Cereza

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Para: Hyunjin

De: Felix

Me gustás desde la primera vez que te vi <3

No puedo dejar de pensar en vos desde que entré a Artes Visuales el año pasado. Sos la persona más linda que vi en toda mi vida.

Seamos amigos? :)


La carta estaba apoyada sobre la mesa del camarín, junto a las latas de maquillaje vencido que Hyunjin se negaba a usar. La había encontrado más temprano ese día, una tarjeta de color amarillo pastel recortada en forma de corazón esperándolo sobre su escritorio en la universidad.

Hyunjin dio golpecitos con un dedo sobre la cara del pollito dibujado en una de las esquinas de la tarjeta. Acarició la florcita rosa que decoraba su cabeza.

Guardó la carta en el bolsillo de su campera antes de quitársela, revelando una camiseta de manga larga negra que cubría sus hombros y su cuello y dejaba el resto de su torso desnudo. Dobló la campera y la apoyó sobre la silla porque nadie había arreglado el perchero que llevaba meses roto y en la mesa no quedaba suficiente espacio libre.

Se sacó las zapatillas y su pantalón de jean para quedarse con las calzas negras que tenía debajo, largas hasta la mitad de sus muslos y un infierno despegar de sus piernas transpiradas después del show. Se miró al espejo antes de salir, soltando dos mechones negros de su media cola para que enmarcaran su rostro.

—Estás usando esas calzas otra vez —lo retó la encargada del bar que venía en la dirección contraria por el pasillo, mirándolo de arriba abajo—. Cada vez más desobediente vos.

Hyunjin no dejó de caminar, ignorando el frío del suelo húmedo en las plantas de sus pies. Se cruzó de brazos.

—Qué pena, vas a tener que despedirme.

—No puedo despedir a mi mejor bailarín —la mujer respondió con seguridad, guiñando el ojo. Hyunjin peinó un mechón de su pelo detrás de su oreja y la siguió con la vista hasta que la mujer entró al baño.

La música sonaba fuerte y las frecuencias bajas del beat golpeaban su pecho, insensibilizando su estómago hasta que ya no podía sentir el hambre de las doce horas que llevaba sin comer. El olor del alcohol y el calor de los cuerpos de la gente volvían pegajoso el aire. Era tentador, pero Hyunjin ya no necesitaba tomar para hacer bien su trabajo.

Subió a la plataforma circular en el centro del bar, bajo la tenue luz blanca, y las luces rojas que se movían a su alrededor le hicieron cosquillas en los hombros. Se lamió los labios; sabían sutilmente a cereza.

Agarró la toalla a un lado de la plataforma, la sostuvo alrededor del caño con las dos manos y la deslizó hacia arriba, estirando los brazos. Luego deslizó la toalla hacia abajo, manteniendo los pies firmes sobre el piso de madera y las piernas estiradas, dejando la cadera alta mientras doblaba el cuerpo y volvía a subir. Solo estaba limpiando el caño, pero su espectáculo ya había empezado.

No era Hyunjin. Dejaba de serlo apenas ponía un pie sobre la plataforma. Encerraba a Hyunjin en algún rincón oscuro de sí mismo y podía escuchar su llanto filtrándose por las grietas cuando empezaba a bailar. Cuando no era Hyunjin, amaba bailar.

Descartó la toalla a un lado y echó unas gotas de grip en gel en sus manos, frotando las palmas para esparcirlo. Cuando volvió al centro de la plataforma y se paró de espaldas al caño, levantando los brazos para agarrarlo por encima de su cabeza, las miradas anónimas de todas las personas del público se detuvieron sobre él. Cuando no era Hyunjin, era capaz de captar la atención incluso antes de empezar a bailar, exhibiéndose en el medio del bar, siendo lindo. Dirigió una sonrisita asimétrica a las formas oscuras de la gente frente a él.

La música se volvió más lenta, aterciopelada, y Hyunjin se agachó despacio, deslizando la espalda sobre el caño, acariciando sus muslos hasta apoyar las manos sobre las rodillas, abriendo las piernas. Volvió a subir moviendo el cuerpo en un body roll lento, acompañado por su propia mano sobre su pecho, luego su abdomen. Su piel estaba caliente, pero su mano estaba fría, y se le escapó un suspiro cuando llegó a tocar su entrepierna.

Escuchó los murmullos a su alrededor, ahogados por la música. Hermoso, imaginó que estaban diciendo, la persona más linda que vi en toda mi vida. Era posible creer en esas palabras cuando no era Hyunjin.

Agarró el caño con las dos manos y lo abrazó con las piernas para escalar. Cuando llegó arriba, se sostuvo con las rodillas y se dejó caer hacia atrás, espalda arqueada y brazos estirados, la punta de su lengua saliendo para probar la cereza una vez más.

Cerró los ojos. Cuando no era Hyunjin, era especial.

—Buen trabajo, Sammy —lo felicitó la encargada media hora después, desde la puerta abierta del camarín—. Ponete las plataformas mañana.

—No voy a usar zapatos de mujer —respondió Hyunjin. Desarmó su peinado frente al espejo y ató su pelo transpirado en una colita nueva pero igual de desprolija.

—A los hombres del público les encantan los zapatos de mujer. —La encargada extendió la mano para ofrecerle un sobre cerrado. Hyunjin cerró su campera y se puso la capucha mientras se acercaba a aceptarlo.

—No estoy acá por los hombres del público —dijo, abriendo el sobre para asegurarse de que hubiera suficientes billetes adentro.

La mujer lo miró de arriba abajo y sacudió la cabeza. Hyunjin guardó el dinero suelto en el bolsillo de su campera junto a la carta y ajustó el cierre. Abolló el sobre vacío y lo tiró en el tachito de basura al lado de la puerta antes de irse, esquivando a las chicas que se acercaban al camarín por el pasillo.

Bubblegum [Hyunlix] 🧁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora