que mis pies no tocaran el suelo frío directamente, suspiré en cuanto escuché que tocaban la puerta saliendo de mi transe para ahora si ponerme de pie.

Me acerqué girando la manija dejándome ver a mi abuela con una charola dorada sosteniendo una taza de café, un jugo de naranja con un pequeño tazón de fruta y un par de pancakes, sonreí adormilada abriéndole paso dentro de la habitación.

— Buenos días —Me sonrió elevando un poco las manos hacia arriba dejándome ver más de cerca lo que llevaba— Te traje el desayuno —.

— Gracias —.

Caminó a paso lento dejando la charola sobre mi cama para después caminar hacia la ventana enrollando por completo la persiana dejando que toda la luz de sol entrara de golpe.

— ¿Que tal la fiesta? —Dijo dándome la espalda mientras acomodaba las cortinas de tal forma que descansaban a ambos lados de la ventana— Por poco y no me doy cuenta cuando llegaste a casa —.

Tragué saliva nerviosa de que me preguntara más cosas ya que no recordaba absolutamente nada, ni siquiera sé si regresé con el chofer o no.

Bien Liv, tú muy bien.

— Estuvo muy bien —Dije acercándome al desayuno tomando la taza de café entre mis manos para darle un sorbo a ver si me ayudaba a despertar—.

— Me alegra —Se sentó lentamente en la silla que tenía frente al vanity y se cruzó de piernas mirándome con una caja arqueada— ¿Y? —.

— ¿Y qué? —Contesté confundida dándole otro sorbo a mi café sin despegar mi vista de ella—.

— ¿Quién es el chico que te trajo anoche? —.

Escupí el poco líquido que llevaba en mi boca mojando la parte de arriba de mi pijama y abriendo completamente mis ojos por la impresión de su pregunta tan inesperada.

¿Que carajos?

De inmediato se puso de pie acercándose a mi mientras tomaba la taza con cuidado quitándola de mi mano pasando un pañuelo para secarme un poco con el.

— Yo... yo no... —Empecé a balbucear sin saber que decir sintiendo los nervios a millón y el corazón latiéndome con rapidez, Dios que digo ahora— Lo siento —.

— Ay nena descuida —Soltó una pequeña carcajada poniendo su mano en mi hombro como queriendo tranquilizarme, mientras yo seguía sin entender nada de esto— No quise incomodarte haciéndote esa pregunta, es solo que esta mañana revisé las cámaras de seguridad porque se supone que me llegaría un paquete y quería ver si ya lo habían traído y pues me topé con la grabación de anoche cuando llegaste a casa y vi que venías acompañada con un chico y me dio curiosidad saber de quién se trataba —.

Quise golpearme la cara por la vergüenza cuando la escuché, no tengo idea quien me trajo pero al no recordar nada mi única opción era seguir con el asunto y no parecer muy nerviosa o si no me delataría yo sola.

𝒟𝒶𝒹𝒹𝓎  {Tom Kaulitz}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora