Chocotorta

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La casa de Felix olía a vainilla. El aroma era sutil pero constante, el resultado del vapor del horno adhiriéndose a los techos y a las telas de las cortinas a lo largo del tiempo.

—Sacate las zapatillas, por favor —Felix pidió, haciendo equilibrio para sacarse las suyas todavía con el cuadro de Hyunjin en las manos.

Hyunjin dejó la pecera en el piso un momento y le hizo caso. Dejó sus zapatillas cerca de la puerta junto a las de Felix y estaba por avanzar dentro de la casa cuando notó que una de sus medias tenía un agujero en el dedo chiquito. Se apuró por quitarse ambas antes de que Felix lo viera.

Entró en el departamento cargando la escultura, guiándose por el rastro de luces prendidas que Felix iba dejando detrás suyo. Depositó la pecera sobre la mesa ratona en el living y siguió caminando hasta encontrar a Felix en la cocina, tan grande como el departamento entero donde Hyunjin vivía, sirviendo dos vasos de jugo.

Cuando terminó de servir, Felix guardó la botella en la heladera y le ofreció uno de los vasos a Hyunjin. Se inclinó de espaldas sobre el borde de la mesada y tomó jugo sosteniendo el vaso con las dos manos. Hyunjin probó el suyo; se dió cuenta de la sed que tenía después de terminar de tomarlo todo.

Felix bajó las manos y suspiró, juntando con la lengua una gota de jugo que se había adherido a su labio superior. Sus ojos paseaban por el lugar, se detenían sobre Hyunjin y volvían a alejarse. Hyunjin clavó la vista en sus pies descalzos sobre el piso, extrañamente tibio. Cerró los deditos y volvió a abrirlos. El reloj con forma de gato en una de las paredes hacía clic con cada segundo que pasaba.

—Felix... —Hyunjin dijo, y sintió a Felix moverse frente a él— ¿Puedo pasar al baño?

Felix dejó los dos vasos dentro del lavamanos y guió a Hyunjin hasta las dos puertas del otro lado del living.

—Voy a estar en la pieza —avisó, sacándose la mochila y señalando a la puerta de al lado.

Dentro del baño, Hyunjin se apoyó sobre la puerta, cerró los ojos y se llevó una mano al pecho. Respiró hondo.

Tuvo que dar seis pasos para llegar al inodoro; el baño de Felix era más grande que su propia habitación. La puerta de vidrio de la ducha estaba abierta y dejaba ver decenas de envases de productos que Hyunjin no podía nombrar.

Esquivó las velas sobre la mesada para encontrar el jabón de té verde y lo usó para lavarse las manos. Se miró al espejo. Intentó arreglar el problema atándose el pelo en un rodete con una colita que llevaba en la muñeca, pero las ojeras seguían igual de oscuras bajo sus ojos y el color de la timidez no había abandonado sus mejillas.

Se lavó la cara y se secó con una toalla que se sintió como el abrazo que Felix le había dado en el patio de la universidad, suave y esponjosa y con el mismo olor a jabón que su remera. Se miró al espejo de nuevo y no estaba mucho más aceptable pero al menos se sentía más fresco. Desató su rodete y lo volvió a atar. Soltó dos mechones para enmarcar su rostro y los guardó detrás de las orejas. Metió sus manos temblorosas en los bolsillos al salir del baño.

La pieza de Felix era como ella: ruidosa y de todos colores. La música que Felix había puesto envolvía el lugar, alegre y dulce. Pilas de cosas saturaban los dos escritorios, la cama estaba destendida, las puertas del ropero abiertas, ropa colgada sobre el espejo y almohadones de formas divertidas desparramados por todas las superficies.

—Sentate —Felix ordenó, dando palmaditas en una silla de oficina igual a la suya frente a la computadora.

Hyunjin se sentó con un suspiro, apoyando las manos juntas sobre las rodillas. La silla era especialmente cómoda. Felix se impulsó para hacer girar las rueditas de su silla y acercarse a Hyunjin lo más posible. Entró a la página donde estaba publicada la novela mientras Hyunjin esperaba mirando la pared detrás del escritorio, pintada con tres franjas verticales de colores rosa, amarillo y celeste.

Bubblegum [Hyunlix] 🧁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora