Almendra

397 43 1
                                    

Hyunjin acarició los bordes de la carta en todo el camino a casa. Pasó el fin de semana leyéndola una y otra vez, preguntándose quién la habría dejado sobre su escritorio y por qué lo habría elegido a él.

La persona más linda que había visto en su vida. Era un título importante, y Hyunjin no estaba seguro de que le perteneciera.

Escribió una respuesta el domingo, en una hoja blanca que cortó en forma de rectángulo. Era simple, era poco comparado con la tarjeta del pollito, y no expresaba todo lo que la carta de Felix le había hecho sentir. Pero estaba escrita. Cuando volvió del trabajo a las dos de la mañana, cansado y pegajoso, y después de liberar la tensión masturbándose en la ducha, Hyunjin durmió con las dos cartas bajo la almohada.

El lunes Hyunjin decidió que Felix merecía recibir una tarjeta decorada, y estuvo tres días pintando las flores en acuarela, pequeños pétalos lilas y rosados en cada esquina de la tarjeta. El jueves entró en pánico porque la semana estaba a punto de terminar y le faltaba resolver un detalle: no tenía idea de cómo encontrar a Felix en la universidad.

El viernes a la hora del almuerzo, la chica que se sentaba en el banco de adelante se sentó sobre el escritorio frente a él. Hyunjin no podía recordar su nombre, pero tenía lindos ojos y a veces pensaba en invitarla a salir pero nunca encontraba la oportunidad.

— ¿Conocés a Felix de segundo año? —le preguntó, abriendo el paquete de almendras bañadas en chocolate sobre su escritorio.

— ¿Felix? —La chica cruzó las piernas—. ¿De segundo año?

—Sí.

Hyunjin comió una almendra y la chica negó con la cabeza.

—No conozco a nadie de segundo.

Qué inútil; Hyunjin iba a tener que salir con alguien más.

—Estuve buscando toda la mañana, ya no sé a quién más preguntarle.

—Jeongin es de segundo —aportó Changbin desde el banco de al lado.

—No puedo creer que sigas hablando de él —dijo Hyunjin. Changbin tomó un poco de su juguito verde y se encogió de hombros.

—Nada más estoy diciendo que podrías preguntarle a él.

— ¿Así tenés una excusa para volver a verlo? —Hyunjin lo molestó. Golpeó su hombro con un puño y le ofreció una almendra—. Jeongin ni siquiera estudia en este edificio.

— ¿Abogacía, no? —dijo la chica— Está en el edificio de al lado.

—Y conoce a todo el mundo —insistió Changbin.

— ¿Siguen saliendo?

Hyunjin masticó lentamente la última almendra del paquete para hacerla durar más tiempo. Changbin negó con la cabeza, suspirando.

—No, de verdad fue algo de una sola vez.

—Hacen linda pareja —Hyunjin pensó en voz alta.

La chica sacudió suavemente los pies para tocar las rodillas de Hyunjin, que levantó una ceja en su dirección, arrugando el paquete vacío en sus manos. La chica se mordió el labio.

—Jinnie... —empezó a decir con una voz melosa.

—Sí, no sé... —Changbin la interrumpió, mirando por la ventana, ajeno a la interacción entre ambos— Supongo que no somos compatibles.

— ¿Me acompañás a hablar con él? —Hyunjin le preguntó, poniéndose de pie y colocando su bolso sobre un hombro.

—Jinnie, no me convidaste una —la chica se quejó haciendo pucheros.

—No tengo más. —Hyunjin le mostró el paquete vacío hecho un bollo.

El edificio de Ciencias Jurídicas daba miedo. Jeongin daba miedo, cruzado de brazos contra la pared, todo vestido de negro. Hyunjin apretó con una mano la correa del bolso que cruzaba su pecho. No era culpa de Jeongin que Hyunjin se sintiera incómodo en cualquier edificio de la universidad que no fuera el de Artes.

—Innie, tanto tiempo... —Changbin se acercó a él para saludarlo; tímido y sonrojado y jugando nervioso con el elástico de su pulsera de mostacillas—. ¿Estás ocupado?

La sonrisa de Jeongin era linda, levantaba sus cachetes y achicaba sus ojitos, y Hyunjin dejó de tenerle miedo. Jeongin estiró un puño para que Changbin lo chocara con el suyo.

—Depende, ¿qué vas a proponerme? —contestó, y sus pestañas sacudieron las puntas de su flequillo cuando las batió.

—Hyunjin está buscando a alguien —Changbin explicó. Jeongin miró a Hyunjin con el ceño fruncido.

—Felix de segundo año —dijo Hyunjin—. ¿Sabés cuál es su aula?

— ¡Fefi! Sí, está...

—Necesito saber dónde se sienta, nada más —Hyunjin lo interrumpió con preocupación.

Siguieron a Jeongin hasta el segundo piso del edificio de Artes y fue él el que al fin le indicó cuál era el aula de Felix.

—Hasta donde yo sé, se sienta ahí —dijo, señalando uno de los bancos de la última fila.

Hyunjin titubeó un instante, porque lo que viera ahí podía cambiar muchas cosas. Cuando se animó a asomarse por la puerta, miró dentro del salón. Estaba casi vacío porque todos habían bajado a almorzar, y el asiento que aparentemente le pertenecía a Felix estaba desocupado.

— ¿Estás buscando a Felix por algo en especial? Puedo avisarle.

— ¡Gracias! No hace falta —contestó Hyunjin, sacudiendo las manos.

Llevaba toda la semana pensando en el tema y... tenía una idea.

— ¿Están libres esta noche? —Jeongin preguntó cuando estaban por irse— Vamos a hacer una fiesta en casa, si quieren venir.

Changbin le confirmó con entusiasmo que ahí estaría y Hyunjin se disculpó porque lamentablemente tenía que ir a trabajar. No dijo nada sobre los nervios que le daba ir a una fiesta llena de estudiantes de Jurídicas; todos le resultaban intimidantes.

Jeongin se despidió de Changbin con la promesa de volver a verse y Changbin se tropezó de la emoción cuando se dió vuelta para irse. Apenas doblaron en la esquina, Hyunjin escuchó el eco de pasos que se acercaban y la voz animada de Jeongin rebotando en el pasillo.

— ¡Fefi, Jisung! ¿Están libres esta noche?

—Yo no. Tengo planes —contestó una voz masculina.

Hyunjin se tapó los oídos y siguió caminando sin darse vuelta. Tal vez se estaba volviendo loco, pero tenía una idea, y la carta estaba escrita y decorada, esperando en su bolsillo.

Bubblegum [Hyunlix] 🧁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora